lunes, 7 de diciembre de 2009

¡Abra palabra!

¡Abra palabra!
A propósito de la expresión






Manuel Fernando Velasco
Amparo Marroquín




Índice

Introducción: Se abre el telón ……………………………. 3
Capítulo I: Son sólo palabras ……………………………. 5
Capítulo II: Leo, qué leo…………………………………… 37
Capítulo III: La pasión por escribir.....…………………… 75
Capítulo IV: La última y nos vamos ……………………… 129
Anexo: Para hacer un buen trabajo ……………………… 175
Bibliografía ……………………………………………….. 205


Se abre el telón

El texto que tienes en tus manos refleja la experiencia que dos profesores “aún jóvenes” han recogido de las clases, conversaciones y encuentros de sus colegas más experimentados. Los consejos, ejemplo y dedicación de personas como Francisco Andrés Escobar, María Esther Chamorro, Rafael Rodríguez Díaz, Daniel Rivas, Ana María Nafría, Francisco Domínguez, Ricardo Roque Baldovinos y Julia Montúfar se pasean a lo largo y ancho de esta propuesta. Esperamos que todo ello también sea de utilidad para ti, el joven estudiante que ahora comienza una nueva etapa en su vida; periodo que, sin duda, estará lleno de gratos y significativos momentos.

Queremos decirte que es este un texto inacabado, a la espera de tus comentarios y aportes que terminen por enriquecerlo. Además, un libro escrito a propósito de la expresión será siempre un texto susceptible a cambio, pues el lenguaje, más que agua estancada, es siempre un río agitado que obliga a búsqueda constante en sus aguas más profundas.

Hallarás en este texto cuatro capítulos y un anexo. Cada capítulo contiene una “Ventana a…”, entrada para motivar el inicio de cada tema; un desarrollo de contenidos, distribuido en dos momentos; ejercicios para practicar y aprender; un apartado denominado “A mí no me quedó claro” –en el que se refuerzan los temas y se explica vocabulario– y otro llamado “Para saber más…”, en el que, como su nombre lo indica, se busca ampliar los conocimientos en relación a los contenidos desarrollados.

El capítulo I, “Son sólo palabras”, pretende darte a conocer los distintos rostros de las palabras, además de una reflexión respecto al poder y alcance de los vocablos. El capítulo II, “Leo, qué leo”, persigue mostrar que la literatura es una experiencia gratificante, colmada de maravillosas posibilidades. El capítulo III, “La pasión por escribir”, intenta que vivas la experiencia de la escritura como uno de los actos de libertad más grande que se halla al alcance de nuestras manos. Y el capítulo IV, “La última y nos vamos”, desea recordarte la importancia de escribir con propiedad, para que tu intención comunicativa se transmita lo mejor posible. Finalmente, en el anexo hallarás una guía que te facilitará la investigación desde distintas fuentes y te explicará cómo citarlas en tus futuros textos.

Queremos agradecer a Claudia Hernández, Jorge Galán, Blanca Abarca, Rodrigo Baires y Francisco Domínguez por compartir sus textos con nosotros y permitir su publicación; a Margarita Marroquín, por sus valiosos comentarios y sugerencias; a los colegas docentes, por sus consideraciones; a Nelly, Rox, Olga, Aleida, Dilsia y la pequeña Fernanda, quienes con sus sonrisas y palabras hicieron aún más liviana la tarea de escribir.


I. Son sólo palabras

1. Ventana al otro lado de la palabra

Cuentan que dos amigos se encontraron por casualidad. Tenían mucho de no verse, así que uno de ellos invitó al otro a cenar. “No sabes cuánto me gustaría, pero este mediodía tuve un almuerzo pantagruélico. Quizá en otra ocasión”. Intercambiaron números telefónicos, prometieron que se llamarían, que se pondrían de acuerdo para verse otro día y se despidieron. Pero quien había hecho la invitación no podía dejar de pensar en qué era aquello de “pantagruélico”. La verdad era que la palabra le sonaba a pantano, a crueldad, a pantalón con el ruedo descosido, hasta le sonó a un ogro de cuento. ¿Su amigo se había comido un monstruo? Imposible, es cierto que era medio misterioso, pero no era para tanto. ¿Qué entonces?

Pasó en ello varios minutos hasta que, por increíble que parezca, se encontró con su amigo una vez más. “Mira qué cosas, no te veo en casi seis años y de pronto te encuentro dos veces el mismo día”. Nuevos saludos. Y, claro, en cuanto tuvo oportunidad le preguntó por la palabra. “Es decir un almuerzo opíparo”. ¡Opi qué! ¿Había comido alguna ave? ¿Tanto lío para venir a decir que comió pollo? No, había dicho opíparo, no ovíparo; y esa palabra sí se la sabía. Como no pensaba quedarse con la duda, preguntó otra vez. “Es decir, una comida asaz”, fue la respuesta. ¡Esto era el colmo! ¿Qué le pasaba a su amigo, acaso hablaba en otro idioma? ¿Qué era eso de asaz, una especie de comida rápida, algo así como sentarse y ¡zas! comerse todo de un solo bocado? ¿”Fast food” acaso?
El otro, al verlo tan contrariado y perplejo, enseguida agregó: “No pude acompañarte a cenar porque tuve un almuerzo abundante, cuantioso, generoso. En buen salvadoreño, un montón de comida, un resto de alimentos, una gran hartada, pues”. Por supuesto, después de semejante explicación, todo quedó aclarado; aunque la vergüenza era evidente. “No te preocupes, esto no es cuestión de cacumen, sino más bien de leer y buscar el significado de las palabras”, intentó consolarlo el amigo. Pero el otro, apenas había escuchado el final de la frase. ¡¿Además de tratarlo de ignorante ahora lo insultaba?! Aunque en realidad no tenía la menor idea de qué le había querido decir. Sin embargo, esta vez optó por no preguntar. Después de despedirse, entró a la primera librería y compró un buen diccionario. Entonces se enteró: al decir cacumen hizo referencia a la agudeza o perspicacia. Para él, aquello de “todos los días se puede aprender algo” resultó una verdad inobjetable.

Dicen, también, que la palabra es más que una definición de diccionario. No se puede conocer a alguien con sólo ver su documento de identidad; de igual forma, es imposible saber de una palabra con sólo leer su significado. Dicen que es así porque las palabras tienen historia. Y vida.

Gustar en latín es sapere, y de allí viene sapientia: sabiduría, palabra que, por lo visto, tiene que ver más con el sabor que con el saber: se trata de sentirle gusto al conocimiento, de darle su lugar al gusto interno y profundo, el que en verdad es capaz de ver más allá, por dentro. Quizá por eso los maestros del alma aseguran que “el conocimiento viene de acá –y se llevan la mano a la cabeza–, pero la sabiduría proviene de aquí –y señalan con el dedo índice su corazón–“. De hecho, el diccionario define inteligencia como capacidad de entender, comprender, resolver problemas; o como habilidad, destreza y experiencia. Pero si buscamos de dónde proviene esa palabra, nos encontraremos con una reveladora sorpresa: inteligente viene de intus (entre) y legere (escoger, leer). Así, puede deducirse que inteligente es aquel que sabe escoger la mejor alternativa entre varias o quien sabe leer entre líneas. Nada que ver con tener la cabeza llena de información y datos.

Por ello, cuentan que palabras como hincha, piropo, tatuaje poseen su particular historia.

¿Hincha viene de hinchar? Pues sí, pero del latín inflare: soplar. El primer hincha fue la persona que se encargaba de inflar los balones de un equipo uruguayo de primera división, a principios del siglo XX. Aunque se desconoce su nombre, se sabe que se apellidaba Reyes y que era famoso por gritar fuerte para animar a su equipo. “Mira cómo grita el hincha”, empezaron a decir los demás, y de allí, poco a poco, la palabra se aplicó a todos los seguidores de dicho equipo de fútbol, para después extenderse a la generalidad.

¿Tiene alguna relación la palabra piropo con las palabras piromanía (tendencia enfermiza a la provocación de incendios) y pirotecnia (técnica de la fabricación de materiales explosivos o fuegos artificiales)? Por increíble que suene, así es. Piropo proviene del griego piropos: de color encendido o con aspecto de fuego; y, principalmente, de ojos de fuego. La parte final de piropos se forma con ops, que significa aspecto, apariencia (que también se halla en palabras como oftálmico y oftalmología). Así, podemos definir etimológicamente piropo como “con apariencia de fuego”. De hecho, la primera definición de piropo que encontramos en el diccionario hace referencia a una variedad de piedra fina, de color rojo de fuego. ¿Cómo pasó esa palabra a designar un galanteo? Seguramente se te ocurre cómo al relacionar estas palabras: fuego, encendido, sensualidad, apariencia, belleza. ¿Nunca te has sonrojado con un piropo?

La palabra tatuaje, por su parte, proviene del tahitiano tato y del inglés tattoo. Entre los maoríes, tribu de Nueva Zelanda, se usa la palabra ta con un significado muy parecido y se cree que de allí pasó al tahitiano. ¿Sabías que se han hallado tatuajes en momias egipcias de hace 4,000 años, que una antigua leyenda cuenta que Caín tenía uno en su brazo y que los romanos marcaban la piel de esclavos y criminales?

Por eso dicen que la información que pueden contener las palabras va más allá de su significado en el diccionario. Podemos buscar la definición de palabras como “dejar”, “poesía”, “piedras” y “mar”; pero al mezclarlas de forma determinada obtenemos “otras” definiciones: el mar deja su poesía en las piedras. Igual sucede con otras tantas palabras y combinaciones:

- Ayúdame a morir lentamente en un sueño tuyo, para no padecer tanto tu lejanía y renacer a tu costado.
- En el centro de tu cintura las galaxias se ordenan alrededor de tu vientre y la luna como cisne navega entre tus piernas.
- He abierto puertas con palabras y luciérnagas y he sembrado mares con uvas y caricias.
Es por eso que dicen que las palabras con su poder tocan más que las manos. Y por eso cuentan que con sus rituales es posible hacer magia y provocar encuentros.

2. Y se hizo la palabra

¡Sésamo! Esta era la palabra mágica que hacía abrir la puerta de la gruta en donde Ali-Babá y los otros ladrones guardaban sus tesoros. Con una sola palabra, abracadabra, se curaron ciertas enfermedades en la antigüedad. En “El libro de la selva”, del escritor Rudyar Kipling (1865-1936), los indios buscan la palabra maestra que les otorgará autoridad sobre los nombres y las cosas. Y en el relato de la creación del universo, Dios dice hágase la luz y de este modo la crea: al nombrar las cosas se les infunde vida.

La magia de las palabras se vuelve hechizo imposible de romper cuando se combina con otras. Frases y oraciones van dando paso a pensamientos y sentimientos. Un sinfín de posibilidades aparece entonces. ¡Ábrete sésamo! Y danzan las palabras el juego de las ideas.

A la lengua española le regalaron un abanico enorme de palabras. Su riqueza es incalculable. El vocablo álgebra viene del árabe (significa reducción), al igual que la palabra Alá: al-ilah: el Dios. De allí que la interjección ¡ojalá!, tan utilizada por todos nosotros, pueda traducirse como: “si Dios quisiera” (de lawshallá pasó a loshala y a oxala en el castellano antiguo, para quedarse finalmente como ojalá). “Jaqueca” también viene del árabe: saqiqa, que quiere decir mitad; en efecto, se trata de un dolor de cabeza que afecta la mitad del cráneo (los médicos le llaman hemialgia). Las palabras en español que tiene origen árabe son numerosas: momia, gacela, almohada, abismal, fideo, rincón, baño, alcalde, zanahoria, sandía, aceituna, añil, cero, alfombra, alcancía, daga, carcajada, toronja, talco, alcancía, embarazar, rincón, quiosco, nuca, escabeche, arroz, maquila, limón, azulejo, por mencionar apenas algunas.

Además tenemos palabras de origen germano (alemán): guerra, jamón, botín, dardo, escolta, esgrimir, guante, orgullo; nombres como Elvira, Alberto, Adolfo, Fernando, Ramiro provienen de allí. Hay también galicismos (origen francés): bufete, bulevar, chalé, mensaje, banquete, mesón, manjar, barón, por ejemplo. Y ni hablar de la innumerable cantidad de palabras de origen latino y griego, más otras provenientes del portugués, italiano, inglés e, incluso, náhuatl.

Aunque pocos se detienen a reconocerla, la palabra se abre paso y nada puede detenerla. Su poder lo ejerce en silencio, a pesar de que a cada instante hace presencia al nombrar lo que nos rodea. Existe desde el principio. Y allí seguirá.

ACTIVIDADES
- Investiga y averigua lo siguiente:
a) ¿Por qué la lengua española posee tantas palabras que provienen de distintos lugares? Prepara una exposición oral y comparte con tus compañeras de clase. No olvides elaborar mapas para facilitar la comprensión.
b) ¿Qué palabras provienen del latín, griego, portugués, italiano, inglés y náhuatl? Menciona al menos once de cada una.
c) ¿A qué se le llama prefijo y sufijo? ¿Qué tienen que ver con las palabras de origen griego o latino?

- Lee los fragmentos siguientes de dos poemas de Claudia Lars. ¿A qué se refiere con ese juego de palabras e imágenes?

I
Zumo de angustias, leche milagrosa,
raíz inaccesible, árbol salado.
¡Qué temblor en el túnel anegado!
¡Qué llama y nieve en subterránea rosa!

Escala de contactos, misteriosa
razón del sueño, el miedo y el pecado.
Silencio a todo grito encadenado
y tapiada presencia dolorosa.

II
Color redondo, carne dulce y fina,
abierto corazón de primavera;
llama fugaz en tierra pajarera,
columna de evidencia matutina.

Basura de agonía cuando acabe...
¡Y mi lengua extraviada que no sabe
el idioma del duende y de la abeja!

- Ahora es tu turno. Escoge un objeto cualquiera o un sentimiento. Luego descríbelo de manera similar al ejemplo anterior. No digas de qué se trata. Léeselo a los demás para ver si consiguen dar con tu elección. No se trata de una adivinanza ni de que los otros no puedan encontrar solución. La idea es describirlo de manera diferente, pero sin perder el sentido.




3. Tipos de palabra

Ahora vamos a darle a la palabra una mirada gramatical, un repaso de conocimientos que ya adquiriste en donde estudiaste tu bachillerato. Ello nos ayudará a comprender aún más los alcances que posee la palabra y facilitará nuestra tarea cuando nos corresponda leer y escribir.

En español, las palabras se clasifican en: nombre o sustantivo, pronombre, adjetivo, determinante, verbo, adverbio, preposición, conjunción e interjección. Le daremos a continuación un vistazo breve a la mayoría de ellas, con excepción del pronombre –le hemos reservado un espacio al final de este capítulo– y el verbo, palabra a la que se le dedicará una reflexión aparte, en el capítulo IV.

- Nombres o sustantivos
El nombre es una palabra que sirve para designar personas, animales, conceptos y elementos. Posee dos aspectos primordiales: género y número.

El género permite clasificar a los nombres en masculinos y femeninos. Por ello se dice que es una característica inherente del nombre. En español no existe el género neutro, pese a que existen nombres de persona que permanecen invariables, así se refieran a hombre o mujer: el periodista / la periodista; aquel guía / aquella guía. Sin embargo, como es fácil apreciar, el género se halla marcado por el determinante que lo acompaña. Es masculino cuando el determinante es masculino (ese estudiante) y es femenino cuando el determinante también lo es (esa estudiante). Por supuesto, existen muchos nombres comunes que ya pueden diferenciarse usando el masculino, como poetisa, abogada y catedrática.

¿Y qué pasa con palabras como zapato, pupitre, blusa? Como las cosas no tienen sexo, sabremos el género al observar los determinantes y adjetivos que los acompañan: ese zapato nuevo; el feo pupitre, la blusa sucia. Aunque debe recordarse que existen algunos nombres de cosa sin género definido, que a veces se utilizan como femeninos y otras como masculinos. Se conocen como nombres ambiguos: igual puede decirse el calor está insoportable o la calor está insoportable. Más ejemplos: lente, caparazón, sartén (es frecuente en varios países de América la expresión pásame el sartén), mar, azúcar. Eso sí, no es lo mismo por la cólera que le dio quedó hasta pálido que por el cólera que le dio quedó hasta pálido. Así que mucho cuidado.

Por otra parte, ¿has oído de los nombres epicenos? ¿Puede decirse la gorila o sólo se acepta el gorila? ¿El jirafa o la jirafa? En efecto, se trata de nombres que funcionan sólo con el masculino o con el femenino: la pulga, el mosquito, el delfín, la hormiga, el búho, el cocodrilo, la liebre, el ruiseñor, la jirafa, el gorila, entre otros.

Respecto al número, debe recordarse que señala la cantidad de objetos a que se refiere el nombre: singular o plural. Quizá un aspecto interesante sea la formación de plurales de ciertas palabras. Si bien es cierto que la regla gramatical es clara –si la palabra termina en vocal se le agrega una “s” (lapicero / lapiceros) y si termina en “s” se le añade “es” (compás / compases)–, en ocasiones nos topamos con algunos problemas.
¿Cuál es el plural de “hipótesis”? ¿Y el de “sed”? ¿Y el singular de “tijeras”? En el caso de palabras como “hipótesis”, la regla gramatical dice que serán los determinantes los que señalen el plural, pero la palabra no sufre alteración: las hipótesis, los análisis, las caries, los virus, los jueves, las crisis, las tesis, por ejemplo. “Sed”, en cambio, forma parte de las palabras que carecen de plural, al igual que tez, este, salud, sur, oeste. Y otras, como “tijeras”, sólo poseen plural, al igual que pinzas, gafas, facciones, enseres, exequias.

No hay que olvidar, además, que los monosílabos que terminan en vocal forman el plural con “s”: tés (se refiere la bebida), cafés, menús, sofás, dominós, pies. Aunque para indicar que en “oso” hay dos vocales “o” se prefiera agregar “es” y decir oso es una palabra formada por dos oes (sin embargo, los casos no son muchos: aes, íes, úes, noes, síes; la tendencia que parece predominar es la de simplemente agregar la “s”: bisturí / bisturís; esquí / esquís).

Para finalizar hay que recordar que el sustantivo (el sintagma nominal) tiene la capacidad de desempeñar en la oración la función de sujeto, atributo, complemento directo, indirecto y adverbial.

- Adjetivos
La función principal del adjetivo es acompañar al nombre –personas o cosas–, de quien expresa cualidades o características. El adjetivo debe coincidir en género y número con el sustantivo al que califica o determina.

En español es más común colocar el adjetivo después del nombre, aunque no es incorrecto si se escribe antes; sobre todo si se quiere atraer la atención sobre la cualidad a que se refiere: bella mujer. Sin embargo, como modifica al nombre, deben evitarse algunos errores frecuentes: no es lo mismo un pobre hombre que un hombre pobre; o un pan simple que un simple pan. Mucho menos una noticia cierta que una cierta noticia.

También debe tomarse en cuenta que, en muchas ocasiones, basta con un solo adjetivo. ¿Para qué decir la película estuvo linda y hermosa si los dos adjetivos tienen igual significado? Fría y gélida es su mirada… Repetimos dos veces la misma idea y se refleja pobreza expresiva. Por ello, no es buena idea encariñarse con un solo adjetivo. Recuerda qué le sucedió a quien desconocía el significado de pantagruélico, opíparo y asaz. Es verdad que el adjetivo puede dotar de riqueza expresiva a las palabras que acompaña, pero para ello deben conocerse más de 3 ó 4.

Debe tomarse en cuenta que si el adjetivo califica a dos o más nombres y uno de ellos es femenino, el adjetivo siempre deberá ir en masculino: la abogada y el ingeniero son explotados en ese trabajo. ¿Machismo en el lenguaje? En este capítulo, al final, ahondaremos al respecto.

Recordemos, finalmente, que el adjetivo (el sintagma adjetivo) desempeña en la oración la función de complemento de un nombre, atributo y complemento predicativo.

- Determinantes
Son palabras que van antes del sustantivo y concuerdan con él en género y número. Contribuyen a limitar el significado de los nombres. No es lo mismo decir libro es tuyo, que este libro es tuyo. Si sólo escribimos taza se quebró no sabríamos a qué taza nos referimos. ¿Esa taza se quebró? ¿La taza se quebró? ¿Aquella taza se quebró? ¿Esta taza se quebró? ¿Mi taza se quebró? ¿Muchas tazas se quebraron? Entonces, como puede notarse, para actualizar un nombre y utilizarlo en una oración concreta se necesitan los determinantes; de lo contrario, no es posible saber a qué se refiere.

En español tenemos varias clases de determinantes:

- Artículos: el, la, los, las, que siempre preceden a un nombre referido a algo que ya se conoce. Si digo la chera me gustó partimos del hecho de que quien nos oye sabe ya a quién nos referimos, de lo contrario no tendría la más mínima idea de lo expresado. Igual si digo los zapatos se ensuciaron, limpia las sandalias, me gustó el sorbete. En todos los casos, quien lee o escucha sabe perfectamente qué deseamos expresar. Recuerda que la palabra “lo” ya no se toma como artículo neutro, sino como pronombre que equivale a “grupo de cosas”: lo maravilloso: todas las cosas maravillosas. Revisa qué se dice al respecto en “Para saber más…”, al final de este capítulo.

- Demostrativos: este, esta, ese, esa, aquel, aquella y sus plurales. Indican la situación espacial del objeto mencionado (cerca, lejos, ni cerca ni lejos), un recuerdo, una época próxima o lejana, algo que acaba de mencionarse. Es decir, limitan el nombre respecto de quien habla: visité esa exposición hace un mes; repara estas sillas; aquella canción me trajo recuerdos; estas cervezas están bien frías. Aunque a veces se omita el nombre, se sabe que está allí y el determinante demostrativo indica con claridad a qué nos referimos: esa estudiante es inteligente y aquella de allá aplicada. Se ha omitido el sustantivo “estudiante” y sin embargo se sobreentiende en la oración. Es obvio que, en ningún momento, “aquella” funciona como pronombre. Sencillamente, el determinante demostrativo acompaña un sustantivo tácito o explícito. Como se verá más adelante, en el capítulo III, este tipo de determinante no lleva tilde, a menos de que la oración presente ambigüedad; es decir, se preste a una doble interpretación.

- Posesivos: mi, mío, mía, tu, tuyo, tuya, su, suyo, suya y sus plurales. Indican a quién pertenece el objeto indicado por el nombre: mis pericos tienen hambre; tus amigas son amables; ¿es tuya la camisa?; esa es su mascota.

- Numerales: que pueden ser cardinales, ordinales, fraccionarios y multiplicativos.
Los cardinales indican con fidelidad cuántos son los objetos señalados por el nombre: un, una, siete, cuatrocientos tres, ambos, ambas. “Cero” es determinante en expresiones del tipo la temperatura bajó a cero grados centígrados; el asesinato fue a las cero horas. En ambos casos, “cero” es una palabra que determina a un sustantivo: “grados” y “horas”, respectivamente. Pero si la frase fuera se sacó un cero en la tarea notamos que se trata de un nombre, acompañado del determinante “un”.
Los ordinales indican la posición que ocupa el objeto indicado por el nombre: séptimo, duodécimo, centésimo, cuadragésimo, primero (o primer), tercero (o tercer), entre muchos otros: obtuvo el primer lugar en su escuela; quedó quinto en la carrera; mi equipo ocupa la tercera posición en la tabla.
Los fraccionarios muestran una de las partes en que se divide un objeto: medio, media, tercera, cuarta, sexta, treceava, vigésima, entre otras. Como se nota, en algunas formas coinciden con los ordinales; en otras, se agrega la terminación “ava”. Ejemplos: le tocó casi la cuarta parte del pastel; se ganó una papaya y media en la rifa.
Los multiplicativos indican que el objeto designado por el nombre está conformado por tantas unidades o medidas: doble, triple, séxtuple, etc. Ejemplos: tuvo un parto múltiple; ganó el doble en poco tiempo.

- Indefinidos: Indican el significado del nombre de manera inexacta, imprecisa: un, algún, ningún, mucho, tanto, diverso, distinto, cualquiera, demasiado, bastante, todo, varios, cierto, cualquier, poco, menos, más: cada vez pasan menos pericos por las tardes; cualquier sabor de sorbete que traigas está bien; se anotaron bastantes estudiantes para esta clase; hizo tanto esfuerzo por gusto; cada quien sabe qué debe hacer.

- Interrogativos: como su nombre lo indica, preguntan por la cantidad o naturaleza de los objetos señalados por el nombre: qué, cuánto(s), cuál(es). La interrogante puede ser directa o indirecta. Ejemplos: pregúntale qué desea; ¿cuál es tu bebida favorita?; ¿cuántas películas rentaste al final?; desconozco cuál es su problema.

- Exclamativos: también como su nombre lo indica, preceden a un nombre en oraciones exclamativas: ¡Qué relajo se oye!, ¡cuánta gente ha venido!, ¡cuál zapato! Los determinantes interrogativos y exclamativos se tildan siempre; en el capítulo III veremos cuándo estas palabras carecen de dicho significado y actúan sólo como nexos: en esos casos no llevan tilde.
ACTIVIDADES
- Averigua los singulares de las palabras siguientes: nupcias, atriles, aprendices, perdices, filipinas, oboes, dosis, vicisitudes. Y los plurales de las palabras siguientes: régimen, tamiz, superávit, lavaplatos, tórax, espécimen, juventud, tuberculosis, carácter.
Después, elabora una oración para cada palabra.

- No es lo mismo páginas amarillas que amarillas páginas. Elabora siete expresiones más en las que la posición del adjetivo –antes o después– modifique de alguna forma el significado del nombre al que califica.

- Sustituye el adjetivo fácil de las oraciones siguientes por uno más adecuado:
La película me pareció chiva.
Fue un partido excelente.
Opinamos que fue una tarde linda.
El espectáculo estuvo chévere.
Fue un paseo bonito.

- Identifica qué clase de determinante hay en las oraciones siguientes:
Ya inauguraron el nuevo centro comercial.
Estos aguacates ya se maduraron.
Un tercio de ellos aprobó la gestión del alcalde.
Apostó el triple y perdió.
Mis padres quieren conocerte.
No sé qué pretende.
Cada oveja con su pareja.
Se sacó cero en el examen.
Pocos asistieron al acto.
Toma bastante leche en las mañanas.
Este libro es mío; aquel, de Roxana.
Es más culpa tuya que suya.

- Adverbios
Son palabras que modifican a los verbos, a los adjetivos o a otros adverbios. Pueden estar conformados por una sola palabra (mañana, despacio, cerca) o por dos o más (por la mañana, en medio, de esta manera, muy fácilmente), a las que suele llamárseles “locuciones adverbiales” (volveremos a hablar de ellas en el capítulo IV).

Los adverbios se clasifican de acuerdo al carácter o matiz que se le desea dar a la acción señalada en el verbo. No es lo mismo ven aquí que ven ahora. Así, tenemos adverbios de modo (cómo se lleva a cabo la acción: de esta manera, así, fácilmente, despacio, lento, bien, mal, regular, etc.); tiempo (cuándo se realiza la acción: después, tarde, al amanecer, pronto, temprano, ayer, mañana, por la noche, de vez en cuando, enseguida, ahora, etc.); negación (la acción no se llevó a cabo: nunca, jamás, de ninguna manera, no, etc.); cantidad (mide a cuánto llegó la acción o la intensidad: bastante, poco, mucho, muy, algo, nada, solamente, casi, etc.); lugar (dónde se lleva a cabo: arriba, abajo, delante, detrás, derecha, izquierda, aquí, allí, allá, encima, debajo, etc.); afirmación (afirman la acción verbal: sin duda, en verdad, sí, ciertamente, en efecto, realmente, también, verdaderamente.); y de duda (expresan indecisión o titubeo: posiblemente, tal vez, a lo mejor, quizás, tal vez, acaso, etc.).

Como puede notarse, varios adverbios de cantidad se parecen a los determinantes indefinidos que acabamos de estudiar. ¿Cómo hacer para distinguir uno de otro? Recuerda: los determinantes van siempre a la par de un nombre; los adverbios no, van junto a verbos, adjetivos u otros adverbios. Ejemplo: Teté compró bastantes libros (como determinante, acompaña al sustantivo “libros”); Teté lee bastante (como adverbio, acompaña al verbo “lee”). Uno más: Margarita tiene mucha energía (como determinante, pues “mucha” se refiere a “energía”); Margarita trabaja mucho (como adverbio, pues “mucho” modifica la acción del verbo).

Muchos adverbios adoptan significados parecidos a los diminutivos: allá arribita, ahorita, cerquita, tempranito, despuecito. También pueden combinarse con el indefinido “mismo”: aquí mismo, hoy mismo, asimismo.

Es interesante notar, además, que el adverbio goza de cierta libertad en la posición del enunciado, y modifican en parte la referencia del verbo con la realidad: realizó bien las actividades, realizó las actividades bien, bien realizó las actividades. Acá, la experiencia de realizar las actividades queda matizada por las referencias hechas por el adverbio. Algo que no sucede en las realizó deprisa, las realizó responsablemente, las realizó mal, pues esos adverbios ya denotan otros aspectos en el significado del verbo. Debe tomarse en cuenta que algunos autores señalan, como norma general, que el adverbio ha de ir lo más cerca posible de la palabra que modifica: he comido demasiado sería preferible a demasiado he comido; bien está es menos preciso que está bien.

Para finalizar, nótese que no es apropiado abusar de los adverbios terminados en “mente”. Algunos escritores, como García Márquez, aseguran no utilizarlos en ninguna circunstancia. ¿Por qué? Porque la monotonía y la cacofonía (disonancia que resulta de la inarmónica combinación de los elementos acústicos de la palabra) entorpecen la redacción clara y eficaz. Una frase como ayer realicé fácilmente y rápidamente los ejercicios y después tranquilamente vi televisión; finalmente jugué Nintendo con mis amigos resulta difícil de soportar. Evitar ese abuso es bien sencillo: ayer realicé de forma fácil y rápida los ejercicios. Después, con tranquilidad, vi televisión; al final, jugué Nintendo con mis amigos. Se han utilizado siempre adverbios, pero sin la terminación “mente”.

- Preposiciones y conjunciones
Son palabras que se enlazan con otras palabras en la oración. Aunque se trata de unidades dependientes, sin autonomía, una preposición mal utilizada puede cambiar por completo el sentido de la frase: no es lo mismo cocina a gas que cocina de gas.

Las preposiciones pueden constar de una sola palabra (las conocemos bien: a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, según, sin, so, sobre, tras) o de dos o más palabras (debajo de, a través de, con rumbo a, detrás de, en medio de, en lugar de, por encima de, entre otras). Es interesante notar que tanto “cabe” como “so” han casi desaparecido y se han transformado en “junto a” y “debajo de”. Las preposiciones enlazan palabras diferentes, es decir, pueden combinarse con nombres o determinantes (vive en casa de sus tíos), o con verbos y adverbios (vive por allá).

Las conjunciones enlazan palabras de la misma clase: se sentían alegres y sorprendidos; ni hacés ni dejás hacer. Como veremos en el capítulo IV, las conjunciones pueden enlazar proposiciones en oraciones compuestas: Carmelo es guapo, pero fuma y bebe demasiado. Las conjunciones pueden estar formadas por una sola palabra (y, e, ni, que, o, u, aunque, pero, mas, pues, etc.) o por varias (es decir, sin embargo, siempre que, puesto que, ya que, con tal que, etc.).

- La interjección
Emilio Alarcos Llorach, en su libro Gramática de la lengua española, la define como “una clase de palabras autónomas que, a diferencia de los sustantivos, los adjetivos, los verbos y los adverbios, no se insertan funcionalmente dentro de la oración y constituyen por sí solas enunciados independientes”. En efecto, se trata de expresiones que comunican emociones como ánimo, alegría, molestia, sorpresa, asombro, dolor; también, sirven para llamar la atención de otra persona: ¡ay!, ¡oh!, ¡ah!, ¡adiós!, ¡Dios mío!, ¡Virgen santa!, ¡válgame!, ¡abrase visto!, ¡cáspita!, ¡zape!, ¡fuera!, ¡caracoles!, ¡otra!, ¡zas!, ¡olé!, ¡dale!, ¡bah!

Como ya se dijo, las interjecciones pueden formar por sí solas una oración: ¡ojalá!; ¡bravo! Pero también pueden aparecer acompañada de otras palabras: ¡Karina, cuidado!; ¡ay, hijo!; ¡ojalá me toque a mí! A veces, algunos adverbios pueden utilizarse como interjecciones: ¡Aquí!; ¡Bien!



ACTIVIDADES
- ¿A la mayor brevedad o con la mayor brevedad? ¿Olla a presión u olla de presión? ¿Paso de peatones o paso para peatones? ¿Veneno para ratas o veneno contra las ratas? ¿Me voy por siempre o me voy para siempre? Investiga los usos incorrectos de las preposiciones. Prepara una exposición oral en la que captes el interés de tus compañeras y compañeros.

4. Ejercicios

a) ¿Has oído hablar de los anagramas? Es una palabra “nueva” que se forma como resultado del desplazamiento de letras de una palabra. Por ejemplo, si traslado de sitio las letras de la palabra amor puedo obtener Roma. ¿Lo ves? Eso es un anagrama. De igual forma con “letras” puedo formar “lastre”; con “frase”, “fresa”; y con “cardiografía”, “radiográfica”. A continuación, aparece una lista de palabras de 12, 13 y hasta 14 letras. Tu misión: encontrar su anagrama correspondiente.

aguardentosa irónicamente
altisonancia ardientemente
armonización enérgicamente
certificable presuposición
conservación armoniosamente
enfriamiento conquistadores
imperdonable

b) Fíjate en la frase siguiente: Argentina, campeón mundial. ¿No notas algo raro? ¿Recuerdas qué estudiamos respecto al género de los nombres? En esta frase existe una discordancia genérica, pues el nombre “campeón” posee su correspondiente femenino, “campeona”, que debe concordar con el género de quien obtiene el campeonato: “Argentina” (igual que los nombres de países como España, Rusia, Suiza, China, Alemania y otros). La oración correcta es: Argentina, campeona mundial. ¿Por qué entonces el error? Es posible que quien escribió la frase haya tenido en mente la palabra “equipo”. Pero en ese caso la oración debió ser: el equipo argentino, campeón mundial.

A continuación hallarás otras frases que adolecen de algún error o imprecisión. Para facilitarte un poco el ejercicio, se ha subrayado la palabra que contiene la falta.

- Podemos afirmar que bajo estas circunstancias…
- Gigantes automotrices en pie de guerra.
- Juan Pablo II recibió mensajes de felicitación por la celebración de un año más al frente del trono de Pedro.
- Solicitaron la intervención de la premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú.
- Anglicanos con 32 mujeres sacerdotes.

c) Los lipogramas son textos que se elaboran al omitir voluntariamente determinada letra del abecedario. Lee el siguiente soneto, de Francisco J. Briz Hidalgo (disponible en http://www.elhuevodechocolate.com/palabras.htm):

Me propongo afrontar un nuevo reto,
con versos y palabras del pasado,
para ello la pluma he desempolvado
porque pretendo hacer un gran soneto.

Con ganas he encetado otro cuarteto,
puede ser que lo tenga superado,
mas aunque agora estoy algo cansado,
aún conservo fuerzas para un terceto.

Con tesón las trabas voy doblegando,
me restan cuatro versos y un terceto,
¡parece que esto ya se está acabando!

Como he empezado el segundo terceto,
llego al verso postrero preguntando:
¿de qué cosa carece este soneto?

Ahora te toca a ti. Intenta escribir un par de líneas sin utilizar determinada vocal (en el soneto no se ha utilizado la “i”) o consonante. Es menos difícil de lo que parece.

d) Se les llama “palabras comodín” a aquellas que se utilizan en cualquier situación o contexto. Actúan como sustitutas de palabras más precisas. Tales palabras pueden remplazarse por otras más adecuadas, que proporcionen un significado más exacto. Ejemplo:
Le encargaron que hiciera un poema con motivo del aniversario. La palabra comodín es “hiciera”. ¿Por cuál podemos sustituirla? Por compusiera, elaborara, escribiera.

A continuación encontrarás oraciones en las que se ha colocado en negrita la palabra comodín. Tu misión: encontrar la palabra más adecuada y sustituirla.
- La última película que ha hecho Almodóvar se estrenó en nuestro país en diciembre.
- La novela tiene tres capítulos bien diferenciados.
- Cuando lo vi, tuve una sensación de angustia muy fuerte.
- Me hicieron muchas preguntas.
- Los movimientos que realizaban las bailarinas eran bien sensuales.
- Necesito que me hagan un certificado médico.
- El martes finaliza el plazo para cambiarse de carrera.
- Hay rumores sobre su dimisión.
- El estudiante dijo sus ideas al respecto.
- Les dieron una beca para estudiar en el extranjero.
- El concejal dio buenas soluciones.
- Debes poner tu firma en todas las páginas.
- Se debe poner el nombre al inicio de la hoja.
- Es necesario poner unas normas mínimas de disciplina.

e) El día en que salió a la venta el último libro de Gabriel García Márquez, cuenta una persona que trabaja en una librería, pasó de todo con el título Memoria de mis putas tristes. La gente llamaba por teléfono para ver si se tenía a la venta.
– ¿Ya tienen esa novela de García Márquez?
– ¿Cuál?
– Esa de las memorias…
– Disculpe.
– La memoria de mis, usted sabe, tristes.
– No le entiendo.
– El libro nuevo, el de las muchachas alegres.

Y era la de nunca acabar. Hacían lo posible por no pronunciar esa “mala palabra”. ¿Qué opinas al respecto? ¿Existen las “malas palabras”? Discútelo en clase.

5. A mí no me quedó claro

Recuerda que las palabras poseen historia, muchos sentidos, y es importante saber utilizarlas de la manera más adecuada. A lo largo del capítulo, hemos revisado distintas clases de palabras: sustantivos, adjetivos, determinantes, adverbios, preposiciones, conjunciones e interjecciones. Si tienes aún alguna duda, puedes consultar otros libros de gramática o de redacción que te explicarán estos temas con otras palabras y ejemplos.

Y por si todavía no te quedó claro, te incluimos algunas palabras que en el texto principal encuentras subrayadas, y que pueden dificultar tu lectura por su significado, aquí van:
• Pantagruélico: de Pantagruel, personaje y título de una obra de François Rabelais (escritor francés del siglo XVI). Como adjetivo, se utiliza para designar una comida excesiva: este mediodía tuve un almuerzo pantagruélico.
• Inobjetable: que no se puede rebatir: todos los días se puede aprender algo, es una verdad inobjetable.
• Gramatical: que pertenece a la gramática o que se ajusta a sus reglas: vamos a darle a la palabra una mirada gramatical.
• Ambiguo: que puede entender de varias maneras y dar lugar a confusión: se conocen como nombres ambiguos: igual puede decirse el calor o la calor.
• Monosílabos: palabras de una sola sílaba; los estudiaremos con detenimiento en el capítulo III.
• Matiz: viene de “matizar”, palabra utilizada a partir del siglo XII para la pintura: combinación adecuada de colores. Con el tiempo, “matiz” ha pasado a significar “rasgo poco perceptible que da a algo un carácter determinado”. Algo así como una “pincelada” particular de un hecho: los adverbios se clasifican de acuerdo al carácter o matiz que se le desea dar a la acción señalada en el verbo.
• Inarmónica: sin armonía: conjunto de sonidos que resultan desagradables: la monotonía y la cacofonía resultan de la inarmónica combinación de los elementos acústicos de la palabra.

6. Para saber más…

- De nombres y nombres
El siguiente artículo apareció publicado el 3 de octubre del 2004 en el suplemento Revista Dominical, de La Prensa Gráfica. Pertenece a la periodista Blanca Abarca y nos cuenta hasta dónde puede llegar la ocurrencia (¿o se trata de creatividad?) a la hora de nombrar lugares. Léelo y coméntalo en clase. ¿Qué opinas al respecto? ¿Conoces algunos otros nombres divertidos de personas o lugares?

Dime dónde vives y te diré qué es

Julia Lisset Monge provoca toda suerte de reacciones cada vez que le piden la ubicación de su domicilio. Cuando responde, unos se paralizan. Otros se ponen serios. La mayoría piensa que es una bromista. Al final, todos acaban diciéndole: “¿Perdón, dónde dice que vive?”. Esta morena de 22 años y grandes ojos reside en Peor es Nada, una aldea de Cupinco en Olocuilta, La Paz.
A la maestra Brenda García le pasa lo mismo. Desde hace más de una década dirige el Centro Escolar República Federal de Alemania, un pequeño plantel rural ubicado entre Calzontes Arriba y Calzontes Abajo, en Santa Ana. “Toda la gente se burla del nombre del poblado”, admite.
Como ellas, muchos moradores han aprendido a sobrellevar la comicidad de sus lugares de origen o de residencia. ¿Pero a quién se le ocurrió llamar a un asentamiento poblacional El Gling (en Platanares, de Guaymango, Ahuachapán), El Fin (en San Luis, de San Sebastián Salitrillo, Santa Ana), El Shiste (en Metapán, Santa Ana) o El Sobaco (en Amatitán Arriba, de San Esteban Catarina, San Vicente)?

Cuatro tendencias
Edwin Segura, responsable de LPG Datos, identifica al menos cinco grandes grupos toponímicos: “Los de santos, los patronímicos, los indígenas, los geográficos y los raros”.
Después de una revisión, Segura calculó que hay 2,622 lugares dedicados a algún hombre o mujer que vivió en santidad. Entre estos el toponímico más común es San Antonio (con 223 poblados).
Luego está San José (220 lugares, incluyendo dos llamados San Josecitos). En tercero está San Francisco con 142 sitios (sumando dos San Francisquitos). Entre tantos nombres extraños –como los jamás canonizados San Francisco Morazán (Chalatenango), San Francisco Menéndez (Ahuachapán) y Santa Olaya (Tejutepeque, Cabañas)–, al responsable de LPG Datos le llama la atención que de entre los 16,825 caseríos del país solamente hay uno con el nombre de Atlacatl y uno llamado Fidel Sánchez Hernández.
En el grupo de toponímicos geográficos, el país da muestras de mucho ingenio. Así encontramos: Monte Redondo, Barranca Honda, Chorro Arriba, La Pandeadura, La Hulera, El Botadero, La Angostura, Piedras Pachas, Mal Paso, El Fin, Sube y Baja, Loma y Media. Ni hablar de los extravagantes poblados: Y Griega (Texistepeque, Santa Ana); Quitacalzón (Jiquilisco, Usulután), Cagalero (Masahuat, Santa Ana), Guines (San Luis, de San Sebastián Salitrillo, Santa Ana) o El Caliche (Metapán, Santa Ana).

De híbridos y referencias
A Ramón Rivas –antropólogo y catedrático universitario– no le resultan “extraños” muchos nombres de asentamientos salvadoreños. “Hay que partir de nuestra historia prehispánica y colonial”, razona. Para Rivas existen al menos cuatro categorías de toponímicos en el país: indigenismos, híbridos (indígena-castellano), aquellos que han sufrido transformaciones y los que usan puntos de referencia.
En el primer grupo figuran aquellos poblados con fuertes raíces pipil-yaquis, chortís, ulúas, lencas, cacaoperas, entre otros. Tal es el caso de Cujucuyo, Yucuaiquín, Polorós, Anal Arriba y Anal Abajo. Estos últimos no hacen referencia a ninguna anatomía humana o veterinaria. Se trata de un poblado de Nahuizalco que en náhuatl significa recoger algo.
Los híbridos son el resultado de la política de asimilación de los conquistadores. “Los españoles no cambiaron completamente los nombres (nativos) existentes, sino que agregaron el nombre de algún santo. Así surgieron: San Juan Talpa, San Francisco Chinameca, San Pedro Masahuat”, comenta.
En los toponímicos transformados están aquellos que por descuido oral o escrito ha desaparecido la raíz prehispánica y se ha conservado sólo el nombre colonial o al revés. Tal es el caso de Calzontes Arriba y Calzontes Abajo. Contrario a lo que muchos imaginan, no es una norma de vestir. Más bien es un complejo toponímico. La primera parte (Calzonte) es una deformación del nombre indígena “Calzontle” (“en casa del juez, del que ordena, del que manda”). Mientras que su complemento hace referencia a la ubicación geográfica del poblado con respecto a las colinas santanecas. Y, hablando de puntos de referencia, no hay como Mango Mocho (Comecayo, Santa Ana), 5 Ceibas (Izcaquillo, de Atiquizaya, Ahuachapán), Peor es Nada (Olocuilta, La Paz) o Cantarrana (Santa Ana).
Sobre Peor es Nada, los moradores cuentan que la aldea debe su nombre a una pequeña y antigua finca que sirve de referencia para propios y extraños. Esta fue bautizada bajo la premisa de que es mejor una manzana de terreno a tener nada. La propiedad tiene, desde hace dos años, nuevo dueño: Carlos Díaz, un capitalino que no está dispuesto a cambiarle nombre a su particular tesoro.
Cantarrana, que no es un nombre autóctono, es una ingeniosa descripción de la zona. “Hace una década se escuchaba a toda hora el canto de las ranas”, explica Livis Dinorah López. Hoy en día, el croar de los anfibios persiste... pero con menor frecuencia. Es el precio de la presión urbana.
La lista de nombre curiosos puede ser extensa. De hecho el país tiene casi una aldea por cada kilómetro cuadrado. (En los 20,004 kilómetros cuadrados del país, hace tres décadas había 16,825.). Hoy en día no hay un inventario actualizado. El Centro Nacional de Registro (CNR) calcula que el próximo año podría tener lista una nómina completa de todos los lugares del país. Será la nueva versión del Diccionario Geográfico Nacional. La edición vigente, de dos tomos, data de la década de los 70. “Ese diccionario todavía señala que en Comalapa se construirá el aeropuerto internacional”, comenta con ironía el presidente del CNR, Félix Garrid Safie, para ilustrar la desactualización del volumen.
La revisión de nombres e incorporación de nuevas localidades estará a cargo del Instituto Geográfico y del Catastro Nacional (IGNCN), dependencia del CNR. Hasta ahora se ha revisado gran parte del país. “Nos faltan Morazán y La Unión”, comenta Gracia Peña, directora del IGNCN. Al concluir esta labor, los salvadoreños podrán empaparse de los orígenes de sus poblados y tener una mejor ubicación geográfica... No vaya a ser que cuando vayan rumbo a Nariz de Diablo (San José Gualozo, de Chirilagua, San Miguel) se topen con las Ánimas Arriba (Zacatecoluca), antes de caer en Calavera (Cacaopera, Morazán).

De agua, montes y otras hierbas
El agua es inspiradora. Al menos en la toponimia salvadoreña. Existen al menos 117 combinaciones de poblados con este líquido. Estas se basan principalmente en la coloración, sabor, profundidad y temperatura: Agria, Salada, Blanca, Zarca, Caliente, Fría, Helada, Tibia, Escondida, Fuerte, Sucia, Chuca, Shuca y Pacha. También hay compuestos muy curiosos: Tacanagua, Tepeagua, Tronalagua y Salalagua.
La imaginación en cuanto a las elevaciones también es singular. Así tenemos Monte Oscuro, Redondo, Lindo, de Oro, Fresco, Mayor, entre otros. En tema de naciones legendarias tampoco nos quedamos atrás. En El Salvador encontramos desde La Atlántica, Shangrila, Olimpia, Alsacia, Noruega, California, Himalaya, Suiza, Cartago, La California, Liberia, Nueva York, hasta Varsovia.

Nombres de animales, frutas, actividades humanas, fechas, familias o personajes locales también han sido útiles a la hora de bautizar una localidad. Si no, pregúntele a los habitantes de El Desprecio, Parto Fino, Shansapo, El Zope, La Manuel Gomar, Los Chomos, Fraijianes, Sonia América, 5 de Mayo, Matala, El Desperdigo, La 20, Claudia Lars, Tequendama, El Carrasposo, Mango Mocho, Cuchamper, Chiripa o Mi Casita Pringa de Oro.

- ¿Y los pronombres?
Cuando se estudiaron las clases de palabras, se advirtió que no se hablaría del verbo porque sería retomado en páginas posteriores. Sin embargo, nada se menciona acerca de los pronombres, esas palabras que la gramática tradicional define como “sustitutos del nombre”. Dediquémosles ahora algunas líneas para aumentar los conocimientos al respecto.

Ciertamente los pronombres pueden aparecer en la oración en lugar de una palabra o incluso de toda una oración. Por ejemplo: ¿Cómo se llama esa chera? No lo sé. Lo: cómo se llama esa chera. Pero, no deben confundirse con los determinantes y los adjetivos que estudiamos antes: esta camisa es mía (determina al nombre “camisa”); eso me llenó de alegría (pronombre que sustituye el motivo de su alegría: recibió una buena noticia, se encontró con una amiga, se ganó la lotería, etc.).

Los pronombres pueden ser demostrativos (esto, eso y aquello; recordemos que las otras formas las estudiamos como determinantes demostrativos), indefinidos (alguien, nadie, algo, nada, unos, otro(s), todo), relativos (que, quien, el cual, la cual, cuyo, cuya y sus plurales), interrogativos y exclamativos (qué, quién, quiénes) y personales (yo, tú, usted, él, ella, ello, vos, nosotros, nosotras, vosotros, vosotras, ustedes, ellos, ellas). Recordemos que estos últimos pueden desempeñar la función de sujeto en la oración, así como la de complementos directos e indirectos (lo, la, los, las, le, les, me, te, nos, os).

Insistimos en que un aspecto importante es saber diferenciar los pronombres de los determinantes, ya que en la mayoría de casos se trata de la misma palabra, pero que desempeña una función distinta. Por ejemplo, en la oración todos los platos están sucios; lavaré algunos, ¿algunos está como pronombre o como determinante? Razonemos. Si estuviera como pronombre, tendría que aparecer en lugar de un nombre, para el caso “platos”. Sin embargo, nos damos cuenta de que, aunque ese sustantivo no se ve en la oración, se halla tácito, por lo que no es un pronombre. La oración puede leerse como todos los platos están sucios; lavaré algunos platos, con lo que resulta evidente que “algunos” se encuentra determinando al nombre “platos”. Un ejemplo más: alguien me pidió tu teléfono. ¿Qué nombres tenemos en la oración? Únicamente “teléfono”. ¿Está la palabra “alguien” determinando ese sustantivo? Es evidente que no, ya que “teléfono” ya tiene el determinante “tu”. ¿Entonces se trata de un pronombre? ¿En lugar de qué puede estar? Exacto: el nombre de una persona, digamos Mirna o Julio. La persona no quiere especificar de quién se trata o no lo sabe, por eso se limita a expresar “alguien”, un claro pronombre. ¿Captas el sentido? Practica en clase lo necesario.

- Lenguaje inclusivo
El uso de un vocablo o de otro denota una ideología. La fuerza del significado de un término y la infinita posibilidad de combinación de las palabras refleja determinada postura y nos da pistas de cómo piensa quien habla o escribe. Toda ideología aspira a dominar a una persona y ese dominio encuentra su primera forma presencial en el lenguaje. Discurso es poder. De allí que la responsabilidad que tienen aquellos y aquellas que trabajan con la palabra como herramienta para generar opinión sea enorme. Claro, también nosotros tenemos buena cuota de compromiso en el asunto. No existen las palabras neutras ni los discursos vacíos de intención.

Como el lenguaje es un producto social e histórico que influye en nuestra percepción de la realidad, que condiciona nuestro pensamiento y visión de mundo, es apropiado tomar en cuenta algunos consejos para utilizarlo de manera respetuosa. La idea es ser considerado con todas las personas al momento de usar nuestro lenguaje, borrar elementos discriminatorios y buscar influir positivamente en los comportamientos humanos.

Un aspecto que se ha trabajado bastante es la erradicación del lenguaje sexista y la apertura a un lenguaje más bien inclusivo. ¿Por qué utilizar el hombre, los salvadoreños, los escritores para referirnos tanto a personas del sexo masculino como femenino? ¿Por qué utilizamos expresiones como señorita Xiomara pero no señorito Fernando? Conscientes o no, cuando hacemos uso de esas formas discriminamos a las mujeres, pues no las mencionamos, o la hacemos con palabras en masculino o subordinadas a los hombres.

Para evitarlo, en un primer momento se echó mano del recurso de la arroba: @. Así, circularon documentos en los que podía leerse niñ@ y se aseguraba que allí se incluían a “niños y niñas”. ¿Bastante extraño, no? La arroba es una medida de peso equivalente a 11,502 kg. La expresión pesar por arrobas equivale a pesar por montones. También, la @ se usa en las direcciones de correo electrónico, pero tiene otra función, más bien como símbolo para indicar el dominio de determinado sitio: manuelvelascoc@hotmail.com, que puede leerse como la dirección electrónica del usuario manuelvelascoc pertenece al dominio de hotmail. ¿Pero la @ como referencia a “doble sexo” o “inclusión de género”? No se encuentra por ningún lado. Por ello, pronto se descartó esa forma y, hoy en día, prácticamente ha caído en desuso. Así debe ser, pues lejos de resolver el problema lo acentúa más, y de alguna manera la @ vuelve más evidente la omisión del género femenino.

Otro recurso que se utiliza con regular frecuencia es la barra inclinada ( / ). Sin embargo, da tremendos dolores de cabeza: los/as alumnos/as asistirán con sus profesores/as y directores/as al evento que los/as directivos/as han preparado con motivo de… Al final, igual se muestra la diferencia en el lenguaje y se mantiene la subordinación del género femenino por debajo del masculino, enfatizada esta vez por la barra inclinada. Y ni hablar de lo difícil que se vuelve leer semejante frase.

Una solución al problema es utilizar vocablos de significado colectivo. Es decir, en lugar de los niños puede decirse la niñez o la infancia; el personal de limpieza en vez de las mujeres de la limpieza (¿es que no existen hombres dedicados a ello?); el personal médico o el personal de salud en lugar de el médico y las enfermeras (¿acaso no hay médicas y enfermeros?), por mencionar algunos ejemplos.

Otra posibilidad es combinar diferentes estrategias: utilizar una palabra en masculino y la otra en femenino, vocablos de significado colectivo, perífrasis y circunloquios, incluso la barra inclinada. Ejemplo:

Estimado alumno:
Estimada alumna:

Reciba un cordial saludo del consejo de dirección. Por este medio le informamos que el cuerpo docente desea distinguirla/o con una condecoración por su alto rendimiento académico.

Se han utilizado vocablos de significado colectivo en consejo de dirección (en lugar de sólo director) y cuerpo docente (por profesor). Además, se ha usado doble saludo en masculino y femenino (estimado alumno, estimada alumna) y la barra inclinada (distinguirla/o), anteponiendo la “a” del femenino, algo perfectamente válido.

Por otro lado, el lenguaje respetuoso incluye la consideración hacia etnias y grupos sociales. Así, deben evitarse expresiones despectivas del tipo trabajo de chinos, lleva una vida de gitano. Igual sucede con negro o maricón, ya que contamos con formas más respetuosas: afroamericano, caribeño, africano; homosexual, por mencionar sólo algunas.

En conclusión: es necesario buscar el respeto para todas y todos a través del lenguaje, sin perder de vista el sentido común. No lo olvidemos: el poder de la palabra alcanza los dominios de la ideología y del control social. En lo que respecta a este libro, se ha tratado de respetar a los posibles lectores y lectoras. ¿Lo has notado? ¿Qué te ha parecido?

II. Leo, qué leo

1. Ventana hacia el descubrimiento

Imagina lo siguiente: un hombre se halla en su vehículo a la espera de la luz verde del semáforo. De pronto, “un mar de leche” inunda sus ojos. Mira todo blanco hasta que queda ciego. Una ceguera peculiar: nunca ve sombras o manchas negras; todo es claro. Pero no puede ver. Otro hombre lo ayuda a llegar a casa, y al comprobar su condición le roba el carro. A las pocas horas, este ladrón también queda ciego, al igual que cientos de personas en la ciudad. Poco a poco, “la ceguera blanca” se vuelve una terrible epidemia…

Imagina esto otro: un hombre llamado Gregorio Samsa despierta, después de un sueño intranquilo, convertido en un insecto. Posee un duro caparazón, innumerables patas y la sábana que apenas lo cubre está a punto de caer al suelo. Pronto, uno de sus padres vendrá a su habitación y lo verá así…

Imagina también esto: Edad Media. Una larga fila de caballeros se encuentra a la espera de que Carlomagno, rey de los francos, los inspeccione. De pronto, el monarca se planta frente a un hidalgo de armadura blanca, limpia, bien conservada, brillante. Como no descubre su rostro, Carlomagno, molesto, lo increpa: “¡¿Cómo es que no mostráis la cara a vuestro rey?!”. A lo que el caballero responde con voz hueca: “Porque yo no existo”. En efecto, la armadura está vacía, adentro no se ve persona alguna…

¿Te parecen interesantes las historias? Se trata de los libros “Ensayo sobre la ceguera”, (José Saramago), “La metamorfosis” (Frank Kafka) y “El caballero inexistente” (Ítalo Calvino). ¿Has leído alguna de estas novelas o algún otro libro de estos autores?

Para muchas personas, leer es una grata experiencia. No pueden vivir sin leer. O al menos sienten que viven mejor cuando cuentan con alguna historia que los mueve de lugar con la única ayuda de su imaginación.

Fíjate en estos textos, son parte de los inicios de algunas historias. Nota cómo desde el primer momento nos transmiten emociones, imágenes, ambientes y personajes. Cada texto desarrolla un tema muy distinto. Trata de imaginar qué vendrá después, y mira cuáles te resultan más interesantes.

El barrio donde vivía Horacio se llamaba “El jardín del Príncipe”. Una vez, el niño le preguntó a su papá dónde andaba ese príncipe. –En los cuentos –contestó su padre mirándolo fijamente a la cara y pronunciando muy despacio las palabras. Horacio era sordo. Pero no de nacimiento. Tuvo una enfermedad cuando era pequeño. Los sonidos se fueron entonces, de repente. Horacio se acordaba de algunos, como la voz de su mamá y la de su papá, sobre todo cuando le enseñaba a jugar al fútbol y decía: “Corre, Horacio, corre, dale fuerte”. Recordaba, como en sueños, el maullido de su gato Raimundo, la recia música de los aguaceros y el ruido de la corneta, que ponía a su mamá los pelos de punta.
(Gloria Cecilia Díaz, Óyeme con los ojos)


En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales. Aquí relataremos su historia. Se llamaba Jean-Baptiste Grenouille y si su nombre, a diferencia del de otros monstruos geniales como De Sade, Saint-Just. Fouché, Napoleón, etcétera, ha caído en el olvido, no se debe en modo alguno a que Grenouille fuera a la zaga de estos hombres célebres y tenebrosos en altanería, desprecio por sus semejantes, inmoralidad, en una palabra impiedad, sino a que su genio y su única ambición se limitaban a un terreno que no deja huellas en la historia: al efímero mundo de los olores.
(Patrick Süskind, El perfume)

El tango argentino se baila en París, el bikutsi camerunés en Dakar, la salsa cubana en Los Ángeles, Mac Donald’s sirve sus hamburguesas en Pekín y Cantón sirve su cocina en el Sho. El arte zen de la arquería estremece el alma germánica. La baguette parisiense conquistó el África occidental. En Bombay ven al Papa por Mundovisión. Los filipinos lloran en directo las exequias de la princesa de Gales. La expresión “mundialización de la cultura” designa esta circulación de productos culturales de alcance global que suscita reacciones contrarias.
(Jean-Pierre Warnier, La mundialización de la cultura)


Mil novecientos veinte, yo bailaba con Carmen.
Entonces no era Carmen, se llamaba Jacinta.
Envuelto en fuego oscuro se hallaba su cabello,
se vestía de seda, charol y terciopelo.
Jacinta era elegante con la misma elegancia
de un jazmín en el centro de un parque abandonado.
Dos meses duró el baile, ambos meses nocturnos,
debió de ser septiembre prolongado hasta octubre.

Luego vino noviembre y otra luz más extensa
trajo otra vez a Carmen: se llamaba Fernanda.
Con Fernanda bailamos las tardes de domingo,
íbamos a los parques como bellos fantasmas
que traspasaban todo. Éramos las ventanas
donde un mar escondía su horizonte de islas.
Su cuerpo agonizaba con el cielo al crepúsculo,
se volvía una ola, yo era un grito de arena.
Allá en el treinta y dos se fue de nuestra casa,
quiso andar con los muertos que venían del polvo,
se marchó en un instante, no pude darme cuenta,
entonces era enero y creí que era el viento,
que el viento era esas voces que llenaban el día
con extraños lamentos, nunca oídos más tristes.
Si escucho en los follajes todavía la escucho.
La vida es una niña ultrajada por sombras.
(Jorge Galán, Monólogo dulcísimo del abuelo en penumbra )


En los viejos, viejos tiempos, cuando los hombres hablaban todavía muchas otras lenguas, ya había en los países ciudades grandes y suntuosas. Se alzaban allí los palacios de reyes y emperadores, había en ellas calles anchas, callejas estrechas, callejuelas intrincadas, magníficos templos con estatuas de oro y mármol dedicadas a los dioses; había mercados multicolores, donde se ofrecían mercaderías de todos los países y plazas amplias, donde la gente se reunía para comentar las novedades y hacer o escuchar discursos. Sobre todo, había allí grandes teatros. Tenían el aspecto de nuestros circos actuales, sólo que estaban hechos totalmente de sillares de piedra. Las filas de asientos para los espectadores estaban escalonadas como en un gran embudo. Vistos desde arriba, algunos de estos edificios eran totalmente redondos, otros más ovalados y algunos hacían un ancho semicírculo. Se les llamaba anfiteatros.
(Michel Ende. Momo)


Algunas personas aseguran que si no fuera por las historias que leen estarían locos, presos o muertos. Tanta es la manera en que los ha marcado. De pronto una narración o un poema les mostró un camino inexplorado, una posibilidad que hasta entonces no habían tomado en cuenta, una forma diferente de entender la vida. Y les cambió el rostro del alma para siempre. ¿Un tanto exagerado, quizá? Lo cierto es que leer puede volverse una actividad apasionante y puede resultar hasta divertido. Se siente bien recostarse en la cama con un buen libro en la mano (de esos que no se pueden dejar de leer) y sumergirse por completo en una historia.

Mira lo que plantean estas otras escrituras, que desde su inicio invitan a ser leídas…

Henri-Maximilien Ligre proseguía, a pequeñas etapas, su camino hacia París. De las contiendas que oponían al Rey y al Emperador, lo ignoraba todo. Únicamente sabía que la paz, que databa tan solo de unos meses, empezaba ya a deshilacharse como un traje usado durante mucho tiempo.
(Marguerite Yourcenar, Opus Nigrum)


Pienso en Tomás desde hace años, pero no había logrado verlo con claridad hasta que me iluminó esta reflexión. Lo vi de pie junto a la ventana de su piso, mirando a través del patio hacia la pared del edificio de enfrente, sin saber qué debe hacer.
Se encontró con Teresa hace unas tres semanas en una pequeña ciudad checa. Pasaron juntos apenas una hora. Lo acompañó a la estación y esperó junto a él hasta que tomó el tren. Diez días más tarde vino a verle a Praga. Hicieron el amor ese mismo día. Por la noche le dio fiebre y se quedó toda una semana con gripe en su casa.
(Milán Kundera, La insoportable levedad del ser)


Escribiré mi informe como si contara una historia, pues me enseñaron siendo niño que la verdad nace de la imaginación. El más cierto de los episodios puede perderse en el estilo del relato, o quizá dominarlo: como esas extrañas joyas orgánicas de nuestros océanos, que si las usa una determinada mujer brillan cada día más, y en otras en cambio se empañan y deshacen en polvo. Los hechos no son más sólidos, coherentes, categóricos y reales que esas mismas perlas; pero tanto los hechos como las perlas son de naturaleza sensible. No soy siempre el protagonista de la historia, ni el único narrador. No sé en verdad quién es el protagonista: el lector podrá juzgar con mayor imparcialidad.
(Ursula K. Le Guin, La mano izquierda de la oscuridad)


¿Encontraría a la maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida, como yo, de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.
(Julio Cortázar, Rayuela)


Dos de los tres han muerto desde que me fui de Oxford, y eso me hace pensar, supersticiosamente, que quizá esperaron a que yo llegara y consumiera mi tiempo allí para darme ocasión de conocerlos y para que ahora pueda hablar de ellos. Puede, por tanto, que –siempre supersticiosamente– esté obligado a hablar de ellos. No murieron hasta que yo dejé de tratarlos. De haber seguido en sus vidas y en Oxford (de haber seguido en sus vidas cotidianamente), tal vez aún estuvieran vivos. Este pensamiento no es solo supersticioso, es también vanidoso. Pero para hablar de ellos tengo que hablar también de mí, y de mi estancia en la ciudad de Oxford. Aunque el que habla no sea el mismo que estuvo allí. Lo parece, pero no es el mismo.
(Javier Marías, Todas las almas)
Entre los mil rostros que este fulgor teñía de escarlata había uno que parecía absorto, como ningún otro, en la contemplación de la bailarina. Se trataba de una figura de hombre, austera, serena, sombría. Aquel hombre, cuya ropa quedaba oculta por la gente que le rodeaba, no tendría más allá de los treinta y cinco años; era calvo y apenas si algún mechón de pelo ralo y gris aparecía en sus sienes. Su frente se veía surcada de incipientes arrugas, pero los ojos hundidos denotaban una juventud extraordinaria, una vida ardorosa y una profunda pasión. Los mantenía prendidos en la gitana y mientras la alocada joven de dieciséis años bailaba y revoloteaba para satisfacción de todos, los pensamientos de aquel hombre se tornaban más sombríos. A veces una sonrisa y un suspiro se encontraban juntos en sus labios, resultando la sonrisa más dolorosa que el suspiro.
La muchacha se detuvo por fin, jadeante, y el pueblo la aplaudió con delirio.
– Djali -dijo de pronto la gitana.
Entonces Gringoire vio llegar a una linda cabrita blanca, espabilada, ágil, lustrosa, con cuernos dorados, pezuñas doradas, y un collar dorado. No la había visto hasta entonces, pues había estado echada todo el rato en un rincón de la alfombra, mirando bailar a su ama...
(Víctor Hugo, Nuestra Señora de París)


Algunas personas aseguran que leer es aburrido y una pérdida de tiempo. Quizá no han hallado un libro que les haga cambiar de opinión, porque no se han detenido a buscarlo. O quizá no les interesa ir más allá del ambiente inmediato en el que se encuentran. Sin embargo, son muchísimas las personas que opinan todo lo contrario.

Creo que nada sustituye a la lectura de un texto, nada reemplaza
la memoria de un texto, nada, ningún juego.
Marguerite Duras

Cuando oigo que alguien tiene el hábito de la lectura,
estoy predispuesto a pensar bien de él.
Nicolás de Avellaneda


La lectura es la gran proveedora de argumentos,
la clave para que los demás te escuchen.
Gran Wyoming


La lectura supone capacidad de conocer, de abrir la mente, de cuestionar tus propias ideas, ser más universal y aumentar tu caudal de expresión y de ideas.
Cristina Almeida


El mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee.
Umberto Eco

Actividad
1. ¿Y tú qué opinas de la lectura? Crea tu propia frase y escríbela. Podrías pasar al frente y compartirla con los demás.
2. Lleva a la clase tu libro preferido y cuenta por qué es el que más te gusta. Luego, elige a un compañero o compañera y préstaselo. Al final del curso, deberá devolvértelo… leído, claro.
3. En los textos que te hemos presentado subraya aquellas palabras que desconoces y búscalas en el diccionario. Aprovecha y aumenta tu vocabulario. Al final del curso, lo agradecerás.

2. Para leer mejor

Abrí por ti mi corazón entero
y en él pudiste ver sin velo alguno.
Lo que hacerme sentir pudo ninguno
sintió por ti mi corazón sincero.

Amor entre los grandes el primero:
amor de aquellos que entre mil hay uno.
Se te ofreció inocente y fue importuno.
y lo calló tu voluntad de acero.

¿Por qué quieres vivir vida divina
si de la forma humana estás vestido?
¿Acaso el mismo Dios no se adivina

tras de la oscura puerta del sentido?
Si el alma entre la carne va escondida,
¿por qué este empeño en sofocar la vida?

El soneto que acabas de leer es de Claudia Lars (disponible en http://www.utec.edu.sv/opiniones/erotismo_poesia.htm). ¿Comprendes qué quiere expresar? ¿De qué habla?

En los primeros versos, la poetisa asegura que le entregó sin reservas su corazón a una persona, alguien por quien sintió el más grande amor. Sin embargo, en los versos seis y siete le dice que el amor ofrecido no fue bien recibido (“se te ofreció inocente y fue importuno”) y que prefirió mantenerlo en silencio o relegado (“lo calló tu voluntad de acero”). ¿Qué habrá sucedido? ¿Por qué pasó así? ¿A qué puede referirse Claudia Lars cuando escribe “vida divina”? ¿Quién quiere vivir así pese a su “forma humana”? ¿Por qué esa referencia a Dios? ¿Cuál es el reclamo que la escritora hace en el cierre del poema?

Para llegar a ser un apasionado por la literatura, es necesario tomar en cuenta que leer es descifrar, descubrir, sospechar. Hay que dejarse fascinar, encantar, incluso afectar y transformar. Es claro que la actividad de leer nunca es pasiva; de allí que resulta tan atractiva para algunos… y tan aburrida para otros. Sobre todo para quienes no les gusta pensar y quieren que sea el docente quien lo explique todo, paso a paso.

Si se quiere disfrutar la lectura, se debe tener paciencia. Hay quienes no comprenden una palabra, frase, expresión o párrafo que aparece en las primeras líneas o páginas de determinado texto y enseguida se cruzan de brazos, se cierran, afirman “es por de más, no entiendo”. No hacen el mínimo esfuerzo de consultar un diccionario, se fastidian rápidamente (“no tengo todo el tiempo del mundo”) y ni siquiera se les ocurre pensar que a lo mejor la persona que escribe ha creado a propósito su texto de esa forma, para sorprender a quien lee a medida avanza con la lectura.

Se debe alejar la idea de una lectura posesiva, simplista, que trae el modelo o los pasos a seguir. No es posible aprender a leer con una receta. De igual manera, debemos recordar que la lectura obsesivamente ordenada, donde se busca que cada personaje, cada escena tenga lógica y esté en su lugar, muchas veces no sucederá. Quienes escriben suelen sorprendernos y, en ocasiones, la falta de orden se transforma posteriormente en una estrategia para contar la historia.

Hay que hacer un esfuerzo. Hay que tomar el riesgo y atreverse a descubrir. Hay que encontrar las posibles soluciones al enigma que la escritora o el escritor nos plantea. Ya lo sabemos: una actitud cómoda e indiferente no ayuda.

Fijémonos, entonces, en el cuento “El corazón delator”, de Edgar Allan Poe (disponible en http: //www.poe.netfirms.com/poe10.htm). Intentemos descifrar su código.
¡Es verdad! Soy nervioso, terriblemente nervioso. Siempre lo he sido y lo soy, pero, ¿podría decirse que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, no los había destruido ni apagado. Sobre todo, tenía el sentido del oído agudo. Oía todo sobre el cielo y la tierra. Oía muchas cosas del infierno. Entonces, ¿cómo voy a estar loco? Escuchen y observen con qué tranquilidad, con qué cordura puedo contarles toda la historia.
Me resulta imposible decir cómo surgió en mi cabeza esa idea por primera vez; pero, una vez concebida, me persiguió día y noche. No perseguía ningún fin. No había pasión. Yo quería mucho al viejo. Nunca me había hecho nada malo. Nunca me había insultado. No deseaba su oro. Creo que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre. Era un ojo de un color azul pálido, con una fina película delante. Cada vez que posaba ese ojo en mí, se me enfriaba la sangre; y así, muy gradualmente, fui decidiendo quitarle la vida al viejo y quitarme así de encima ese ojo para siempre.
Pues bien, así fue. Usted creerá que estoy loco. Los locos no saben nada. Pero debería haberme visto. Debería usted haber visto con qué sabiduría procedí, con qué cuidado, con qué previsión, con qué disimulo me puse a trabajar. Nunca había sido tan amable con el viejo como la semana antes de matarlo. Y cada noche, cerca de medianoche, yo hacía girar el picaporte de su puerta y la abría, con mucho cuidado. Y después, cuando la había abierto lo suficiente para pasar la cabeza, levantaba una linterna cerrada, completamente cerrada, de modo que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Cómo se habría reído usted si hubiera visto con qué astucia pasaba la cabeza! La movía muy despacio, muy lentamente, para no molestar el sueño del viejo. Me llevaba una hora meter toda la cabeza por esa abertura hasta donde podía verlo dormir sobre su cama. ¡Ja! ¿Podría un loco actuar con tanta prudencia? Y luego, cuando mi cabeza estaba bien dentro de la habitación, abría la linterna con cautela, con mucho cuidado (porque las bisagras hacían ruido), hasta que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Hice todo esto durante siete largas noches, cada noche cerca de las doce, pero siempre encontraba el ojo cerrado y era imposible hacer el trabajo, ya que no era el viejo quien me irritaba, sino su ojo. Y cada mañana, cuando amanecía, iba sin miedo a su habitación y le hablaba resueltamente, llamándole por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Por tanto verá usted que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que cada noche, a las doce, yo iba a mirarlo mientras dormía.
La octava noche, fui más cuidadoso cuando abrí la puerta. El minutero de un reloj de pulsera se mueve más rápido de lo que se movía mi mano. Nunca antes había sentido el alcance de mi fuerza, de mi sagacidad. Casi no podía contener mis sentimientos de triunfo, al pensar que estaba abriendo la puerta poco a poco, y él ni soñaba con el secreto de mis acciones e ideas. Me reí entre dientes ante esa idea. Y tal vez me oyó porque se movió en la cama, de repente, como sobresaltado. Pensará usted que retrocedí, pero no fue así. Su habitación estaba tan negra como la noche más cerrada, ya que él cerraba las persianas por miedo a que entraran ladrones; entonces, sabía que no me vería abrir la puerta y seguí empujando suavemente, suavemente.
Ya había introducido la cabeza y estaba para abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló con el cierre metálico y el viejo se incorporó en la cama, gritando: ¿Quién anda ahí?
Me quedé quieto y no dije nada. Durante una hora entera, no moví ni un músculo y mientras tanto no oí que volviera a acostarse en la cama. Aún estaba sentado, escuchando, como había hecho yo mismo, noche tras noche, escuchando los relojes de la muerte en la pared.
Oí de pronto un quejido y supe que era el quejido del terror mortal, no era un quejido de dolor o tristeza. ¡No! Era el sonido ahogado que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Yo conocía perfectamente ese sonido. Muchas veces, justo a medianoche, cuando todo el mundo dormía, surgió de mi pecho, profundizando con su temible eco, los terrores que me enloquecían. Digo que lo conocía bien. Sabía lo que el viejo sentía y sentí lástima por él, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Sabía que él había estado despierto desde el primer débil sonido, cuando se había vuelto en la cama. Sus miedos habían crecido desde entonces. Había estado intentando imaginar que aquel ruido era inofensivo, pero no podía. Se había estado diciendo a sí mismo: "No es más que el viento en la chimenea, no es más que un ratón que camina sobre el suelo", o "No es más que un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de convencerse de estas suposiciones, pero era en vano. Todo en vano, ya que la muerte, al acercársele se había deslizado furtiva y envolvía a su víctima. Y era la fúnebre influencia de aquella imperceptible sombra la que le movía a sentir, aunque no veía ni oía, a sentir la presencia dentro de la habitación.
Cuando hube esperado mucho tiempo, muy pacientemente, sin oír que se acostara, decidí abrir un poco, muy poco, una ranura en la linterna. Entonces la abrí –no sabe usted con qué suavidad– hasta que, por fin, su solo rayo, como el hilo de una telaraña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo del buitre.
Estaba abierto, bien abierto y me enfurecí mientras lo miraba, lo veía con total claridad, de un azul apagado, con aquella terrible película que me helaba el alma. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo, ya que había dirigido el rayo, como por instinto, exactamente al punto maldito.
¿No le he dicho que lo que usted cree locura es solo mayor agudeza de los sentidos? Luego llegó a mis oídos un suave, triste y rápido sonido como el que hace un reloj cuando está envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latido del corazón del viejo. Aumentó mi furia, como el redoblar de un tambor estimula al soldado en batalla.
Sin embargo, incluso en ese momento me contuve y seguí callado. Apenas respiraba. Mantuve la linterna inmóvil. Intenté mantener con toda firmeza la luz sobre el ojo. Mientras tanto, el infernal latido del corazón iba en aumento. Crecía cada vez más rápido y más fuerte a cada instante. El terror del viejo debe haber sido espantoso. Era cada vez más fuerte, más fuerte... ¿Me entiende? Le he dicho que soy nervioso y así es. Pues bien, en la hora muerta de la noche, entre el atroz silencio de la antigua casa, un ruido tan extraño me excitaba con un terror incontrolable. Sin embargo, por unos minutos más me contuve y me quedé quieto. Pero el latido era cada vez más fuerte, más fuerte. Creí que aquel corazón iba a explotar. Y se apoderó de mí una nueva ansiedad: ¡Los vecinos podrían escuchar el latido del corazón! ¡Al viejo le había llegado la hora! Con un fuerte grito, abrí la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez, sólo una vez. En un momento, lo tiré al suelo y arrojé la pesada cama sobre él. Después sonreí alegremente al ver que el hecho estaba consumado. Pero, durante muchos minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Sin embargo, no me preocupaba, porque el latido no podría oírse a través de la pared. Finalmente, cesó. El viejo estaba muerto. Quité la cama y examiné el cuerpo. Sí, estaba duro, duro como una piedra. Pasé mi mano sobre el corazón y allí la dejé durante unos minutos. No había pulsaciones. Estaba muerto. Su ojo ya no me preocuparía más.
Si aún me cree usted loco, no pensará lo mismo cuando describa las sabias precauciones que tomé para esconder el cadáver. La noche avanzaba y trabajé con rapidez, pero en silencio. En primer lugar descuarticé el cadáver. le corté la cabeza, los brazos y las piernas. Después levanté tres planchas del suelo de la habitación y deposité los restos en el hueco. Luego coloqué las tablas con tanta inteligencia y astucia que ningún ojo humano, ni siquiera el suyo, podría haber detectado nada extraño. No había nada que limpiar; no había manchas de ningún tipo, ni siquiera de sangre. Había sido demasiado precavido para eso. Todo estaba recogido. ¡Ja, ja!
Cuando terminé con estas tareas, eran las cuatro... Todavía oscuro como medianoche. Al sonar la campanada de la hora, golpearon la puerta de la calle. Bajé a abrir muy tranquilo, ya que no había anda que temer. Entraron tres hombres que se presentaron, muy cordialmente, como oficiales de la policía. Un vecino había oído un grito durante la noche, por lo cual había sospechas de algún atentado. Se había hecho una denuncia en la policía, y ellos, los oficiales, habían sido enviados a registrar el lugar. Sonreí, ya que no había nada que temer. Di la bienvenida a los caballeros. Dije que el alarido había sido producido por mí durante un sueño. Dije que el viejo estaba fuera, en el campo. Llevé a los visitantes por toda la casa. Les dije que registraran bien. Por fin los llevé a su habitación, les enseñé sus tesoros, seguros e intactos. En el entusiasmo de mi confianza, llevé sillas al cuarto y les dije que descansaran allí mientras yo, con la salvaje audacia que me daba mi triunfo perfecto, colocaba mi silla sobre el mismo lugar donde reposaba el cadáver de la víctima.
Los oficiales se mostraron satisfechos. Mi forma de proceder los había convencido. Yo me sentía especialmente cómodo. Se sentaron y hablaron de cosas comunes mientras yo les contestaba muy animado. Pero, de repente, empecé a sentir que me ponía pálido y deseé que se fueran. Me dolía la cabeza y me pareció oír un sonido; pero se quedaron sentados y siguieron conversando. El ruido se hizo más claro, cada vez más claro. Hablé más como para olvidarme de esa sensación; pero cada vez se hacía más claro... hasta que por fin me di cuenta de que el ruido no estaba en mis oídos.
Sin duda, me había puesto muy pálido, pero hablé con más fluidez y en voz más alta. Sin embargo, el ruido aumentaba. ¿Qué hacer? Era un sonido bajo, sordo, rápido... como el sonido de un reloj de pulsera envuelto en algodón. traté de recuperar el aliento... pero los oficiales no lo oyeron. Hablé más rápido, con más vehemencia, pero el ruido seguía aumentando. Me puse de pie y empecé a discutir sobre cosas insignificantes en voz muy alta y con violentos gestos; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Caminé de un lado a otro con pasos fuerte, como furioso por las observaciones de aquellos hombres; pero el sonido seguía creciendo. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Me salía espuma de la rabia... maldije... juré balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del suelo, pero el ruido aumentaba su tono cada vez más. Crecía y crecía y era cada vez más fuerte. Y sin embargo los hombres seguían conversando tranquilamente y sonreían. ¿Era posible que no oyeran? ¡Dios Todopoderoso! ¡No, no! ¡Claro que oían! ¡Y sospechaban! ¡Lo sabían! ¡Se estaban burlando de mi horror! Esto es lo que pasaba y así lo pienso ahora. Todo era preferible a esta agonía. Cualquier cosa era más soportable que este espanto. ¡Ya no aguantaba más esas hipócritas sonrisas! Sentía que debía gritar o morir. Y entonces, otra vez, escuchen... ¡más fuerte..., mas fuerte..., más fuerte!
–¡No finjan más, malvados! –grité–. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esas tablas!... ¡Aquí..., aquí! ¡Donde está latiendo su horrible corazón!

3. Interrogar el texto para develar sentidos

La idea de “enseñar a leer” puede ser tan disparatada como la de “enseñar a vivir”. Ya se ha dicho: enseñar a leer implica descubrir, cuestionar. La lectura como proceso de abducción, como ejercicio de conjetura. El lector y la lectora detectives, frente a una escena repleta de indicios, con la tarea de reconstruir el crimen desde las declaraciones de los distintos testigos, desde las pistas y huellas que contribuyen a desenredar el enigma. La lectura en relación directa con el pensamiento y con el lenguaje.

No se trata de restablecer el razonamiento auténtico del autor o autora al momento de escribir, “aquello que en realidad quiso decir”. Quien escribe no es propietario del sentido del texto; autor y lector no tienen porqué tener la misma mirada. En ese sentido, la pregunta que debe hacerse no es “¿qué quiere decir Allan Poe con el cuento?”, sino “¿qué dice el texto, cuál es la intención comunicativa que se esconde detrás del cuento?”. Entonces se abre la posibilidad de en verdad disfrutar de esa actividad tan fascinante que es leer. Se trata de un ejercicio activo, en donde quien lee es el gran protagonista.

Para facilitar el proceso de lectura, se puede interrogar el texto: hacerle preguntas para encontrar las señales que a la larga permitirán una mayor y mejor comprensión de lo que se lee. Pero antes de ello, es importante entender todas las palabras, frases o giros lingüísticos que se hallan en el texto. Es importante fijarse en que algunas palabras son utilizadas con su significado literal y otras con un sentido distinto. Los grandes escritores hacen una especie de “rebautizo” de las palabras, por lo que al buscar en el diccionario se debe saber aplicar determinado significado en el texto.

Una vez hecho lo anterior (clarificar el significado y sentido de algunas palabras o frases) puede lanzarse ya la primera interrogante: ¿quién es el autor o la autora del libro? Esta pregunta abarca no sólo los datos biográficos más elementales de quien escribe, sino aquellos aspectos relacionados con la fecha y el momento político, social y cultural en que se escribió la obra, así como también la forma de pensar y la ideología de la escritora o escritor.

Otra interrogante que puede hacerse es: ¿cuál es el objetivo, la finalidad o la intención que puede rastrearse en quien escribió el texto? Acá puede reflexionarse en torno a la forma o estructura en que está escrito (por ejemplo, en el caso de textos narrativos: tipo de narrador, división en capítulos, intertítulos, entre otros) y la temática que se desarrolla en el texto (tema principal, subtemas, tesis o idea principal, sobre todo en textos expositivos y argumentativos). Esta interrogante puede complementarse con otras: ¿qué es lo que al autor comunica con su texto?, ¿cómo logra esa comunicación?

Para profundizar en lo anterior, pueden ayudar las preguntas siguientes: ¿Cuáles son los personajes que intervienen en el texto? ¿Dónde se lleva a cabo la historia (lugar físico)? ¿Cómo te has sentido al leerla (lugar psicológico: provocó risa, angustia, tristeza, indiferencia, otra reacción)? ¿Qué nos cuenta la historia? ¿Puedes hacer un breve resumen con tus propias palabras, siguiendo el orden en que aparecen los hechos?

Para interpretar determinado texto, se debe ser buen detective y estar atentos a aquellos aspectos que atrapan particularmente el interés o que son en apariencia inexplicables. En ese sentido, otra interrogante puede ser: ¿qué aspectos del escrito llaman la atención o parecen “extraños”? Más aún: ¿por qué el texto lleva ese título?, ¿qué relación tiene con el relato?, ¿nos comunica algo?, ¿cómo se entiende el final del texto, qué se quiere comunicar con ese último giro narrativo que cierra la historia justo allí?

Por otro lado, debe tomarse en cuenta que cuando se confronta una información nueva se debe consultar el “almacén” de experiencias. Ello contribuye a formar el esquema apropiado y facilita la comprensión lectora. Claro que el problema puede aparecer cuando la reserva de aprendizajes se halla casi vacía. Todo profesional debe aspirar a cultivarse lo más posible: histórica, social, política y culturalmente. Cultura es cultivo, y entre más se siembre, mejor.

Finalmente debe tomarse en cuenta un aspecto de suma importancia: la literatura no se escribe para que algunas personas se luzcan con sesudos análisis. Basta con pasar un buen rato. Eso sí, en la medida en que se entienda y comprenda más un texto, más se profundiza. La idea es decir algo más que “me gustó”, “está chivo”, “bueno el libro”, después de leer. Se trata de alejarse de las lecturas superficiales que impiden disfrutar al máximo determinado texto. Allí se halla la clave para quienes en realidad aprecian la literatura como una actividad gratificante y para nada aburrida.

Actividad
1. Sumérgete en la lectura del siguiente texto y lánzate a cuestionar, indagar, averiguar, descubrir; en una palabra: leer.

Hechos de un buen ciudadano (parte I)
Claudia Hernández

Había un cadáver cuando llegué. En la cocina. De mujer. Lacerado. Y estaba fresco; aún era mineral el olor de la sangre que le quedaba.
El rostro me era desconocido, pero el cuerpo me recordaba al de mi madre, por las rodillas: huesudas y extremadamente sobresalientes, como si no le pertenecieran, como si se las hubiera prestado otra mujer mucho más alta y flaca que ella.
Las cerraduras no estaban forzadas, ninguna. Tampoco había un arma por ningún sitio. Nada había que me diera pistas sobre el asesino, salvo la mujer, muerta de la manera en que matan a las vacas. Eso sí: sin manchar el piso. Ni una sola gota había en él. Era un buen trabajo. He visto muchos asesinados en la vida, pero nunca uno tan bueno como el que le habían practicado a la muchacha, que tenía cara de llamarse Lívida, tal vez por el guiño de lamento que se le había quedado atascado en los labios amoratados.
Como cualquier buen ciudadano, no esperé a que apareciera mensaje alguno en la radio o en la televisión: yo mismo hice imprimir uno en el periódico: Busco dueño de cadáver de muchacha joven de carnes rollizas, rodillas saltonas y con cara de llamarse Lívida. Fue abandonada en mi cocina, muy cerca de la refrigeradora, herida y casi vacía de sangre. Información al 271-0122. Cuatro personas llamaron. El primero –un hombre con voz aguda, que de inmediato imaginé que tendría las manos muy finas– buscaba un cadáver fresco, pero de hombre: a su familia le habían matado un miembro al que debían dar entierro para poder vivir sin cargos de conciencia. No lo habían encontrado. Los asesinos lo habían escondido para aumentar su culpa.
Sabía que yo anunciaba una mujer, pero tenía la esperanza de que los causantes de la muerte de su pariente hubieran decidido también dejar el cuerpo en algún lugar de mi casa, aunque no fuera junto a la refrigeradora.
Lamenté decepcionarlo, pero le prometí que lo llamaría si por casualidad me depositaban también el cadáver que buscaba o si podía ayudarlo de alguna otra manera. Me lo agradeció sinceramente y me deseó un buen día.
Luego telefoneó una mujer que trabajaba –a juzgar por los ruidos que se adivinaban tras su voz– en una oficina pública. Quería felicitarme. “Ya no hay ciudadanos como usted”, me dijo.
No quiso darme su nombre. Colgó rápidamente.
La tercera fue de un hombre de voz grave, que no hablaba por iniciativa propia, sino de parte de la oficina donde trabajaba. Deseaba saber si yo había tomado medidas de salubridad para evitar contagios en el vecindario. Quedó en enviarme una forma para que la llenara y firmara para hacerme responsable si acaso se desencadenaba una epidemia de muertos en los alrededores.
La cuarta llamada me conmovió. Se trataba de una pareja de adultos mayores. Buscaban a una mujer con las características de la que yo ofrecía en mi anuncio, pero viva, no muerta; con los labios purpúreos, no violáceos.
Transcurrió una semana sin que alguien más la reclamara. La recogí del suelo y me dispuse a llevarla a la oficina de salud para que se hicieran cargo de ella, que ya comenzaba a oler mal pese a mis cuidados, a mis baños con bálsamo y sal de cocina. Entonces se me ocurrió que sería bueno llamar a los señores, a la pareja, para ofrecerles el cadáver. Sin costo alguno, sin compromisos. Pero me pareció que sería cruel; seguramente no querrían recibirlo porque, al aceptarlo, estarían negando la fe en que su hija (cuyo nombre, por cierto, es Lívida) estuviera respirando aún. Les quitaría la esperanza, y eso no es digno de un ciudadano como yo. Decidí mejor telefonear al hombre de la voz aguda, quien aún no había encontrado el cadáver de su pariente ni lograba tranquilizar a su familia.
Cuando lo tuve al teléfono, le sugería que aceptara el cadáver que estaba en mi cocina y lo presentáramos a los suyos como el del pariente que habían perdido –por supuesto, sellaríamos el ataúd para evitar que alguien descubriera las diferencias entre los cuerpos–, así haríamos dos favores: le daríamos entierro a esa niña y calmaríamos a los parientes de él, que por fin dormirían tranquilos.
Aceptó encantado, llegó casi de inmediato a recogerlo. Con todo y el ataúd –uno muy masculino, por cierto.
Lo reconocí de inmediato por la mirilla, no por el ataúd que llevaba bajo el brazo o por el rostro de doliente esperanzado, sino por las manos, que eran tan finas como decía su voz. Abrí. Nos saludamos como viejos desconocidos: con abrazos, sin sonrisas. Le di el pésame. Me comentó que era yo mucho más alto de lo que había imaginado. No quise continuar con la conversación porque empezaría a decirme que no sabía cómo agradecerme, y no quería yo ponerlo en una situación tan incómoda. Sabía que estaba ansioso, que tenía prisa. Lo conduje a la cocina. Le presenté a la muchacha y juntos la introdujimos en el ataúd, que llenamos con objetos varios de mi casa para que pesara lo que pesaría el muerto de él si lo hubiera encontrado.
Al final me pidió discreción. Por supuesto, se la juré, como cualquier buen ciudadano hubiera hecho, y lo ayudé a cargar el ataúd hasta el automóvil de la funeraria, que nos esperaba fuera.

4. Ejercicios

a) A continuación encontrarás una serie de textos que podrían darte algún problema a la hora de leerlos. Primero debes clarificar el sentido de las palabras y frases (literal y figurado) para después comprender e interpretar.

Voy a comenzar y a terminar este texto con dos historias que sintetizan modos claves de organizar el saber y, por tanto, de concebir la cultura. Una está tomada del libro No logo, de Naomi Klein, la otra proviene de un poema de T. S. Eliot.
Primero quiero comentar de Lora Jo Foo, una conferencista evocada por Klein, quien invita al público a leer las etiquetas de su ropa. Cada vez que Jo Foo ofrece un seminario sobre temas de consumo, saca unas tijeras y pide a los asistentes que corten las etiquetas de sus ropas, las que luego cose en un mapa del mundo impreso sobre tela. Así, a lo largo de muchos cursos, el mapa se ha convertido en un extravagante patchwork con símbolos de Liz Claiborne, Banana Republic, Victoria’s Secret, Gap, Calvin Klein y Ralph Lauren.
La conferencista hace notar que la mayoría de los trocitos de tela se concentra en Asia y América Latina, con lo cual se observa cómo se ha desplazado la ruta mundial que enlaza a los lugares de producción con los de consumo: de la época en que sus productos todavía se fabricaban en Norteamérica (subcontinente donde quedan unas pocas etiquetas), pasa después a Japón y a Corea del Sur, luego a Indonesia y a Filipinas, para terminar en China y en Vietnam. Según ella, las etiquetas de la ropa son instructivas porque recogen “asuntos lejanos y complejos y los acercan tanto a nuestros países como la ropa que llevamos”.
Por su parte, T. S. Eliot, en El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum, sostiene que todo gato tiene tres nombres: primero por el que se le llama habitualmente; el segundo, más particular, aquel por el que se distingue a cada uno de los demás, el que permite al gato alzar su cola y “mantener altivos sus bigotes”; el tercero es el nombre que sólo el gato conoce.
¿Qué busca revelarnos la conferencista, quien pide que conozcamos esa parte de nosotros designada por las etiquetas? Quiere que aprendamos a reconocer cómo nos nombra el mercado, el discurso de las marcas. Además, aspira a que vinculemos ese universo lingüístico con dos sistemas de configuración de identidades: las reglas de la distinción entre los grupos, organizadas según la ropa que usamos, y el sistema de explotación socioeconómica que estructura a distancia las diferentes partes que lo hacen funcionar al desconectar la producción y el consumo. Si se quiere entender el mundo en que se vive, explica Naomi Klein, se deben relacionar las tiendas de Nueva York y México con las fábricas de Yakarta y El Salvador.
Pero, ¿qué hay en medio de las etiquetas y de los gatos? Hay muchas narrativas con las que el pensamiento contemporáneo trata de nombrar a los gatos o a lo que esconden las etiquetas, o al menos el asombro que nos produce que estén ahí y no sepamos qué hacer con ellos.
Néstor García Canclini, Un objeto de estudio que desafía las disciplinas


La conocí en la playa y, al poco, estábamos sentados frente a frente en una pequeña pérgola hecha de claridades y bebidas gaseosas. Charlábamos de tal manera que por un momento temí haber agotado el diccionario. Mas un diccionario puede decirse cuantas veces se desee, y volvimos a charlar, ahora con las palabras más hermosas y felices. Sin que lo advirtiera empezó a oscurecer. Incluso el mar era una mancha de misterio moviéndose en un horizonte dominante y lineal. Pensé tener una metáfora luminosa para ofrecérsela; iba a hacerlo cuando descubrí que también ella había anochecido, y que en la suavidad adolescente de su piel azul, los astros y constelaciones brillaban de una forma única, y, tomándola de la mano, preferí hacerme cómplice del silencio.
Rafael Pérez Estrada, Ladrón de atardeceres


El dolor es intenso: una punzada constante justo en el centro del pecho, como si alguien o algo te apretara el esternón con fuerza y te obligara a respirar con rapidez. Lo que sigue es un sentimiento de angustia, más cuando las manos y las piernas se empiezan a dormir y el dolor se traslada hacia tu hombro, tu cuello y tu rostro.
Eso fue lo que sentí, justo cuando pasaba en mi vehículo frente a la UCA, en el bulevar de los Próceres, hace cosa de 10 semanas. En un primer instante, el dolor era quedito, en la punta de mi corazón y sólo un pequeño malestar. Para cuando llegué frente a la Ceiba de Guadalupe, ya no sentía mis manos ni mis piernas.
“Esto ya me va a pasar, sólo es un pequeño malestar. ¡No te des por vencido, Rodrigo!”, me repetí un sinfín de veces. Cuando logré parquear mi carro en Santa Elena, a un costado de la embajada de Estados Unidos, sólo tenía ganas de dejarme caer, y respirar lo menos posible para que el dolor no se amplificara en cada movimiento de mi diafragma.
Después todo pasó rápido. “Ingreso por dolor precordial”, “¿consume alguna droga?”, “sólo fumo... mucho, una cajetilla y media”, “¿yo, tranquilo?”, “¿estrés?”. “¡Ayúdeme, no puedo respirar!”... Preguntas, respuestas y súplicas se repitieron a lo largo de las siguientes dos horas entre ambulancias, dos hospitales del Seguro Social y la sala de máxima urgencia del Médico-Quirúrgico.
Empezaron los exámenes de sangre, los electrocardiogramas, la eparina, la nitro, la morfina para el dolor y qué sé yo cuántos medicamentos.
El diagnóstico: paciente de 28 años con infarto agudo al miocardio producido por un espasmo en la arteria anterior descendente. Dos lesiones en el ventrículo izquierdo y un aneurisma apical, que me obliga a tomar anticoagulantes todos los días y a chequearme cada mes.
“Olvídese del cigarro, del café y de ese ritmo de vida que llevaba”, me dijo el cardiólogo. “Ahora tendrá que aprender a vivir, no a sobrevivir día a día. Ni el trabajo, ni las fiestas, ni las preocupaciones valen tanto como la propia vida”, remató.
Con 28 años y una vida al límite del cansancio, mi corazón me pasó la factura. ¿Necesité un infarto y preocupar a mis amigos y familia para darme cuenta de que me estaba matando día a día? ¿Valió la pena? No lo creo.
Ahora en la mesa de noche de mi habitación siempre hay siete pastillas de diferentes colores, olores y sabores para cada día; los esfuerzos físicos siguen estando prohibidos y trato de aprender a vivir en serio en esta segunda oportunidad. Con miedo.
Miedo a un cambio radical, en el que no hay margen de negociación, en el que no hay términos medios. Cambiar o morir, y el miedo a no poder o no querer hacerlo. Y sobre el miedo, otro miedo: al cambio en sí mismo, a sentirte limitado el resto de tu vida. ¿Podré seguir siendo el profesional que soy? ¿Podré tener la relación de pareja que tengo? ¿Podré cumplir las metas, asumir los riesgos, hacer los esfuerzos que siempre quise hacer?... “Descanse”, dice el médico. ¿Y cómo se descansa a los 28?
Rodrigo Baires, Aprender a vivir

b) ¿Sabes qué es un palíndromo? Fíjate en estas palabras: Ana, Oto, luz azul, yo voy. Ahora, léelas al revés. ¿Notas que dice lo mismo? Pues allí tienes un palíndromo. Se trata de palabras o frases que se leen igual de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. Viene del griego palindromos: palin (de nuevo) y dromos (carrera). Otras palabras que tienen el sufijo palin son palimpsesto (tablilla antigua en que se podía borrar lo escrito para volver a escribir), palingenesia (regeneración, renacimiento de los seres) y palinodia (retractarse públicamente y, por extensión, reconocer el yerro propio, aunque sea en privado); otras que tienen el sufijo dromo son aeródromo e hipódromo.

Se dice que los palíndromos fueron inventados por el poeta griego Sótades, en el siglo III A.C. y que después se constituyó en el juego intelectual preferido de los pensadores griegos. Aquí tienes otros, conformados por más palabras y llenos de creatividad:

- Saca tú butacas
- A ti no bonita
- Aire solo sería
- Adán no calla con nada
- A Mercedes, ese de crema
¿Te animas a intentarlo y demostrar tu ingenio? Acá tienes algunas palabras para ayudarte un poco. Crea tus propios palíndromos a partir de ellas. Ejemplo: - cera / haré / yo / hoy: Yo haré cera hoy. Toma en cuenta que pueden hacer falta determinantes y que pueden existir cambios en tiempos verbales u otras palabras.

- natural / la / ruta:
- no / somos / o:
- leche / echar:
- él / Sara / avisar / le / ir:
- dama / amar:
- lograr / gol / ver:
- hoy / yoga / hacer:
- Amar / Elisa / le:
- Tina / lavar / Anita:
- naves / van / sus / se:

c) Únicamente la práctica nos facilitará el aprendizaje. Busca un cuento o relato que te parezca interesante para analizar con el resto de la clase. Disfruta su lectura. Luego, intenta profundizar y encuentra sus claves.

5. A mí no me quedó claro

Recuerda, aprender a leer no implica memorizar una serie de pasos. No hay una receta única. Lo que hemos sugerido son algunas preguntas que pueden ayudarte a descubrir si estás encontrando en el texto todos los colores que tiene, y si disfrutas de todas las posibilidades que la autora o el autor te ofrecen. No olvides las preguntas: ¿Quién es la autora o autor del texto? ¿Cuál es el objetivo que nos parece que tenía la persona que hizo el escrito? ¿Qué es lo que nos quiere comunicar? ¿Qué estrategia utiliza para comunicarnos su objetivo?

Tres palabras clave que debes recordar son: personajes, ambiente y acción. Con ello te fijas en lo fundamental, sobre todo cuando el texto narra un suceso.

También fíjate en los aspectos que son raros dentro de tu lectura. Intenta explicar por qué el texto tiene este título, y por qué termina de cierta manera.

Y por si todavía no te quedó claro, te incluimos algunas palabras que en el texto principal encuentras subrayadas, y que pueden dificultar tu lectura por su significado, aquí van:
• Increpa: es el presente indicativo del verbo increpar. Su sentido es reprender o reñir: Carlomagno, molesto, lo increpa: “¡¿Cómo es que no mostráis la cara a vuestro rey?!”. Es importante no confundir esta palabra con imprecar, que se refiere al deseo que se siente de que alguien sufra un daño.
• Relegado: es participio del verbo relegar. Implica posponer, apartar, dejar a una cosa o persona en una posición o un lugar menos destacado que el de otros: el amor ofrecido por la poeta no fue bien recibido y ella prefirió mantenerlo en silencio o relegado.
• Sobre todo: es importante no confundir esta locución adverbial con la palabra unida sobretodo que quiere decir abrigo. Cuando va separada se utiliza para hacer énfasis en una idea importante del texto: Es claro que la actividad de leer nunca es pasiva; de allí que para algunos es tan aburrida para otros. Sobre todo para quienes no les gusta pensar y quieren que sea el docente quien lo explique todo, paso a paso.
• Abducción: la palabra viene del latín abductio que significaba una acción de separar, o de llevarse algo. En la actualidad, el diccionario nos presenta el sentido de un movimiento en el cual una parte se aleja del eje de sí misma. En nuestro texto hemos utilizado la palabra abducción en su sentido filosófico. Podemos conocer algo por inducción (de lo pequeño hasta hacer una generalización), por deducción (de algo general, podemos sacar y deducir ejemplos) o por abducción, que en nuestro caso, se refiere a sacar conclusiones particulares, de un texto particular: La lectura como proceso de abducción, como ejercicio de conjetura.
• Sesudos: hace referencia a una persona que es muy lista, muy inteligente y tiene mucho sentido común; por similitud se refiere a procesos que implican erudición e ingenio: la literatura no se escribe para que algunas personas se luzcan con sesudos análisis.

6. Para saber más…

- ¿Qué hubiera pasado si…?
¿Has oído hablar de la ucronía? Este término fue acuñado y definido por Charles Renouvier en el siglo XIX, en su obra La utopía en la historia. “Así como la utopía es lo que no existe en ningún lugar, la ucronía es lo que no existe en ningún tiempo. La ucronía es la historia de lo que hubiera sido de no haber sido lo que fue”, sostiene Renouvier.
La pregunta clave de la ucronía como forma literaria es ¿qué hubiera pasado si…? A partir de ella, los escritores y las escritoras crean mundos alternativos en donde los hechos históricos se han desarrollado de diferente forma a como los conocemos. Las posibilidades que se abren son infinitas…
¿Qué hubiera pasado si Alemania y Hitler ganan la Segunda Guerra Mundial? ¿Qué hubiera sucedido si la Reina Isabel I muere asesinada y la Iglesia Romana recupera el control del mundo, control que se consigue extender hasta el siglo XX, en un mundo atrasado tecnológicamente? La primera pregunta la contesta Philip K. Dick (uno de los mejores escritores de ciencia ficción) en su novela El hombre en el castillo. La otra pregunta es la trama de la obra Pavana, de Keith Roberts. Ambas son consideradas las obras más representativas de la ucronía. Pero hay muchas más.
Lo que el tiempo se llevó, de Ward Moore, nos sumerge en un mundo en el que la Guerra de Secesión o Guerra Civil estadounidense se resuelve a favor de los estados del Sur, partidarios de la esclavitud, y no a favor de los abolicionistas del Norte. En Antihielo, de Stephen Baxter, el descubrimiento del antihielo, una sustancia extraña, hace avanzar la tecnología del siglo XIX por caminos inesperados. Fuego sobre San Juan, de Javier Fernández Sánchez-Reyes y Pedro A. García Bilbao, es una ucronía sobre la Guerra Hispano-estadounidense de finales del XIX (guerra que, cuenta la historia, tuvo lugar en 1898 y que le permitió a Estados Unidos adquirir Cuba, Filipinas, Guam y Puerto Rico).

¿Muy interesante, verdad? Averigua más acerca de la ucronía y del género literario conocido como ciencia ficción. Investiga también sobre escritores de la talla de Philip K. Dick, Isaac Asimov, George Orwell, Úrsula K. Le Guin, Aldous Huxley, Carl Sagan, Michael Crichton, Ray Bradbury, entre otros. Sus cuentos y novelas son en verdad fascinantes.

- Movimiento libro libre
¿Has oído hablar de este movimiento? Los días 7 de cada mes, invita a todas a las personas a participar en un proyecto muy particular. Este programa está inspirado en el "atentado poético" promovido en Estados Unidos luego de los ataques terroristas, en el que en la página web "Book Crossing" ("Intercambio de libros") pedía a sus lectores dejar un libro por las avenidas de Nueva York. Libro Libre consiste en liberar un libro en lugares públicos tales como autobuses, parques, cabinas telefónicas, centros comerciales, transporte público, mesas de restaurantes, iglesias, bares y demás sitios similares.

Los promotores recomiendan escribir en la primera página del libro elegido la leyenda en mayúsculas "ESTE ES UN LIBRO LIBRE", seguida de unas líneas dirigidas a la siguiente lectora donde se le comunica el motivo para liberar el libro. Se le puede pedir a la persona que lo encuentre, que una vez que lo haya leído, lo deje también en un sitio público, de la misma forma como lo encontró. Se recomienda, además, que el libro que se escoja esté escrito en lenguaje sencillo. Y que sea un libro que hayas disfrutado, pues el objetivo es motivar a otras personas a su lectura.

Si liberas un libro y deseas compartir con el mundo tus experiencias, puedes enviar un correo electrónico a la dirección librolibre@correo.de. Puedes indicar el título del libro que liberaste y el lugar, o compartir el momento cuando recibas el correo de alguien que haya recogido tu libro. ¿Te animas a liberar un libro?

- Una película que primero fue libro
Son muchas, muchísimas, las películas basadas en libros. Seguramente has visto más de alguna y ni te has enterado. ¿Te suena “Parque Jurásico” y “El mundo perdido”? Ambos son libros del norteamericano Michael Crichton (aunque “El mundo perdido” fue un libro que escribió mucho antes Sir Arthur Conan Doyle, y Crichton se basa en esta primera novela). Estas historias fueron llevadas a la pantalla por el director Steven Spielberg, quien alcanzó fama mundial con “Tiburón” (seguramente conoces la música), película basada en el libro del mismo nombre del autor Peter Benchley. ¿Y qué de la trilogía de Tolkien (“La comunidad del anillo”, “Las dos torres” y “El retorno del rey”) y los libros de Harry Potter de J.K. Rowling?

Quizá sea Stephen King el escritor contemporáneo que más ha visto libros suyos transformados a la pantalla grande. “Cujo”, “Carrie” (Brian De Palma), “El resplandor” (Stanley Kubrick), “Christine” (John Carpenter), “Misery” (Rob Reiner), ”El cazador de sueños", “It” o “Cosa” (exitosa serie hecha para televisión) son sólo algunos nombres.

Otras películas reconocidas son: “El cartero de Neruda”, basada en el libro “Ardiente paciencia”, de Antonio Skármeta; “Pantaleón y las visitadoras” y “La fiesta del chivo” del peruano Mario Vargas Llosa, solo por mencionar algunos nombres de autores latinoamericanos. ¿Conoces otros?

- Libros a un “click” de distancia
http://www.yoescribo.com: En YoEscribo.com se ofrecen una gran variedad de dispositivos para la publicación de obras inéditas, ¿te animas a publicar? No importa el formato, electrónico o en papel, solo tienes que entrar y registrarte. También puedes leer todas las obras disponibles de escritores de muchas partes del mundo.

http://www.epdlp.com: El Poder de la Palabra es una web dedicada a la prosa poética, en ella encontrarás fragmentos de 2,136 textos literarios, así como la biografía e imágenes de sus autores. Para acompañarte en la lectura podrás ver también obras de arte, imágenes de arquitectura y cinematográfica, además de música clásica.

http://www.elaleph.com: elaleph.com nace en noviembre de 1998, a partir de un problema: hay muy pocos libros disponibles en Internet en español. Esto les da la idea de desarrollar una biblioteca para ponerla a disposición de muchos usuarios. De esta manera, se da inicio a la construcción de la primera biblioteca en español de Internet. Ahora tienen más de 1,500 libros completos, de distintos autores, disponibles en esta dirección.

http://www.gutenberg.net: (en inglés) la página del proyecto Gutenbertg, contiene el proyecto más viejo para proporcionar libros gratuitos a través de Internet. Actualmente la biblioteca virtual cuenta con más de 13,000 volúmenes que son digitados y subidos a la red por cientos de voluntarios. La gran mayoría de estos textos están disponibles en bibliotecas en los Estados Unidos, pero gracias a este esfuerzo están disponibles ahora para quien tenga acceso a la web.
http://www.pidetulibro.cjb.net ó www.pidetulibro.com.ar : el proyecto de esta página terminó por distintos problemas; sin embargo, tienes ahí disponibles miles de libros en español que van desde Tolkien, hasta Saramago o Shakespeare. Desde autores clásicos hasta aquellos que gustan de títulos peculiares o escritores muy específicos.

http://librodot.com: Otra biblioteca más con muchos libros en español. Por ahora cuenta con unos 3,200 títulos de más de quinientos autores. Pero cada semana agregan nuevos libros gratuitos.

http://www.bookcrossing.com: (en inglés) esta dirección es un espacio de intercambio de libros. En esta propuesta es que se inspira el movimiento de Librolibre. Su lema es: ”¿Amas un libro? ¡Déjalo ir!”. Hasta el momento, los usuarios de esta web tienen registrados 1,549,067 libros disponibles y el número crece cada día. La gran mayoría de textos pueden ser encontrados en la web a través de varias herramientas de búsqueda. ¿Te animas?

- Parecido no es igual
¿Has oído hablar de las palabras homófonas? Se trata de aquellas palabras que se pronuncian igual, pero se escriben de distinto modo. Tal es el caso de arroyo y arrollo, atajo y hatajo, calló y cayó, echo y hecho, por mencionar sólo algunas. ¿Y de las palabras parónimas has escuchado? Son las que, por su tremendo parecido, pueden provocar confusión al hablar o escribir, como ratificar y rectificar; eminente e inminente, entre muchas otras.

A veces tales problemas impiden la lectura comprensiva de textos, sin mencionar las dificultades que pueden acarrear a la hora de escribir. Acá se te presentan algunas palabras para facilitar ambas actividades.

1. Arroyo y arrollo
Se le llama arroyo al caudal corto de agua, casi continuo: mira cómo corre el agua a través del arroyo. En similar sentido, se le llama así al afluente o corriente de cualquier cosa líquida: eran arroyos de lágrimas los que derramaba. En cambio arrollo viene de arrollar, esto es atropellar a una persona, animal o cosa; o no hacer caso de leyes, respetos ni otros miramientos ni inconvenientes: arrolló al gato porque iba a gran velocidad, entre otras varias acepciones.

2. Atajo y hatajo
Atajo significa senda o lugar por donde se abrevia el camino: puedes tomar un atajo para evitar el tráfico vehicular. También tiene relación con la acción y efecto de atajar: cortar o dividir algún sitio o terreno, señalar con rayas en un escrito la parte que se ha de omitir al leerlo, recitarlo o copiarlo. En algunos deportes, se la da el nombre de atajar para atrapar algo que ha sido arrojado por el aire: el portero realizó una gran atajada y evitó el gol. Hatajo, en cambio, es un pequeño grupo de ganado o un grupo de personas o cosas: el hatajo de vacas se comió todo el pasto; pásame ese hatajo de papeles.

3. Calló y cayó
Calló es el pretérito perfecto simple del verbo callar: él calló la verdad por temor. Cayó es el mismo pretérito perfecto simple pero del verbo caer: ella se cayó de la bicicleta ayer. Acá podemos agregar la palabra callo: dureza que por presión, roce y a veces lesión se forma en tejidos animales o vegetales: se me hizo un callo en el pie. Y también está cayado: el báculo pastoral de los obispos o el palo o bastón corvo por la parte superior, especialmente el de los pastores, para prender y retener las reses: el obispo olvidó su cayado en la iglesia; con su cayado, el pastor retuvo a las reses.

4. Echo y hecho
Echo es la primera persona del presente del verbo echar, que significa hacer que algo vaya a parar a alguna parte (echo la basura en su lugar), hacer salir a alguien de algún lugar (lo echó con fuerza del bar) o deponer a alguien de su empleo o dignidad, impidiéndole el ejercicio en ella (lo echó del empleo y no piensa contratarlo otra vez), entre muchísimas otras acepciones. Aunque no lo creas, esta palabra posee hasta 48 significados; acá tienes algunos ejemplos: te echo de menos, si le echo llave a la puerta no podrás entrar más tarde, el perro se echó en el parque, se echó a llorar en la cama, echa la cabeza hacia abajo para evitar golpearte, si no echas las cartas no podremos jugar, se echó unos chistes bien graciosos, está que echa rayos de la cólera, la ensalada se echó a perder, me echo un refresco y me voy, se echó a correr en cuanto lo supo, se echó hacia mí con violencia (tiene el significado de arrojarse), a ver cuándo nos echamos unos tragos.

¿Y entonces qué significa hecho? También posee varios significados: acabado o maduro (es una mujer hecha y derecha), semejante o que asemeja (salió hecho un cohete; estaba hecho una fiera de enojado), acción, obra o cosa que sucede (es un hecho innegable), asunto o materia de lo que se trata (los hechos literarios de esta obra). También se ocupa como expresión de asentimiento o conformidad: hecho, así quedamos.

5. Bate y vate
El bate se utiliza en el béisbol y en otros juegos, es el palo con el que se golpea la pelota. En cambio vate es un adivino o un poeta: Pablo Neruda fue uno de los mejores vates de su tiempo.

6. Cima y sima
Cima es la parte más alta de árboles, cerros y montañas: llegó hasta la cima del cerro de San Jacinto. Además, se le llama cima a la culminación, ápice, punto más alto que alcanzan una cualidad, una sensación o un proceso, y también un ser, considerado en su propio desarrollo o en comparación con el que han alcanzado otros seres: se encuentra en la cima de su desarrollo profesional; Shakespeare alcanza su cima con Hamlet. Sima, en cambio, y acá viene lo interesante, es lo contrario: cavidad grande y muy profunda en la tierra: bajó hasta la sima del agujero.

7. Coser y cocer
En ocasiones se confunden estas palabras. Cocer es hacer comestible un alimento crudo al someterlo a ebullición o a la acción del vapor: aún se están cociendo las papas (también se usa el término al someter pan, cerámica, piedra caliza, etc., a la acción del calor en un horno, para que pierdan humedad y adquieran determinadas propiedades). Por su parte, coser es unir con hilo, generalmente enhebrado en la aguja, dos o más pedazos de tela, cuero u otra materia: te coseré el botón de la camisa. Además, puede utilizarse cuando nos referimos a unir papeles mediante grapas o una cosa con otra, de suerte que queden muy juntas o pegadas: las páginas del libro se hallan bien cosidas. Finalmente, también utilizamos esta palabra en expresiones como lo cosieron a balazos, en donde tiene el significado de producirle a alguien varias heridas en el cuerpo con arma punzante o de otro tipo.

8. Desecho y deshecho
Otras dos palabras que en ocasiones se utilizan incorrectamente. Desecho es aquello que queda después de haber escogido lo mejor y más útil de algo: he desechado estos papeles por inservibles. También hace referencia a residuo o basura: coloca acá los desechos sólidos. Deshecho proviene del participio irregular del verbo deshacer: quitar la forma a algo, descomponiéndolo: he deshecho el bordado de esta blusa. También tiene los significados siguientes: dividir, partir, despedazar (el carnicero ha deshecho las costillas de cerdo); desaparecerse o desvanecerse de la vista (aunque no lo creas, se deshizo en el aire); extremar o prodigar manifestaciones de aprecio, afecto, cortesía, o las contrarias (tu novio se deshizo en elogios y atenciones hacia tu mamá); desapropiarse de algo (por fin me deshice de esa vieja computadora), evitar la compañía o el trato de alguien, o prescindir de sus servicios (se desharán de él antes de que cante).

9. Hasta y asta
Cuidado con prescindir de la letra “h” en oraciones como cierran hasta las nueve de la noche. Si lo escribimos sin “h” tendremos asta: palo a cuyo extremo o en medio del cual se pone una bandera (la bandera ondea a media asta), que tampoco debe confundirse con el ciervo tiene una tela roja en su asta, en donde se hace referencia al cuerno o prolongación ósea de algunos animales. Hasta denota el término de tiempo, lugares, acciones o cantidades: sírveme leche hasta el tope de la taza, ¿hasta cuándo cometerás el mismo error?, el alpinista llegó hasta la cima del volcán. También se utiliza como conjunción copulativa, con valor incluyente, combinada con cuando o con un gerundio: canta hasta cuando se baña. Además en América Central, Ecuador y México adquiere el sentido de “no antes de”: esa librería la cierran hasta las siete de la noche.

10. Ratificar y rectificar
Ratificar (sin la letra “c”, no lo olvides) es aprobar o confirmar actos, palabras o escritos al darlos por valederos y ciertos: se ha ratificado la aprobación de esa ley; ratifico lo dicho por Francisco, me parece que tiene razón. Muy distinto a debes rectificar tus actos si quieres aclarar el problema, dicho de una persona que debe procurar reducir a la conveniente exactitud y certeza los dichos o hechos que se le atribuyen (reducir algo a la exactitud que debe tener). Además, tienen los significados siguientes: contradecir a alguien en lo que ha dicho, por considerarlo erróneo (rectifica lo que has dicho, por favor), modificar la propia opinión que se ha expuesto antes (rectifico esa idea, estaba equivocada), corregir las imperfecciones, errores o defectos de algo ya hecho (debes rectificar esa frase).

11. Haz, as y has
Acá tenemos otras tres palabras interesantes. Básicamente, podemos atribuirle a haz estos significados: modo imperativo del verbo hacer (haz tú los ejercicios y yo haré la redacción), porción atada de granos, hierbas, leña u otras cosas semejantes (pasame el haz de leña); cara superior de la hoja, normalmente más brillante y lisa (le llama la atención el haz de esa hoja), conjunto de partículas o rayos luminosos (el haz de luz de ese rayo iluminó el cuarto). En cambio as es la carta de la baraja de naipes que lleva el número uno (con el as ganó finalmente el juego). También se utiliza para hacer referencia a una persona que sobresale de manera notable en un ejercicio o profesión: ese piloto es un verdadero as del volante. Además, es la primitiva moneda usada por los romanos, fundida en bronce. ¿Y has con “h” y “s”? Esta corresponde al presente del indicativo del verbo haber (¿qué has comido el día de hoy?). Como vez, son tres las posibilidades. ¿Has comprendido la diferencia?

12. Tubo y tuvo
Dos palabras que suelen confundirse con regular frecuencia, pese a tener significados totalmente distintos. Tubo es la pieza hueca, por lo común de forma cilíndrica y generalmente abierta por ambos extremos: el tubo es muy angosto para la cantidad de agua que debe pasar a través de él; en la construcción utilizamos tubos de plástico. También se tiene el tubo de ensayo, que es de cristal, cerrado en un extremo, y que se usa para hacer análisis químicos: ese tubo de ensayo contiene una sustancia química peligrosa. Tuvo es el pretérito indefinido del verbo tener: Andrés tuvo que hacer la limpieza y preparar la comida; Emilia se tuvo que marchar temprano para su casa; usted tuvo a su cargo la tarea más difícil; tuvo que pararse hasta el final de la fila; a última hora, tuvo que realizar un viaje. ¿Una enorme diferencia, verdad?

13. Inminente y eminente
Inminente es algo que está por suceder pronto: el regreso de tía Laura es inminente; tu aumento de sueldo es inminente; está muy enfermo, lamentablemente, su muerte es inminente. Eminente, en cambio, hace referencia a alto, elevado, que resalta entre lo demás; o que sobresale y aventaja en mérito u otras cualidades: la cúpula de esta iglesia es más eminente que aquella; es una eminencia en medicina; sin duda es una escritora eminente en el género de la ciencia ficción.

14. Vez y ves
Vez tiene varias definiciones: alternación de las cosas por turno u orden sucesivo (debes realizar los ejercicios uno a la vez; llámame de vez en cuando), cada realización de un suceso o de una acción en momento y circunstancias distintos (se enamoró de ella desde la primera vez que la vio; la primera vez que vi ese cuadro sentí una emoción indescriptible), cantidad que se da, recibe, o bebe de un golpe (se bebió la cerveza de una vez; me entregó todas las cartas de una buena vez). Y ves es el presente indicativo del verbo ver: ¿ves aquel barco en el mar?; ya ves que sí tenía razón; ¿ves la diferencia entre las palabras?

15. Vocal, bocal y bucal
Pese a poseer significados distintos, estas tres palabras suelen confundirse. Vocal hace referencia a la voz: esa cantante vocaliza muy bien. También el vocal es la persona que pertenece a un consejo, congregación o junta: el vocal ha pedido la palabra. Bocal y bucal, en cambio, hace referencia a la boca: compra en la farmacia un enjuague bucal.

Ahora es tu turno. Haz lo mismo con las palabras siguientes:
- Asar, azar y azahar.
- Aspirar, espirar y expirar.
- Cirio y sirio.
- Haré y aré.
- Halla y haya.
- Meses y meces.
- Reciente y resiente.
- Sepa y cepa.
- Varón y barón.
- Vaya, valla y baya.
- Yerro y hierro.

Busca un buen diccionario. No te limites a copiar definiciones, más bien comprende el significado. Después, elabora los ejemplos que te ayudarán a aclarar cada palabra.

Si tienes acceso a Internet, puedes auxiliarte de los sitios siguientes:
http://www.verbolog.com/igcaved.htm
http://www.spanishcourses.info/SpanishVerbs
http://www.lenguaje.com/productos/conjugador
http://www.efe.es
http://www.rae.es


III. La pasión por escribir

1. Ventana hacia la libertad

Cuentan que Ernest Hemingway escribía siempre de pie (adaptó una mesa para que su máquina de escribir le quedara a la altura de su cintura), que García Márquez no escribe si no tiene una rosa amarilla en su escritorio y que Mempo Giardinelli escribe desnudo y con una toalla al cuello para secarse el sudor. Hay escritores que plasman sus ideas en papel “bond” (Stephen King necesita determinada marca de papel, siempre la misma) y otros lo hacen en una libreta de apuntes. A algunos les encanta la computadora, pero otros no cambian el lápiz de grafito por nada en el mundo. Hay quienes aman el silencio y otros la música (a veces la misma canción una y otra vez). Unos prefieren el día para escribir mientras otros lo hacen únicamente por la madrugada…

Dicen que José no inicia su texto si antes no tiene el título (cuando eso es precisamente lo último que Esther escribe), que Marta siempre “truena” los dedos antes de empezar, que Elena prefiere utilizar lapicero con tinta verde y que Fernando escribe al tiempo que bebe ron.

Todos se preparan para el momento de plasmar sus ideas, cada uno según sus manías y rituales... ¿A qué tanta complicación si se trata simplemente de escribir? ¿O no es tan “simple” como parece?

Muchos escriben por necesidad: un correo electrónico a la amiga, conversaciones en el “chat”, un recado, apuntes de clase, un trabajo académico, una carta para solicitar un permiso. Pero otros escriben porque encuentran en la escritura algo más que una sencilla consignación de ideas. Perciben en ello una especie de “fiebre imposible de controlar” y consideran que escribir es el acto de libertad más grande que existe.

2. No hay límites para la imaginación y la creatividad

¿Escribir un acto de libertad? Piénsalo bien: únicamente quien escribe y una hoja de papel en blanco. Algo así como todo el mar disponible para una sola persona. Libertad para inventar personajes, para crear situaciones, para imaginar lugares. Libertad para expresar lo que se siente, para vestir con ideas lo que se cree, para reinventar el pasado.

¿Exagerado quizá? Lo cierto es que escribir puede resultar una experiencia gratificante. O al menos se deberían de hacer todos los esfuerzos posibles para que esta actividad se vuelva divertida y evitar sufrimientos innecesarios, ya que a lo largo de la carrera universitaria y después en el desarrollo profesional con seguridad se tendrá que hacer uso de la palabra escrita. Si un estudiante se fastidia pronto con una pequeña redacción, ¿cómo no sentirá aversión con un escrito formal; por ejemplo, un ensayo académico, un informe, una sentencia judicial?

Para muchas personas, lo más difícil a la hora de escribir es precisamente empezar a escribir. ¿Sobre qué escribo?, ¿por dónde empiezo?, ¿cómo sigo? son algunas preguntan que se cruzan por la mente. Hay quienes se cansan pronto, aseguran “nada se me ocurre”, “no traigo para esto”, “qué aburrido” y se dejan vencer. Otros escriben un par de líneas; pero en seguida tachan, borran, rehacen, vuelven a tachar, y jamás pasan del primer párrafo. Otros más aseguran tener ideas excelentes (y de hecho lo son), pero cuando tratan de escribirlas no encuentran las palabras y todo queda en buenas intenciones. Es lo que muchos llaman “el terror a la hoja en blanco”. Todo parece ir muy bien, pero cuando se mira la página a la espera de las palabras, ya no se halla qué decir y se olvidan todos los planes.

Para facilitar la actividad de escribir y evitar que la aversión y la frustración ganen terreno, lo mejor es lanzarse y… ¡escribir! Pueden tomarse en cuenta las sugerencias siguientes:

- Trabajar los sentidos
Observar, oler, sentir, escuchar, analizar, degustar… Quien desee escribir con propiedad debe poner a funcionar sus sentidos. Algunos dirán que eso ya lo hacen, y todos los días, pero… ¿A qué supo el desayuno o almuerzo de este día; es decir, qué sabor tenían los alimentos? ¿Cuándo fue la última vez que nos detuvimos a oler una rosa o reparamos en el aroma de un perfume? ¿Somos capaces de describir al compañero o compañera que se sienta a nuestro lado sin verlo de nuevo, nos fijamos en realidad en él o ella hace un rato? Se dice que todos los días se puede descubrir algo nuevo, pero somos incapaces de notarlo. Tan poco utilizamos en verdad nuestros sentidos y tanto nos dejamos llevar por las prisas que no nos damos cuenta de la cantidad de temas sobre los que escribir que pasan frente a nosotros. En este sentido, cuesta trabajo entender las excusas del tipo “no tengo sobre qué escribir”, “no se me ocurre nada”, “no encuentro tema”. Mejor será poner a trabajar a plenitud los sentidos.

- Sin pensarlo mucho… a veces la corrección estorba
Son varios los escritores que dan el mismo consejo: “para empezar a liberarte y disfrutar la escritura, escribe lo más absurdo posible”. Se trata de perder el control, de dejar de preocuparnos si es correcto, adecuado, educado… No es necesario reparar por ahora en la ortografía, puntuación y gramática. Ya nos ocuparemos de ello después. En este momento lo que importa es dejar que la imaginación y la creatividad se disparen y se muevan a donde quieran. Que las ideas fluyan con libertad.

- Enfocarse y seguir
Una vez que se consigue iniciar, lo mejor será seguir y no parar, al menos hasta que pasen varios minutos. En una competencia, los nadadores, una vez se lanzan a la piscina, no se detienen sino hasta que llegan a la meta; sin importar en qué lugar se ubiquen, continúan nadando hasta el final. De igual forma, quien escribe debe hacerlo libre de presiones: permitir que los pensamientos adquieran forma y que las ideas sigan su ritmo. De buenas a primeras no se escribe el mejor cuento del mundo ni el ensayo más famoso de la historia; existe libertad para escribir lo que nos dé la gana, así sea el relato más espantoso del universo. Ni dejadez ni perfección… No existe el fracaso. El “qué dirán los demás” no tiene porqué detenernos.

- Alejar fantasmas
“Usted no trae para esto, no es capaz de escribir bien una sola línea”. ¿Sabías que a Gabriel García Márquez le pidieron muchas veces que abandonara la idea de ser escritor y le aseguraron que sus relatos eran malísimos? ¿Increíble, verdad? Pero perseveró, intentó una y otra vez, y con constancia y disciplina (para él, la verdadera “musa inspiradora”) alcanzó el premio Nobel de literatura en 1982. ¿Algún profesor o profesora te ha asegurado que no puedes escribir? No hagas mucho caso, aleja la voz-fantasma de tu mente y escribe sin parar.

Además, puede afirmarse que escribir, al igual que la lectura, es también un acto de descubrimiento. Si se supiera todo de antemano, ¿para que molestarse en escribirlo? Uno de los primeros descubrimientos que puede hacerse a través de la escritura es el de uno mismo. Escribir sobre nuestros sueños, metas, creencias, sentimientos; y escribir, además, sobre nuestros temores, fracasos, momentos dolorosos, como la muerte de un ser querido. Muchos profesionales de la salud mental recomiendan a sus pacientes escribir sobre sus problemas, una especie de terapia creativa o logoterapia, como la llamó el psicólogo Víctor Frankl. Cuentan que los fantasmas, los temores, no saben de palabras y que al llenarlos de ellas se alejan avergonzados, disminuidos, y pierden todo el poder que se les otorgó en determinado momento. La escritura como conocimiento personal.

- Quiero escribir sobre…
Se puede escribir acerca de cualquier aspecto, siempre y cuando tengamos más o menos la idea de qué se quiere decir. Para ello, ayuda tomar una hoja en blanco y preguntarnos qué queremos plantear por escrito. Por ejemplo, quiero escribir sobre la experiencia de viajar en bus, ya que suelen pasar muchas cosas mientras vamos en ese medio de transporte hacia donde vivimos. Pero eso es aún muy vago. Más bien quiero escribir sobre la vez aquella en que se vino una lluvia extraña: llovía con sol, la gente cerró las ventanas y al poco rato todos estábamos sudando un montón. Y quiero escribir sobre lo desagradable que es viajar en un bus lleno de personas, percibiendo todo tipo de olores, y sobre… Es este un buen momento para sustituir esta hoja por otra y lanzarnos a escribir.

Me levanté temprano para ir a trabajar. Vi a lo lejos el bus y corrí a encontrarlo. Me subí con pirueta y todo. No habían asientos, pero igual estaba contento porque la limosine no iba tan llena como otras veces. La alegría no me duraría demasiado. En la siguiente parada se subieron como mil. Parecía como si ese fuera el único maldito bus de la toda la ciudad. Pero el suplico apenas comenzaba. En la próxima nos fue peor. Mucho peor. No porque se subieran demasiadas personas. En realidad fue una sola. Pero de qué clase. Una mujer de unas doscientas noventa libras. Entró sudorosa, jadeante. No sé cómo logró colarse, globo enorme amarrado a un tubo de metal, hasta en medio, donde yo estaba, mi lugar preferido, en donde me creía a salvo de empujones y demás. Pronto descubriría lo equivocado que estaba.

La mujer seguía sudando. Para colmo olía como a queso rancio, o vinagre, no sé, bien feo. Volví vista y nariz para otro lado. De pronto empezó a llover y todos se apresuraron a cerrar ventanas. Lo raro era que el poco sol disponible había aumentado su fuerza, pero la lluvia, terca e insolente, seguía cayendo sin piedad. Si se abrían las ventanas, los que iban cerca se mojaban, así que ni modo. Pero nadie contaba con la gorda. Eran ríos de sudor los que bajaban por su frente, cara, brazos, piernas y todito su cuerpo. Y el aroma a podrido, agua viscosa con un olor nauseabundo, también se esparcía y colaba por todos lados. En minutos el hedor era ya insoportable. Pronto la pestilencia llegó al resto de la gente. Nos tapábamos la nariz con todo lo que fuera posible. Pero no era suficiente. El hedor seguía inaguantable. Desesperadas, las personas se abalanzaron sobre las ventanas. Había que liberarlas a como diera lugar. Pero algo insólito sucedió: no podían abrirse. Estaban duras, como si el agua llovida, el calor del sol y el sudor de la mujer hubieran formado una especie de dique sobrenatural que impedía bajarlas. Entonces vino lo peor.

El hombre que estaba a mi otro lado también empezó a despedir una fetidez espantosa. Aunque sudaba copiosamente, como todos, la hedentina no parecía provenir de su cuerpo. No. Era como si se originara en su interior. Como si estuviera guardada en un frasco alojado en su alma y desde allí alguien lo abría y lo esparcía hacia fuera. Y él no era el único. Los que iban sentados frente a mí desataron también horribles olores. Y los que iban parados más allá, y los que iban sentados más acá, y la gente que iba en los carros cercanos. Y yo también. Era repugnante. Los asquerosos y horribles hedores nos cubrían por completo. El motorista detuvo la marcha y bajó de un salto. Detrás de él otro tanto imitó su ejemplo. El resto, entre ellos yo mismo, corrimos hacia la puerta trasera y nos tiramos del bus.

Pensé que al llegar se lo contaba todo a mis compañeros de trabajo, pero guardé un silencio inexplicable. En casa, por la noche, encendí la televisión para ver si algún canal daba la noticia de lo sucedido. Nada. Por la mañana me levanté temprano a comprar los periódicos. No había mención alguna del incidente. Salí de mi casa y me dirigí como siempre a la parada del bus. Todo estaba en orden. Y todos parecían normales. Pero yo no era más el mismo.

- Jugar con las palabras
En ocasiones, el ser demasiado lógicos nos llena de rigidez mental. A la larga, ello inhibe nuestras ideas, nos cerramos y llegamos a creer que somos incapaces de escribir. En realidad, todos los temas pueden abordarse con una mirada creativa e imaginación. Es cuestión de tener paciencia, “bucear” en las experiencias personales y lanzarse a jugar con las palabras. “Escriban una redacción con el tema mi casa”, anuncia el profesor. En apariencia es un tema aburrido, difícil, hasta sin sentido. Pero el único límite real es la imaginación y la creatividad. Intentemos… “Me gustaría escribir sobre…”

Mi casa está llena de luz. Los colores se filtran por todos lados y para reconocer los objetos las personas deben acercarse bastante. Sólo así pueden distinguir las formas del intenso brillo. A veces mi padre viene a almorzar conmigo e incluso para él la luz es demasiada. Debe colocarse, como todas las demás visitas, los lentes oscuros que se hallan a la entrada, sobre la mesita café, cerca del cuadro aquel que ella pintó desnuda después de llamar al amor por su nombre y sumergirse en el océano que más tarde se transformó en vino tinto.

A veces los duendes cambian las cosas de lugar y me cuesta reconocer mi casa. Ellos saben que sólo alterando los detalles puedo volverme un extraño en mi propio hogar. Porque sé de las manchas que habitan sus suelos, del polvo que anida en sus ventanas y hasta de las letras que se forman en sus paredes. El otro día pude leer, con suficiente claridad por supuesto, un nuevo mensaje: “El azul no crece de día porque su fragancia pertenece a la luna”. Fueron estas palabras la última pieza del rompecabezas. Ahora entiendo por qué la primera vez leí entre sus grietas y telarañas “el mar que ayer fue río y mañana será universo”.

Conozco cada uno de los rincones de mi casa, aunque para mi asombro no distinga cuál es mi cuarto y dónde queda la cocina, aquella que la abuela conserva intacta para el arroz en leche que todavía me prepara mientras duermo. Porque con ella ya inventamos muchas palabras y es el silencio el que ahora nos habla.

Mi casa tiene ciento treinta y seis ventanas y la luz se pasea como pájaro a través de sus cristales. Mi casa tiene también cinco puertas. Dos de ellas se mantienen cerradas para no molestar a los que ya partieron, así pueden entrar y salir cuando lo deseen y nadie se sorprende. La otra está pintada de morado y pertenece a una princesita que se la pasa inventando canciones por las noches. La música la convierte en ángel y por las mañanas sale a tocar con sus sonidos el alma de los que no quieren abrir los ojos. Es ella quien me salva todos los días. Todos los días es ella quien me salva. Cuando la luz es demasiado intensa, incluso para mí, el rumor de su sonrisa me conduce y enseguida me voy a dormir. Nada importa entonces, ni la mariposa que vuela alto por el techo, ni el búho que se entrega sin resistencia a la lluvia. Hay otra puerta que guarda rincones, recuerdos y momentos. Saludan de pie y visten de blanco para confundirse con la luz. Detrás de ella se esconden mis amigas. Me conocen de día y de noche, y a pesar de eso me dicen que sí con su mirada. De ellas también es mi casa. En la última puerta habita una pequeña que aún no sabe qué será. Pero su magia alcanza para hacerme reír y soñar. Ahora juega a esconderse de su luz, y canta y baila, y toca todo con sus manitas, y con ellas aleja aún más las posibles sombras que hace tiempo no pueden entrar a mi casa...

Mi casa está llena de luz. Y nada más necesita.

Actividades
1. Escribe una redacción con el tema el sueño. Piensa en las varias opciones que existen: insomnio, dormir durante el día, soñar mientras se duerme, cómo duermen juntos dos personas (hermanos, esposos, amantes, junto a la mascota), dormir al aire libre, dormir en un país extranjero, dormir en una cama que no es la propia…

2. Elige una de las frases siguientes como inicio de tu relato:
“Lo supe en cuanto me miró…”
“No sé quién es, pero creo que me conoce…”
“Era jueves por la tarde…”
“Yo sería un buen cantante de rancheras por las mañanas…”
“Era ella la niña que más asustaba…”
“La mujer de Andrés, la loca de la mujer de Andrés, compra dulces y los tira en la sopa…”
“Es ella. No lo puedo creer. Ella…”
“Hace unos días recibí noticias de un amigo…”
“Lo que más disfrutaba en la vida era subirse a los ascensores…”
“Dos de las trece sillas aún se hallaban vacías…”
No hay un límite de páginas. Tan sólo déjate llevar por tu imaginación y escribe. Cuando termines, elige otra frase y elabora otro texto. Practica una y otra y otra vez.

3. Se afirma que si se quiere escribir hay que estar dispuesto a inquietarse. Elige una historia sobre la que te resulte difícil hablar y escribe sobre ella.

Otra mirada: la escritura como proceso creativo

Ahora que se han tomado en cuenta ciertos aspectos que podrían facilitar el encuentro con esa labor tan apasionante llamada escribir, intentemos abordar esta actividad como un proceso: una serie de pasos que podrían seguirse para entender con mayor claridad la escritura, contribuir a organizar mejor los pensamientos y facilitar la redacción final.

Iniciamos enfatizando una idea anterior: paciencia, disciplina y constancia. A veces se quiere correr antes de aprender a gatear; se busca realizar la escultura antes de pensar la forma y picar la piedra. Es interesante notar que la palabra texto proviene de la raíz latina textus, que significa tejido. La definición es bastante sugerente: un escrito es un tejido en el que se van hilando las ideas. Y un tejido tiene sus etapas, su proceso, ¡no se hace de la noche a la mañana! De igual forma, muchas son las disciplinas que requieren de un proceso: músicos, pintores y escultores, por ejemplo, se han llevado horas y horas de trabajo antes de ver finalizada su obra.

Asomémonos al trabajo de un pintor. Para él, hacer un cuadro implica, sin duda, todo un proceso. Primero debe tener el tema sobre el cual va a pintar. Ahora que si el cuadro es un encargo que le pagarán, le dirán el tema de antemano y no podrá escogerlo. Pero si es un cuadro que él quiere hacer, debe pensar primero qué es lo que va a decir. Imaginemos que, después de un tiempo, decide que va a trabajar el tema de la niñez. Le interesa reflexionar cómo viven los niños en esta época moderna. Luego tiene que pensar también en la emoción que quiere transmitir. A partir de estos temas escoge los medios: el tipo de tela o de madera sobre el que trabajará y también si lo hará con óleo, acuarela, tinta. Después de ello debe determinar la composición. Por ejemplo, decide trabajar en un primer plano a su sobrina sentada sonriendo, a colores, y al fondo pintar una escena de una película vieja, sobre industrias, en blanco y negro. Ello porque le interesa trabajar el contraste del color y el blanco y negro para ver qué emoción transmite. Le interesa, también, cuidar la composición, la disposición, el orden de las imágenes. Y aún ahí el proceso no ha concluido, tiene que sentarse a pintar y es muy posible que en el camino el cuadro sufra modificaciones.

Para comprender las etapas que se pueden experimentar durante la escritura, a continuación se proponen seis pasos que pueden facilitar el proceso de redacción. La idea es, de nuevo, comprender que la escritura no es una carga pesada y asfixiante, sino más bien una actividad divertida y provechosa.

Paso 1: Pre-escritura. Antes de sentarnos frente al ordenador o la hoja en blanco, conviene tomar en cuenta los aspectos siguientes:

a) ¿Quién leerá mi escrito? Debemos saber, en la medida de lo posible, las características más elementales del público que leerá el texto: nivel social y profesional, edad, más otros que estén al alcance. Así se obtendrá un nivel óptimo de comunicación. Por ejemplo: si lo que se persigue es elaborar un texto en el que se le explique a un menor de ocho años qué tendría que hacer el Gobierno para mejorar el transporte y evitar los congestionamientos, es bien probable que nuestro nivel de formalidad sea coloquial y utilicemos un lenguaje de fácil comprensión. Por lo general, no es lo mismo contarle un chiste a nuestra mamá que a nuestro mejor amigo, empleamos distintas palabras.

b) Selección del tema. Es preferible escribir sobre aspectos que nos interesan particularmente, que atraen nuestra atención o tienen que ver con nuestra experiencia personal. Ahora bien, si el tema nos es dado de antemano, por ejemplo en una materia, como tarea, no hay motivo para la queja y la predisposición. Como veremos en el enfoque, siempre existe un punto de vista personal desde donde se puede abordar creativamente un tema.

c) Delimitación del tema. Imaginemos que se desea escribir sobre la música. En relación a ello, podrían abordarse los aspectos siguientes: géneros, instrumentos, intérpretes, letras de canciones, bandas famosas, muertes violentas, entre muchísimas opciones más (de hecho, cada elección posibilita otras). Es, por tanto, necesario delimitar el tema para trabajarlo con más propiedad. Podría decirse que es un “tema universo” que debe delimitarse hasta convertirlo en un “tema planeta”, más manejable y de mejor trato para su posterior desarrollo.

d) Enfocar el tema. Cuando ya se tiene un “tema planeta”, delimitado, se pude buscar un “país” desde donde se contemple la escena. Es decir, un punto de vista, un foco en particular que marcará lo que yo pienso y opino acerca del tema en cuestión. Retomemos el tema de la música. Lo que nos llama la atención es lo relacionado con la letra de ciertas canciones, aquello que se comunica en algunas de ellas. ¿Qué pensamos sobre ello? ¿Qué específicamente nos interesa? Y, lo más importante, ¿cuál será nuestro punto de vista al respecto? Al responder las preguntas, clarificamos qué se busca comunicar a los demás y cómo escribir con propiedad. Al final el tema no resulta impuesto, ya que quien escribe lo mira desde su particular experiencia e interés.

Paso 2: Búsqueda, investigación. ¿Qué se sabe sobre el tema en cuestión y qué se necesita saber o complementar de acuerdo al enfoque elegido? Se trata de buscar e investigar para facilitar el desarrollo del escrito. Conocimientos que ya poseemos, experiencia acumulada, libros, revistas, internet… Mientras más documentados estemos, mejor. También debe tomarse en cuenta que no todos los temas necesitarán de una exhaustiva investigación. En el anexo que se halla al final encontrarás suficiente información que te ayudará a comprender más este paso.

Paso 3: Selección de las ideas más adecuadas y la información más pertinente. No todo lo investigado tiene que, necesariamente, tomarse en cuenta para la elaboración de un texto. Por lo general, se debe aprender a discriminar ciertas ideas y adoptar otras, con el fin de que el texto quede consistente, sin ideas subdesarrolladas o irrelevantes. El criterio más importante que orienta la selección de ideas es el enfoque, ello ayudará a la hora de descartar algunas ideas que, aunque atractivas y relacionadas con el tema elegido, pueden descartarse en beneficio de una mejor comunicación. Es esta una habilidad poco practicada. Por eso puede suceder que se tengan muchas ideas o información, pero se sea incapaz de escribir más de dos párrafos. Lo importante de este paso es responder a la pregunta ¿qué es lo que voy a decir sobre la información que poseo y qué es lo que no voy a decir? Y ser capaces de dar razones sobre ello. En algunas ocasiones nos puede parecer que hay escritores que no necesitan seguir este paso, tienen muy poca información y con ella elaboran un escrito ordenado. Esto se logra con la práctica y con la capacidad de seleccionar la información en la mente, sin necesidad de volver tan evidente este momento. Lo importante es la organización de los datos que tenemos.

Paso 4: Ordenar y estructurar las ideas y la información. Una vez recorridos los primeros tres pasos, se debe pensar en qué orden irá la información que se ha de comunicar. Esto evitará que el texto posea ideas desordenadas y desorganizadas, repetidas o mezcladas; es decir, garantizará un escrito coherente y claro, y no una estructura carente de sentido. En otras palabras, se trata de diseñar la posible armazón que tendrá el texto, el “esqueleto” de la redacción, para que las piezas que constituirán el rompecabezas del escrito consigan atrapar el interés del lector. A continuación se presentan algunas preguntas, a manera de guía, que podrían ayudar a desarrollar la estructura de un escrito:

¿Con qué idea iniciar? ¿Qué efecto se quiere conseguir? ¿Cómo redactar la primera frase para atraer al lector? ¿Es esa la mejor opción de acuerdo a lo que se desea expresar o comunicar? ¿Existe otra manera de hacerlo?

¿Cuál es la idea que le seguirá? ¿Está bien ligada o la relación que se establece es forzada y apenas se consigue? ¿O prácticamente no hay relación lógica y coherente entre una y otra?

¿Cuál es la idea que le sigue? ¿Cómo puede plantearse de la mejor manera? ¿Cómo va la relación lógica con las anteriores? ¿Se encamina a lo que se quiere decir? ¿Las ideas son claras y precisas?

¿Cómo redactar la frase final para que “deje algo” en el lector? ¿Cuál es el efecto que se quiere conseguir? ¿Es esa la mejor opción, lo que se quiere comunicar?

Debe tomarse en cuenta que la estructura detallada en este paso podría modificarse al momento de escribir, ya sea porque se cambie una idea o la tesis, o porque se obtenga de pronto un dato que no se había considerado antes. En este sentido podría decirse que la estructura indica el camino, pero no nos conduce por sí misma a nuestro destino. Pueden tomarse varias rutas para llegar al lugar que se desea. La estructura debe facilitarnos el proceso, no lo contrario.

Paso 5: Redactar: el arte de escribir. Ahora sí podemos sentarnos frente al ordenador o la hoja en blanco. En buena medida, el éxito de este paso dependerá de si se quiere escribir ficción o no ficción (realidad), si existe un límite de tiempo para hacerlo y si el paso de la pre-escritura fue productivo. Por lo general, nos ocupamos directamente de esta etapa y obviamos las anteriores. Sucede que nos dejan una redacción para dentro de tres días y la noche antes de la fecha de entrega nos apresuramos a “inventar” y a escribir “lo que salga”, sin considerar el proceso. Después nos quejamos porque “no se me ocurre nada”. Y claro que es difícil desarrollar un texto cuando ni siquiera hemos delimitado y enfocado el tema, y mucho menos hemos realizado un esfuerzo por ubicar, seleccionar y estructurar ideas e información. Así no se puede escribir; es decir, la experiencia se vuelve pesada, cargante, asfixiante, con lo que sólo se logra un rechazo y hasta odio hacia la escritura, uno de los momentos más libres y creativos que existen, además de necesarios: a través de la redacción de textos clarifico procesos de pensamiento que a la larga ayudan a mi desarrollo personal y profesional.

Paso 6: Corregir: Este paso es importante, pues es bien difícil que el texto quede terminado de buenas a primeras; debe revisarse. Mirar de nuevo lo que se ha escrito para mejorarlo. ¿Qué debe buscarse en el borrador; es decir, qué debemos revisar? Acá hay algunas sugerencias:

- Estructura de la oración:
Hay que cuidar que las frases sean claras y concisas. Fíjate en el ejemplo siguiente:
Ronaldo, jugador que en el último mundial destacó por sus habilidades futbolísticas, las cuales son impresionantes, quien antes jugaba para el Ínter de Milán, de origen brasileño, juega esta temporada en el Real Madrid.

Como puede notarse, de quien se habla en la oración es de Ronaldo, y la información relevante que se quiere transmitir es en qué equipo juega. Pero notamos una serie de datos que podrían confundir al lector y no ayudan a la claridad de la frase. Se dice “jugador” y después se utiliza el verbo “juega”, se utiliza el pronombre relativo “las cuales”, y si quien lee la oración sabe poco o nada de fútbol podría interpretar que el equipo Ínter de Milán es de origen brasileño. Una opción corregida podría ser:
El brasileño Ronaldo juega en el Real Madrid esta temporada. Este deportista destacó en el último mundial. Su anterior club era el Ínter de Milán.

Se han corregido los errores mencionados y se han reubicado ciertos datos; ahora la oración posee ahora 25 palabras, nueve menos que la anterior. Hay, pues, que comprobar que todas las palabras de la frase aporten información útil: a veces algunas palabras pueden eliminarse para que la frase cobre mayor fuerza expresiva y sea más comprensible para el lector.

- Repeticiones innecesarias:
Fíjate en la frase siguiente:
El profesor se llama Rubén López, el profesor tiene 33 años de edad, el profesor imparte la materia “Técnicas de redacción”, el profesor trabaja en la Universidad desde hace cuatro años, el profesor vive en la Colonia “La Cima II”, el profesor tiene una niña de siete meses, la niña se llama Sofía y es una niña grande y hermosa.

Es obvia que la repetición de la palabra profesor y niña afean y entorpecen la redacción. Para evitarlas, puede utilizarse sinónimos como maestro, catedrático, facilitador, instructor, pedagogo, mentor para profesor; y menor, hija, bebé, criatura, infante y hasta peque y lactante para niña. También se pueden usar pronombres o simplemente suprimir la palabra, pues se sobreentiende y no es necesario escribirla de nuevo. Así podría quedar la oración ya corregida:
El profesor se llama Rubén López. Tiene 33 años de edad e imparte la materia “Técnicas de redacción” en la Universidad desde hace cuatro años. Él vive en la Colonia “La Cima II” y es padre de una menor de siete meses de nombre Sofía, una niña grande y hermosa.

- Uso apropiado de las palabras de enlace:
Las palabras de enlace son aquellas que posibilitan la vinculación o relación de las oraciones entre sí: por un lado, por otra parte, además, en otro orden de ideas, en relación a lo anterior, en conclusión, finalmente, entre varias otras. Debemos usarlas en su justa medida. Ni muy pocas, ni demasiadas. Mira esta noticia tomada de un matutino del país y fíjate en las palabras de enlace que utiliza, las principales las hemos marcado en negrita.
Con la llegada de diciembre iniciará el plan de seguridad que año con año ejecutan diversas instituciones de gobierno en el marco de las festividades de fin de año.
"Fiesta Segura", como se ha denominado el plan, coordina esfuerzos de varias entidades públicas.
El Ministro de Gobernación habló sobre los nuevos dispositivos policiales en el Aeropuerto Internacional de El Salvador, en Comalapa, así como el las principales ciudades del país. "También se brindará protección en los puntos fronterizos", agregó Figueroa.
Por su parte, Rolando Meda, director de los bomberos, comprometió a su institución a brindar mayor vigilancia, sobre todo en los lugares escogidos para la ubicación de puestos de pólvora.

- Información poco clara o que en definitiva sobra:
Las ideas deben estar completamente desarrolladas, esto quiere decir que cualquier persona que las lea pueda comprenderlas sin necesidad de información adicional. En ese sentido es fundamental revisar el vocabulario empleado, ya que si nuestro escrito se encuentra lleno de lenguaje técnico, no será comprendido por varias personas, a menos que se trate, claro está, de un texto especializado para un público selecto. De igual forma sucede si se trata de un escrito colmado de lenguaje vulgar o coloquial, ajeno al posible público que leerá el texto. Mira el siguiente párrafo:

Carlos Vargas Pons tiene 33 años, trece de ellos dedicado de lleno a la pintura. Callado y pausado, protesta constantemente por las preguntas y la grabadora. Insiste en que está acostumbrado a pasar las horas en silencio, frente a la tela. En la tranquila soledad de sus pinturas. Preferiría escribir sus respuestas y entregarlas sin tener que decir nada más. Cuida cada palabra y cada frase. No quiere que en alguna frase se entienda más de lo que afirma, pero tampoco quiere decir menos. No regatea, ni hace concesiones. “Pinto para satisfacer una necesidad creativa que supongo inherente a todos los seres humanos. Para experimentarme. Para crecer dentro de todas las etapas que un proceso evolutivo personal supone”.

Se está hablando de un pintor, pero… ¿tenemos la información suficiente para saber sobre él? ¿podemos imaginarlo? ¿el lenguaje que se utiliza es accesible?

Tomar en cuenta la corrección nos lleva a escribir muchas veces, hasta que vemos que nuestro texto realmente expresa aquello que queremos decir. Mira cómo se puede corregir el siguiente párrafo. Se han marcado algunas palabras repetidas y expresiones que pueden eliminarse, hay tantos datos que no deja clara una idea, no prioriza; además se han puesto en cursiva algunos errores que puede que en la primera redacción hayamos pasado por alto.

El fenómeno de la migración en el país –sobre todo al exterior– no es nuevo. Tampoco es nueva la inquietud de reflexionar sobre la migración. El gobierno salvadoreño ha mostrado en distintas formas, expresiones y momentos un interés particular por este tema. Sobretodo porque la migración se han convertido en una de las principales fuentes de ingresos para la economía nacional. Según los datos que tiene del Banco Central de Reserva, la migración envía las remesas que han crecido pasando de US $322 millones en 1990 a US$1,750 millones en el año 2000. La remesa se ha vuelto la fuente de ingresos que sostiene la economía nacional y de esta forma, el migrante se ha vuelto tema prioritario para la política económica del gobierno.

Fíjate ahora en esta propuesta, se ha suprimido la información inútil y se han corregido otros problemas del párrafo.

El fenómeno de la migración no es nuevo, como tampoco la inquietud de reflexionar sobre ello. El Gobierno salvadoreño ha mostrado un interés particular sobre el tema, de tal forma que el migrante se ha vuelto discusión prioritaria para la política económica. Sobre todo porque las remesas que se obtienen son una de las principales fuentes de ingresos de la economía nacional (1,750 millones de dólares en el año 2000).

Actividades
1. Elige un tema y desarrolla los pasos respectivos. Después, hazlo de nuevo con otro tema. Recuerda: la práctica es fundamental.

2. Corrige las oraciones siguientes y redáctalas de nuevo. Puedes suprimir o reordenar lo que consideres necesario.
a) Para redactar adecuadamente y con eficacia, no se necesitan muchas cosas pero sí es necesario conocer algunas; una de las más importantes es redactar frases eficientes, las cuales deben ser cortas y con sentido comunicativo. Un buen redactor debe tener en cuenta que a veces es importante “guardar” algunas palabras que son irrelevantes o innecesarias en una oración, con el fin último de escribir con claridad. Muchas o abundantes palabras no son sinónimo de buena comunicación o mensaje bien transmitido. Ya lo dijo, recordémoslo, el gran escritor Gracián: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

b) Las drogas son sustancias que, si bien antes algunas de ellas se utilizaban para curar, hoy en día, además de ser utilizadas por la medicina, sirven para que algunos individuos, ya sea por vía intravenosa, en pastillas, inhalando o de cualquier otra manera que ellos saben, les produzca, una vez han entrado en la circulación sanguínea y llegan al cerebro, un estado de excitación especial.

c) Muchas veces lo había intentado, llevaba casi toda su vida entrando en concursos de talento, pero la gente no le aplaudía. Incluso había intentado que la gente le aplaudiera por la fuerza, pero no había funcionado.

d) Ana pesa ochenta libras y tiene quince años; se obsesiona mucho con su peso, hasta el punto en que ha estado numerosas veces en el hospital, por una serie de enfermedades a causa de su poco peso, que hace que tenga defensas muy bajas.

e) Los humanos sólo quieren quitarme a mi pueblo, me quedaré sin él... tendré que luchar si es posible hasta la muerte porque yo nunca pierdo... Los voy a atacar de frente para ver tener el honor de ver cómo se retuercen ante mis golpes y mis guerreros, quiero ver que me supliquen para que los deje libres...
3. ¿Lleva tilde esa palabra?

Uno de los aspectos que deben verificarse en la revisión final es el uso adecuado de las tildes. Quienes poseen computadora creen que basta con la revisión ortográfica que trae el programa de “word”. Se equivocan. Ese servicio no lee la tilde en los monosílabos ni en palabras que aceptan una posición distinta de la sílaba. Por ejemplo, los monosílabos “si, se, mi, tu, de” (por mencionar sólo algunos) pueden llevar o no tilde. Así en la oración esa es mi camisa nueva, el monosílabo “mi” no lleva tilde; pero sí en no había ninguna carta para mí. De esta forma, una frase como a mí me lo contó mi prima lleva dos veces la palabra monosílaba “mi”, una con tilde y la otra no, y la computadora no tiene la inteligencia para saber por qué; desconoce la diferencia, por lo que los lee en cualquier caso como correctos. Además, no siempre se puede disponer de una computadora. En un examen o escrito familiar, por ejemplo, se carece de esa herramienta, y si no se tilda con propiedad, se puede expresar determinada idea de forma por completo distinta. Veamos un caso:

La perdida de tu prima te hace sentir triste.

Se afirma es que la prima de esa persona es una “perdida”, es decir “que no lleva dirección determinada” o, peor aún, que es una “cualquiera”. Pero en realidad se ha querido expresar lo siguiente:

La pérdida de tu prima te hace sentir triste.

Quiere decir que la prima de esa persona ha fallecido y ello le provoca tristeza. A la larga, como se puede notar, la diferencia entre un insulto y una condolencia la hace esa rayita inclinada hacia la derecha que llamamos tilde. Su estudio y correcto uso son, pues, importantísimos. De hecho, la computadora tampoco corrige esa clase de palabras, pues las escribe como correctas en ambos casos y de hecho lo están, lo que sucede es que el ordenador ignora la intención comunicativa de quien escribe.

Algunas otras palabras que varían de acuerdo a dónde se tilden son: célebre, celebre, celebré; género, genero, generó; inválido, invalido, invalidó; saludo, saludó; réplica, replica, replicá; fábrica, fabrica, fabricá, entre muchas otras.

Para tildar con propiedad, es necesario comprender ciertos conceptos. La importancia del tema amerita profundizar al respecto.

Sílaba, sílaba tónica y sílaba(s) átona(s)

¿Qué es sílaba? Una o varias letras que se pronuncian en una sola emisión de voz. El concepto remite enseguida a un criterio sonoro: la palabra “margarita” tiene cuatro sílabas, porque cuando se dice se hacen cuatro “fuerzas” de voz: mar- ga- ri- ta. Pronúnciala en voz alta y compruébalo. Ahora haz lo mismo con las palabras siguientes: pro- fe- sor; a- é- re- o; de- fi- ni- ción; ca- er; gim- na- sia. Puede notarse, por ejemplo, que la palabra “gimnasia” tiene tres sílabas y no cuatro, pues no pronunciamos gim- na- sí- a.

En todas las sílabas hay una vocal acompañada de una o varias consonantes. Las vocales solas pueden formar sílaba (te- a- tro-); las consonantes no, únicamente acompañadas de una o más vocales (a- vión).
De acuerdo al número de sílabas, las palabras se dividen en:
Monosílabas: constan de una sola sílaba: hoy, tos, cruz, gris, Dios, Luis.
Bisílabas: constan de dos sílabas: co- rren, ár- bol, man- go,
ca- sa.
Trisílabas: constan de tres sílabas: ac- ti- vo, prín- ci- pe,
cán- ta- ro, te- a- tro.
Polisílabas: constan de cuatro o más sílabas: fe- rro- ca- ril,
he- pa- ti- tis, po- e- ti- sa, or- ga- ni- zán- do- lo.

Reconoce el concepto y divide en sílabas las siguientes palabras: jueza, constitucional, leer, mausoleo, peripecia, maestría, movimiento, cohete, casualidad, educación, Lucía, Andrea, Samuel.
Después, intenta escribir oraciones en las que utilices únicamente palabras de una sola sílaba, o de dos, o tres. Ejemplo: la cruz es gris (todas las palabras son monosílabas). Andrea comerá frijoles refritos (todas las palabras son trisílabas).

Otro término básico para aprender a tildar es el de sílaba tónica: aquella en la que recae una mayor fuerza de voz. También se le llama acentuada. El resto de sílabas de cada palabra se llaman átonas o inacentuadas. En las siguientes palabras, se ha subrayado la sílaba tónica: so-li-ci-tud, mag-ní-fi-co, lo-cu-tor, tor-men-ta, cla-var, me-dia-no-che, a-con-te-cer, ba-ca-la-o, re-ga-lar, ve-ci-no, de-se-o, a-cen-to, til-de, tar-je-ta, jí-ca-ra.

Las sílabas tónicas dotan a las palabras de sonoridad. Ello permite la musicalidad en un poema.


La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
(Sonatina, de Rubén Darío)

¿Alguna vez, mientras escribes, te ha parecido que una palabra no suena bien y la has cambiado por otra? Es precisamente por la sonoridad. Lee en voz alta esta frase: La noche era un jardín de ojos. Ahora hazlo de nuevo con las oraciones siguientes y nota la diferencia: La noche era un huerto de ojos. La noche era un prado de ojos. No suena igual, y es probable que por ello Octavio Paz haya elegido la primera opción para iniciar así su cuento “Un ramito de ojos azules”.

Practiquemos de nuevo. Busca 20 palabras que se encuentren en algún otro libro e identifica su sílaba tónica.

Diptongo, hiato, triptongo

Estos son otros conceptos importantes a la hora de tildar palabras. Antes de continuar, recordemos que de acuerdo a la abertura de la cavidad bocal, las vocales pueden clasificarse en abiertas (también llamadas fuertes): a, e, o; y en cerradas (llamadas también débiles): i, u.

Pues bien, un diptongo puede definirse como dos vocales diferentes que se pronuncian en una sola sílaba. Debe ser una vocal abierta junto con una vocal cerrada, o dos vocales cerradas. Además, la tilde no debe recaer nunca en la vocal cerrada (excepto en ciertos casos especiales, como cuando la u y la i se unen en palabras como “cuídate“ –distinto a “cuidate“–, “fuímonos”, entre otros). Si eso pasa, deja de ser diptongo. Ejemplo:

nai - pe cau - dal a - bue - lo a- bre- via- tu- ra
tie - ne cua - dro fue - ra mur- cié- la- go
ciu - dad hués - ped rei - no can - ción

El cuadro que presentamos a continuación muestra de forma resumida estos criterios:

Vocal I U
A ai: nai-pe
ia: diá-fa-no au: au-to
ua: cua-der-no
E ei: pei-ne
ie: hie-lo eu: Eu-ge-nia
ue: hue-co
O oi: oi-go
oi: lec-ción ou: cou-lomb
uo: con-ti-nuo
I/U iu: viu-da ui: je-sui-ta

¿Pero qué pasa con palabras como: am - plí - o, san - dí - a, te - ní - a? Ya no hay diptongo, sino hiato: dos vocales juntas en sílabas diferentes (cada una pertenece a distinta sílaba). El acento siempre recae en la vocal cerrada, excepto cuando tenemos dos vocales abiertas. Ejemplo:

le - er
ca - í – do
vi - ví – a
di - í- ta pe - ón
a - ú - lla
rí - o
pri - ís- ta A - a - rón
cre - í - do
Ma - rí – a
Sa – úl ba - hí - a
mí – o
co- o - pe -rar
con- ti - nú - o

Otra consideración importante al dividir en sílabas una palabra es la h intervocálica. Hay algunas palabras como ahijado, ahumar, ahulado, búho, buhonero, cohibir, prohibir, etc. que llevan una h entre dos vocales. ¿Forman una sílaba o son parte de dos sílabas separadas? Según la regla, la h intercalada no impide que exista diptongo: ahu-mar, ahu-la-do, buho-ne-ro. En la palabra búho, por el acento, tenemos dos sílabas, pero no es por la h que está entre las vocales.

Un aspecto más a tomar en cuenta es la división silábica en palabras que llevan la letra x. La x en posición intervocálica o al final de la palabra presenta el grupo consonántico /ks/. Por ejemplo, la palabra examen podría dividirse: ek-sa-men; pero al escribirla como se debe, la división no es posible gráficamente: exa-men. ¿Cómo dividiremos en sílabas palabras como boxeo, taxi, explicar, anexo? Cuando una consonante sigue a la x, no hay ningún problema: ex–pli-car o ex–tra-er. Si esta aparece entre vocales y, por tanto, pertenece a dos sílabas, no pueden dividirse gráficamente, tal es el caso de taxi o boxe-o.

Finalmente, recordemos que el triptongo es el conjunto de tres vocales en una sílaba. Se forma así: vocal cerrada + vocal abierta + vocal cerrada, y la tilde siempre recae en la abierta. Ejemplos: a-ca-ri-ciéis; lim-piáis; miau. Las palabras u-ru-guay y buey también se toman como triptongos. Sin embargo, fíjate en la siguiente palabra: des-pre-cia-rí-ais. ¿Qué ha sucedido? Se ha roto el triptongo, las tres vocales ya no se hallan en la misma sílaba.

Actividad
1. Practica con las palabras siguientes. Encierra en un círculo los diptongos y subraya los hiatos.
atribuir
asamblea
obvio
nauseabundo
fiabilidad
coetáneo
abundancia
beato
biopsia
biología envidia
invasión
pelea
violencia
divorcio
evangelio
boa
caótico
caligrafía
adversario viejo
vacío
bacalao
realidad
viento
vocación
suave
percibió
bibliografía
exhibición hacienda
huerto
huérfano
armonía
incoherencia
óseo
muela
geología
genio
teología

Agudas, graves, esdrújulas, sobresdrújulas

Las palabras se clasifican de acuerdo a la ubicación de la sílaba tónica (se cuenta de derecha a izquierda):

- Agudas: llevan la sílaba tónica en la última sílaba: so li da ri dad, ma íz, co ra zón, ca fé, dor mir, con ver sar, co rrec ción. Anota diez más.
- Graves o llanas: llevan la sílaba tónica en la penúltima sílaba: or to gra fí a, crá ter, ma es tro, es tu dian te, e na mo ra do, dor mí a, lá piz. Escribe otras diez.
- Esdrújulas: llevan la sílaba tónica en la antepenúltima sílaba: cús pi de, dí ga lo, pe lí ca no, jí ca ma, cón cla ve, sí la ba. Tu turno: diez más.
- Sobresdrújulas: llevan la sílaba tónica antes de la antepenúltima sílaba: dí ga me lo, pón ga me lo, cóm pre me lo. De estas sólo cinco más.

Actividad
Practica con las palabras siguientes. Primero divide en sílabas, luego subraya la tónica y después escribe a la par su clasificación.
gesto
génesis
general
legendario
legión
legítimo
legitimar
geografía
lógica
ingenio ajedrez
eje
brujería
ajetreo
ejército
ejercer
ejecutivo
atún
dibujé
bajemos corrí
atajen
envejecer
envejecimiento
cojear
bendije
trajeran
compró
digno
dogma amígdala
enigma
religión
alcohólico
levantaría
tía
diligencia
limosna
nostálgico
ciencia

¿Cuándo se tildan las palabras?

Ahora sí, llegamos al punto de en qué momento tildar palabras. Todo puede resumirse en algunas reglas, las que incluyen el conocimiento de los conceptos estudiados hasta hoy. ¿Son muchas reglas? ¿Treinta? ¿Veintidós? ¿Once? En realidad, son únicamente seis:

1. Se tildan las palabras agudas que terminan en n, s o vocal: café, corazón, compás, canción. La tilde siempre recae en la vocal abierta.

2. También se tildan las palabras agudas aunque no terminan en n, s o vocal, cuando hay hiato: maíz, reír, baúl, Saúl. La tilde siempre recaerá en la vocal cerrada.

3. Se tildan las palabras graves que no terminan en n, s o vocal: cráter, lápiz, mármol. La tilde siempre recae en la vocal abierta.

4. Se tildan las palabras graves aunque terminen en n, s o vocal, cuando hay hiato: sandía, sitúe, reúno, maestría. La tilde siempre recaerá en la vocal cerrada.

5. Se tildan las palabras graves aunque terminen en n, s o vocal, cuando va precedida de otra consonante. Es un caso poco frecuente y sólo se da con palabras procedentes de otras lenguas: fórceps, bíceps, tríceps, cómics. Se incluye acá otro caso inusual: las palabras graves terminadas en “y” se deben tildar: póney, yóquey.

6. Las palabras esdrújulas y sobresdrújulas se tildan siempre, sin importar en qué consonante o vocal terminen: periódico, mándamelo, magnífico.

Actividad
Practiquemos de nuevo. Una vez más, sigue los pasos siguientes: divide en sílabas, identifica la tónica, ubica qué tipo de palabra es y tíldala si lo requiere, de acuerdo a las reglas anteriores.
ilogico
aracnido
benigno
consiguio
insolacion
isla
israeli
iglesia
ortografia
tortilla llover
intuyo
bellisima
conyugue
fallecer
alli
hallarian
compadecer
violaceo
conciencia cetaceo
asimiliacion
acido
cementerio
jauria
dificultad
habria
animo
volvere
tropiezo mandarina
consonantico
frio
joven
jovenes
examen
examenes
reunion
huespedes
reir

¿Y los monosílabos?

La tilde de los monosílabos es distinta a la antes estudiada. No existen dos o más sílabas para establecer la diferencia entre tónica y átona. Por ello la tilde tiene un nombre especial: diacrítica: dia: dos; cratos: poder. Es decir, el poder que permite distinguir entre dos. ¿Cuáles dos? Aquellos monosílabos que poseen idéntica forma, pero distinto significado y función gramatical. Con el ejemplo se aclarará a qué se refiere:

Me gusta el te de jamaica / Me gusta que te traigan flores

Notamos que ambos monosílabos tienen igual forma. Pero el primero se refiere a una bebida y el otro es un pronombre. Necesitamos distinguir uno del otro para evitar confusiones, es decir, necesitamos el poder que nos permita distinguir claramente uno de otro. Así, se ha decidido que el primero lleve tilde y el segundo no. Las oraciones, entonces, quedan así:

Me gusta el té de jamaica / Me gusta que te traigan flores

A continuación, encontrarás los monosílabos que más se utilizan, y sabrás cuál de ellos se tilda y cuál no, según se ubique la tilde diacrítica.

él: pronombre personal: él va al cine, a él no le gusta este libro.
el: determinante: el gato es negro, la abuelita le contó el cuento de Pinocho.
Ejercicio: a el no le gusta que el vecino hable fuerte
el corte de pelo que el se hizo le queda fatal
ella sabe que el espera el momento apropiado

mí: pronombre personal o reflexivo: a mí me gusta aquella casa, me prometí a mí misma no volver a hacerlo.
mi: posesivo: Andrés es mi amigo, mi perro es grande, ese es mi problema.
mi: nota musical: empieza de nuevo en mi.
Ejercicio: el helado de mi hermana es para mi.
el caso es que mi amigo se volvió contra mi.

tú: pronombre: tú vienes cuando te parece, tú eres lo máximo.
tu: posesivo: ya trajeron tu cuaderno, me parece que es tu culpa.
Ejercicio: tu comes tu pastel.
tu sabes lo que quiero de ti.

té: bebida: ¿té helado o té frío?, el té me gusta más que el café.
te: pronombre personal: te espero a las siete para salir al cine.
te: sustantivo referido a “letra”: en esta palabra la te aparece borrosa.
Ejercicio: te dije que el te estaba amargo
sabrás que te necesita cuando pida un te
sé: cuando es la forma del verbo ser o saber: sé un buen hijo, no sé qué hacer.
se: pronombre personal: él se baña, hoy se levantó temprano.
Ejercicio: no se me ocurre nada, solo se que no se nada
ahora se que se esta bañando
sólo se que se puso bueno

dé: cuando es la forma del verbo dar: no quiero que te dé calentura, que dé su nombre.
de: preposición: vengo de Izalco, este poema es de Benjamín.
de: sustantivo referido a “letra”: en la camisa le bordó una de.
Ejercicio: de diez vueltas a la cancha de la UCA
de vez en cuando que te de una probadita
que de lastima es de verdad triste

sí: pronombre reflexivo: volvió en sí, el egoísta sólo piensa en sí mismo.
sí: adverbio de afirmación: sí iré contigo, sí aceptó su propuesta.
si: conjunción condicional: si puedes, pasa por ella a las ocho.
si: nota musical: ¿te has fijado que si sostenido es igual a do?
Ejercicio: si supieras lo que paso
ella es una persona que si vale la pena
lo hizo por si mismo
si todos ensayáramos, lograríamos cantar en si la partitura

más: adverbio: tu carro es más rápido que el mío, no quiero más.
más: conjunción: tres más cuatro son siete.
más: sustantivo (signo matemático): en esta suma falta el más.
mas: conjunción adversativa que equivale a “pero” o “sin embargo”: salí ayer por la noche, mas estudié para el examen; es verdad, mas no sabe lo que le espera.
Ejercicio: mas alto que no te escucho.
Iré, mas llegaré tarde.
si quieres mas pastel, me avisas.

ó: cuando va entre números: no sé si eran 5 ó 6 ladrones
o: cuando va entre letras o palabras: vienes o te quedas.

Debe tomarse en cuenta que existen muchos monosílabos que no se tildan porque no hay otro que se le parezca en forma ni posea distinto significado ni diferente función gramatical. Tal es el caso de: fue, fui, vio, dio, ti, di, vi, fe... Es decir, no existe el monosílabo fuí, ni vío o dío, por ejemplo, así que no necesitan la tilde diacrítica.

Casos especiales

Por supuesto que también en redacción existen los casos especiales, igual que en matemáticas con los referidos a factoreo. ¿Esto viene a complicar demasiado todo? En realidad no. Podríamos decir que lo vuelve más “divertido” y hasta “ameno”. En todo caso no hay por qué preocuparnos, pues cada vez que se nos presente alguna duda podemos consultar este o algún otro libro o diccionario. También, si disponemos de acceso a computadora, la página de la Real Academia Española: http://www.rae.es/

- Aún se tilda cuando equivale a todavía: aún no es tiempo de terminar el curso; aún no ha venido. Pero aun no se tilda cuando equivale a incluso, hasta o ni siquiera: todos harán la tarea, aun los que no asistan; ninguno escribirá, aun el maestro. Es este otro caso de tilde diacrítica, esta vez en una palabra bisílaba que, sin embargo, tiene otra con forma parecida aunque con distinto significado, tal como se acaba de demostrar.

- El mismo caso de tilde diacrítica se aplica en la palabra solo, que puede ser un adjetivo (me gusta el café solo; pasa solo en esa habitación) o un adverbio (solo asistió los primeros dos días). Se trata, como puede notarse, de una palabra grave terminada en vocal que no debería tildarse.

¿Pero qué pasa cuando esta palabra puede interpretarse en la oración como adverbio o como adjetivo, generando ambigüedad en quien lee? En ese caso, debe obligatoriamente llevar tilde la palabra usada como adverbio: compraré solo dos sandías (al no llevar tilde, solo se interpreta como adjetivo: ‘en soledad, sin compañía’); compraré sólo dos sandías (al llevar tilde, sólo se interpreta como adverbio: ‘solamente, únicamente’)”. Iré sólo al mercado y regreso podría adolecer de la misma ambigüedad. Si quien escribe desea dar la idea que asistirá sin compañía al mercado, debe dejar la palabra sin tilde; pero si quiere expresar que solamente irá al mercado y a ningún otro lugar, la palabra debería tildarse.

- Por otro lado, esta, este, ese, aquel –y sus plurales– ya no se tildan en casos como: el lapicero azul es de José, este es mío; si quieres irte, vete con ese; me parece que esta es la mía, pues son palabras graves terminadas en “s” o vocal que de acuerdo a la regla no llevan tilde. Tal como se vio en el capítulo I, se trata de determinantes y no de pronombres. Ahora bien, cuando en la oración exista riesgo de ambigüedad, la tilde gráfica será obligatoria. Ese riesgo puede notarse, por ejemplo, en oraciones como: no estoy muy seguro pero creo que dijo que esta mañana nos acompañará. La ambigüedad acá puede estar en si la palabra esta aparece como pronombre referido a una ella (en cuyo caso debe tildarse) o como determinante que acompaña al sustantivo mañana (y debe dejarse sin tilde). Algunos académicos afirman que las oraciones que contienen semejantes casos de ambigüedad en realidad se hallan mal redactadas y que mejor deberían rehacerse de nuevo, y agregan que, por lo mismo, no encuentran razón alguna para tildar este tipo de palabras en ningún caso.

Finalmente, debe tomarse en cuenta que las formas esto, eso y aquello se escribirán siempre sin tilde: esto me parece magnífico; eso sí que es terrible, aquello que me contaste es mentira. Son pronombres demostrativos (también los estudiamos en el capítulo I) que no poseen palabras equivalentes ni otras con las que puedan confundirse, así que la tilda diacrítica, de acuerdo a lo visto, no es necesaria.

Ahora bien, las palabras anteriores no deben confundirse cuando se refieren al verbo ser o estar: él está triste, que estés indiferente no me importa; Juan y Miguel están alegres. Se trata, como es fácil reconocer, de palabras agudas terminadas en “n”, “s” o vocal que, por supuesto, deben tildarse, tal como lo indica la regla ortográfica.

- Además, sabemos que existen palabras que se tildan cuando tienen significado interrogativo, exclamativo o enfático, pero no llevan tilde cuando carecen de dicho significado y actúan sólo como nexos. Atención a los ejemplos para notar las diferencias:
Qué: dime qué quieres, ¿qué dijiste?, ¡qué malo soy!, qué es lo que tienes, nadie sabe qué trae entre manos.
Que: hizo lo que quiso, he dicho que no puedo ayudarte.

Cuándo: no sé cuándo vendrá, ¿para cuándo dices que lo tienes?, ¿cuándo vendrás?
Cuando: te llamaré cuando llegue a casa, me explicas eso cuando lo sepas.

Cuál(-es): ¿cuáles zapatos te quedan bien?, ignoro cuál es su trabajo.
Cual(-es): te comportas cual ignorante.

Quién(-es): ¿quiénes son ellos?, ¡quién quiere pastel!
Quien(-es): quien diga eso es un mentiroso; ese señor, quien usa el traje azul, llegó bien temprano.

Cuánto(-a, -os, -as): ¿cuánto más quiere?,
¡cuánto tiempo se pierde viendo la TV!
Cuanto(-a, -os, -as): él quiere cuanto ve, te lo envío en cuanto esté listo.

Cómo: ¿cómo se sienten hoy?, comentó que cómo habían crecido.
Como: no eres como tus hermanos, te lo cuento como lo oí.

Dónde: ¿dónde estás que no te veo?, ¿dónde nos encontramos?
Donde: te escondas donde te escondas, te encontraré; nos encontraremos donde ya sabes.

Las palabras qué, cuándo, cuál, quién, cuánto, cómo, dónde llevan la tilde diacrítica por su significado interrogativo, exclamativo o enfático; así se diferencian de las otras, que actúan como nexos, relativos o conjunciones.

- Con los verbos debe tenerse mucho cuidado a la hora de tildar. Es muy común encontrar ausencia de tilde en ellos, pese a que tal problema se resuelve con facilidad: conservan las reglas ortográficas. Esperé, platiqué, conversé, marché, temblé, completé, jugó, planificó, marcó, peleó, lloró, gritó, rió, saltó, llorarás, llevarás, estarás, escribirás, pensarás, comprarás, tildarán, dibujarán, llevarán, romperán, hablarán son todas palabras agudas que se tildan porque terminan en vocal, n o s. Comía, bebía, cambiaría, cantaría, rezaría, amaría son todas palabras graves que se tildan pese a terminar en vocal por el hiato, tal y como se estudió antes. Por supuesto que ello no significa que todos los verbos “parecidos” se tildan al final. Fíjate bien:

Él pensará cómo hacerlo / Si pensara eso, no lo diría
Ella comprará la gaseosa / Si comprara la camisa,
no compraría la blusa
Ellos hablarán por la tarde / Si hablaran más despacio,
se entendería

Los verbos en negrita de la izquierda (conjugados en futuro) son palabras agudas y se tildan de acuerdo a la regla. Los de la derecha (conjugados en pretérito imperfecto) son palabras graves y no se tildan, siempre según la regla.

Por otra parte, los infinitivos de los verbos terminados en –aír, –eír, –oír, se tildan, por tanto se deben tildar los verbos siguientes: freír, reír, oír. Los verbos infinitivos terminados en “uir” no se tildan: inmiscuir, rehuir.

- Cuando dos palabras se juntan para construir una tercera (palabra compuesta), la primera de ellas pierde su tilde original, mientras que la segunda la conserva:
décimo + séptimo = decimoséptimo
así + mismo: asimismo
físico + químico = fisicoquímico
radio + grafía = radiografía
físico + matemático = fisicomatemático
auto + móvil = automóvil

Dicho de otra manera, la tilde en las palabras compuestas recae sobre la sílaba tónica del último elemento, se comportan como las palabras simples y siguen las reglas ya estudiadas.

Pero hay palabras compuestas de dos o más adjetivos unidos por guión, y en ellas cada elemento conservará la acentuación fonética y ortográfica que le corresponde; se tildarán de acuerdo a las reglas: teórico-práctico, franco-alemán, social-bibliográfico.

Distinta es la norma que se aplica a los adverbios terminados en la palabra “mente“. ¿Qué hacer con palabras como lentamente? Sencillo: conservan la tilde si el adjetivo de la que derivan la posee: fácilmente (de fácil), rápidamente (de rápido), ágilmente (de ágil), hábilmente (de hábil); pero es distinto el caso de cordialmente (de cordial), bruscamente (de brusco), lastimosamente (de lastimoso y no de lástima, como se suele creer), violentamente (de violento).

También se tildan aquellas palabras monosílabas que forman parte de otras y lo requieren según las reglas generales. Es decir, pie no se tilda como monosílabo, pues no existe píe, no hay otro monosílabo que se le parezca; pero puntapié es una palabra trisílaba, aguda, que se tilda de acuerdo a la regla. Lo mismo sucede con: veintidós, dieciséis, ciempiés, entre otras.

Por lo mismo debemos cuidarnos a la hora de formar los plurales en ciertas palabras: camión-camiones, sillón-sillones, revés-reveses, autobús-autobuses. Estas palabras llevan acento gráfico en el singular porque son agudas terminadas en n o s. En el plural no llevan acento gráfico porque se vuelven graves terminadas en s. Esto es, se siguen las reglas generales de acentuación. Igual sucede con examen, que no se tilde por ser grave terminada en “n”; distinto a exámenes, que como toda palabra esdrújula se tilda siempre.

- Los pronombres personales me, te, lo, la, le, se, los, las, les, nos, os son palabras que se pronuncian formando unidad con el verbo. Si preceden al verbo se llaman proclíticos: me miró, lo dijo, se lo di. Si lo siguen se llaman enclíticos: mírame, dilo, dáselo. Como puede notarse, los pronombres enclíticos, a diferencia de los proclíticos, siempre se escriben unidos al verbo.

Ahora bien, de acuerdo a la Real Academia Española, en la explicación que ofrece en su página web disponible para todo aquel que desee consultarla (www.rae.es), “las formas verbales con enclíticos se acentuarán gráficamente siguiendo las reglas de acentuación de las palabras agudas, graves y esdrújulas. Así, estate, suponlo, dele, fijaos se escribirán sin tilde por ser palabras graves terminadas en vocal y en -s; mirándome, déselo, léela, fíjate deben llevar tilde por ser palabras esdrújulas; y oídme, salíos, reírte se escriben con tilde por contener un hiato”. ¿Lógico, verdad? Y sencillo de comprender, además.

Igual norma se sigue con el voseo, esa forma tan empleada por nosotros cuando hablamos (decime lo que pensás al respecto, no te quedés callado). Se trata del imperativo de segunda persona del singular y también se siguen las reglas de acentuación. Así brincás, bailas, saltás se tildan porque son palabras agudas terminadas en vocal o en s; en cambio comprame, vendeme pierden la tilde al convertirse en graves terminadas en vocal; y pasámelo, llevátelo llevan tilde por tratarse de palabras esdrújulas. Por cierto, esta última palabra también podemos pronunciarla o escribirla como sobreesdrújula: llévatelo, en cuyo caso también se tilda. Por supuesto, no se trata ya de la forma conocida como voseo.

- Para finalizar: ¿cómo se hace para tildar palabras como béisbol, Milán, Taiwán? ¿Debo tildar las mayúsculas si escribo ANOTÉ EL NÚMERO DE TELÉFONO EN LA PÁGINA? Superar esa clase de dudas es más fácil de lo que parece.

Béisbol, Milán y Taiwán son palabras que, pese a proceder de un idioma extranjero (inglés, italiano y chino respectivamente) ya se han incorporado al español. Por esta razón, deben seguir las reglas generales de acentuación. Béisbol es grave terminada en vocal y Milán y Taiwán son agudas terminadas en n. Igual se sigue con palabras como récord, cómic, clóset, suéter.

El caso de las mayúsculas es interesante. Existen personas que afirman que jamás se tildan o que, en todo caso, se trata de una regla nueva. La verdad es que la Ortografía de la Lengua Española es bien clara al respecto. En la página 53 afirma: “las mayúsculas llevan tilde si les corresponde según la regla dada. Ejemplos: África, PERÚ, BOGOTÁ. La Academia nunca ha establecido una norma en sentido contrario”.

¿Entonces? Quizá se trate de un problema tipográfico: en las máquinas de escribir manuales no se podía colocar tilde en las mayúsculas, ya que no se distinguía o semejaba una mancha. Ello pudo llevar a establecer la “norma” referida a que no se tildaban las mayúsculas. Bien visto, no hay razón alguna para no hacerlo: son palabras como cualquier otra y deben tildarse de acuerdo a las reglas generales de acentuación: LLEGARÉ TEMPRANO A LA CELEBRACIÓN. FIRMA: ÓSCAR MELÉNDEZ.

4. Ejercicios

a) ¿Sabes qué es un haiku (se pronuncia jaikú)? Se trata de un poema breve, sin rima, casi siempre de 17 sílabas distribuidas en tres versos de 5, 7 y 5 sílabas respectivamente, aunque no se sigue como regla absoluta. Lee los ejemplos:

Un viejo estanque.
Se zambulle una rana:
ruido del agua. Por esta senda
no hay nada que camine:
fines de otoño.
En ruiseñor
sueña que se convierte
el grácil sáuce. Luna de agosto.
Vagué junto al estanque
la noche entera.

Todos pertenecen a Matsuo Basho, considerado el padre del género. Como puedes notar, lo que caracteriza al haiku y lo distancia de otras formas poéticas es su contenido: trata de describir de forma brevísima una escena, vista o imaginada. Para Basho, el haiku era un camino al zen (escuela del budismo que se desarrolló en China y luego en Japón; la escuela zen es la peculiar manera china de conseguir la meta budista de ver el mundo tal como es, es decir, con una mente que no tiene pensamientos ni sentimientos de apego). De hecho fue muy utilizado por los monjes budistas zen durante los siglos XV y XVI. Otros poetas, como Yosa Buson o Kobayashi Issa, lo consideran, en cambio, un arte más cuyo fin era la belleza o la expresión de su amor por las personas, los animales, las cosas.

El haiku clásico e ideal presenta dos imágenes contrastadas, una de las cuales indica el tiempo y el lugar, mientras que la otra ofrece una viva aunque fugaz reflexión. Su combinación logra transmitir una determinada emoción o un estado de ánimo. El poeta no hace ningún comentario, sino que deja al lector que perciba por sí solo la síntesis de las dos imágenes. Aunque tampoco esto se sigue como regla absoluta en los haikus que se hacen en la actualidad.

Mira estos haikus que hemos hecho. Cuenta el número de sílabas en cada uno:

Soy agua lluvia
pared llena de musgo
mañana rubia. Andan despiertas
las noches en tus ojos
parecen puertas.

Ciudad dormida
con catedral despierta
palomas vivas. Llora la muerte
y sin cerrar los ojos
besa tu frente

Nacen las flores.
El pintor deja estrellas
en todas ellas. ¿En dónde habitan
los rostros que
en la noche me resucitan?


¿Te animas a intentarlo? Parece difícil, pero tu creatividad con seguridad encontrará la manera de vencer el desafío. De paso, practicarás división silábica. Anímate, nada tienes que perder.

b) Para seguir con la práctica de escritura, ¿qué te parece si ahora elaboras tu propio texto de ucronía? Acá tienes opciones, aunque puedes hacerlo de lo que se te ocurra:
¿Qué hubiera pasado si no se lleva a cabo la matanza de indígenas en 1932?
¿Qué hubiera pasado si Monseñor Romero no muere en 1980?
¿Qué hubiera pasado si no se alcanzan los Acuerdos de Paz en 1992?
Después puedes escribir textos de ucronía que tengan que ver con tu propia vida: ¿Qué hubiera pasado si estudio en otro centro educativo? Con seguridad, ya te habrá tocado tomar más de alguna decisión difícil. ¿Qué hubiera pasado si decides lo contrario?

c) A continuación encontrarás una serie de frases y párrafos para que practiques lo aprendido en relación a las tildes. Fíjate bien, corrige con precisión e intenta no cometer errores.

Una vez por semana, el hincha huye de su casa y asiste al estadio.
Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, solo existe el templo. En este espacio sagrado, la unica religion que no tiene ateos exhibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, mas comodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinacion hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus angeles, batiendose a duelo contra los demonios de turno.
Aqui, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovacion y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los arbitros estan vendidos, todos los rivales son tramposos.
Rara vez el hincha dice: “hoy juega mi club”. Mas bien dice: “Hoy jugamos nosotros”. Bien sabe este jugador numero doce que es el quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin musica.
Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria; que goleada les hicimos, que paliza les dimos, o llora su derrota; otra vez nos estafaron, juez ladron. Y entonces el sol se va y el hincha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacia. En las gradas de cemento arden, aqui y alla, algunas hogueras de fuego fugaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y tambien el hincha regresa a su soledad, yo que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancolico como un miercoles de cenizas despues de la muerte del carnaval.
(Eduardo Galeano, El hincha)

Cuando le pregunto a un amigo, ¿como estas? Estoy queriendo decir, ¿te dio la vida cuanto merecias?

El dia de ayer ha sido difícil: el trafico, los examenes, mi mama pidiendo que vaya a los mandados. Ahora tomare un te para olvidarme de todo y relajarme un momento.

Habia una vez un niño que, cada mañana, dejaba un sueño a medias.
Primero saltaba sobre la cama, y luego, fuera de la cama. Se vestia tan deprisa que se equivocaba al ponerse un calcetin. A punto estaba de lavarse las manos, pero decidia que la izquierda no estaba sucia. Luego, salia patinando por el pasillo. En fin, Chiqui hacia, ni mas ni menos, lo de todos los dias. Y es que, cuando papa esperaba en la puerta, no habia que retrasarse. Sobre todo, si se trataba de un papa mago. Como el suyo. Era un mago muy especial que, siempre, le despedia con un regalo maravilloso. Le daba unas palabras. Pero no unas palabras de esas del monton. Eran palabras magicas.

d) ¿Sabías que existen cuatro tipos de por que: por qué (separado con tilde), porque (unido sin tilde), por que (separado sin tilde) y porqué (unido con tilde)? ¿Cómo diferenciarlos para no cometer un error al utilizarlos? Para facilitarte el proceso de corrección, acá tienes la explicación al respecto. También se incluye la aclaración para otro dolor de cabeza usual: ¿cuándo se escribe “de que” y cuándo únicamente “que”?

Porqués
El por qué separado y con tilde se utiliza cuando se desea conocer algo y se lanza la interrogación. Ejemplos: ¿por qué no fuiste a la reunión del viernes?;¿por qué no compras el sorbete de pistacho?, preguntas que por ser directas llevan el signo de interrogación, tanto de apertura como el de cierre. Pero también hay preguntas indirectas, en cuyo caso no es necesario colocar el signo de interrogación: debes averiguar por qué actuó de esa manera; no puedo explicar por qué ellos no han asistido a clase.

El porque unido y sin tilde sirve de enlace entre dos oraciones. Si sustituyes este porque por un ya que o pues se corresponde sin problema. Ejemplos: estoy contento, porque aprendí mucho hoy en clase. Puede decirse estoy contento, ya que aprendí mucho hoy en clase; o estoy contento, pues aprendí mucho hoy en clase. De igual forma, en el anterior por qué se halla el ejemplo ¿por qué no compras el sorbete de pistacho?, a lo que puede responderse porque me gusta más el de mora con leche. Notamos que el porque unido y sin tilde contesta o explica la razón. Otra forma de entenderlo es no compro el sorbete de pistacho, porque me gusta más el de mora con leche, en donde siempre puede hacerse la sustitución con ya que o pues. Más ejemplos: me enteré qué sucedió, porque lo leí en el periódico; no iré al cine, porque me han dicho que esa película es aburrida.

El porqué unido y con tilde adquiere la función de sustantivo. Por ello, es posible sustituir este porqué por los sustantivos motivo, causa y razón: siempre hay un porqué detrás de cada conducta inexplicable; no sé el porqué de su tristeza. Puede también decirse no sé el motivo de su tristeza, no sé la causa de su tristeza o no sé la razón de su tristeza. Si nos fijamos bien, nos daremos cuenta de que este porque siempre va precedido de un determinante: necesito saber el porqué de mi despido; ignoro el porqué de su silencio; ese porqué lo desconocía. Incluso, admite el plural: en el informe se exponen los porqués de la extrema pobreza en nuestro país (se exponen las causas, las razones, los motivos); sus porqués para no asistir a la fiesta me parecen poco creíbles.

Fíjate bien: necesito saber el porqué de mi despido, no es igual a necesito saber por qué me han despedido. En el primer caso se puede decir necesito saber la razón (o el motivo, la causa) de mi despido. Pero en el segundo no puede escribirse necesito saber la razón me han despedido. Más bien en necesito saber por qué me han despedido, se hace una pregunta indirecta y por ello el por qué se escribe con tilde, pero separado.

Finalmente, el por que separado y sin tilde está formado por dos palabras: la preposición por y el relativo que. Puede sustituirse por las palabras el cual, la cual, los cuales, las cuales. Ejemplo: ese fue el motivo por que perdimos el partido. Es decir, ese fue el motivo por el cual perdimos el partido. Otro ejemplo: desconozco los motivos por que no hizo la tarea.

Practiquemos lo aprendido. Fíjate en las oraciones siguientes y corrige cuando sea necesario.

- Óscar, ¿porqué no me dijiste que ibas a traer a un amigo?
- Ignoro el por qué de su constante enojo.
- Llegamos temprano, porque estábamos bastante cerca de casa.
- Sigo sin entender por qué me dijo que la esperara aquí.
- Recuerdo que esos fueron los pantalones porque nos peleamos.
- ¿Porqué lo hiciste? Por que quería asustarlo.
- Esas fueron las razones por que asistimos.

Dequeísmo
¿Cuál es la opción correcta?: ¿me dijo de que viniera a la fiesta? o ¿me dijo que viniera a la fiesta? La solución es sencilla: a partir del que subrayamos todo lo que sigue a continuación (en el caso del ejemplo, “que viniera a la fiesta”) y lo sustituimos por un eso. Tendríamos como resultado (1) ¿me dijo de eso? y (2) ¿me dijo eso? Obviamente la solución correcta es la segunda.

La práctica constante frente a la duda contribuirá a solventar el problema. Así que verifica si las oraciones siguientes están construidas de la manera correcta. Si no, corrígelas.

- Había olvidado que hoy era tu cumpleaños.
- He olvidado de que hoy es su cumpleaños.
- Me había olvidado de que hoy era tu cumpleaños.
- Yo pensaba de que empezaba antes.
- Les aconsejo de que se vayan pronto.
- Dijo de que se había ganado la lotería.
- Me parece de que miente sin motivo.

Aprovechemos para advertir sobre otro vicio gramatical: el abuso de pronombres, específicamente lo. Una construcción incorrecta de moda es lo que es. Es frecuente escuchar a periodistas decir estamos en lo que es la quinta avenida norte; o el incendio sucedió en lo que es el supermercado ubicado en lo que es el departamento de La Paz. De pronto lo que es se ha vuelto una muletilla del lenguaje de uso común, al igual que sus variantes: lo que ha sido, lo que fue, lo que será... El incendio sucedió en el supermercado ubicado en el departamento de La Paz es, sin duda, una mejor opción.

Otro problema frecuente es el su. FAS derrotó al Alianza en su cancha. ¿La cancha de quién? Si fue en la del FAS, debería escribirse: FAS, en su cancha, derrotó al Alianza. Si fue en la del Alianza: Alianza, en su cancha, perdió frente al FAS.

A estos casos se les conoce con el nombre académico de escollos expresivos. Escollo significa dificultad, obstáculo. Es decir, se trata de vicios que obstaculizan o entorpecen la expresión.

5. A mí no me quedó claro

Escribir es un acto de libertad. Al principio es bueno escribir sin muchas restricciones, pues nos ayuda a “entrar en calor”. Poco a poco y para poder disfrutarlo, para expresar con la escritura aquello que queremos, es importante tomar en cuenta los seis pasos que hemos sugerido:

1. Preescritura: debo tener claro quién leerá mi escrito y luego seleccionar, delimitar y enfocar el tema.
2. Búsqueda e investigación: busco en diversas fuentes la información que ya existe sobre el tema.
3. Una vez hecho esto selecciono cuál de toda la información que hay disponible será la que utilizaré para escribir mi texto.
4. Ordeno y estructuro mis ideas, decido qué irá primero y qué después.
5. Escribo utilizando mi propio estilo.
6. Corrijo el texto. Una vez que lo he escrito reviso de nuevo que esté correctamente escrito y que no haya repeticiones o errores.

Recuerda que además de tomar en cuenta estos seis pasos, debes tener claridad de cuándo tildar. Para ello es importante conocer bien la división silábica y comprender los casos especiales sobre las tildes. Si esta parte no te ha quedado clara, discútela con tu clase.

Y por si todavía no te quedó claro, te incluimos algunas palabras que en el texto principal encuentras subrayadas, y que pueden dificultar tu lectura por su significado, aquí van:
• Aversión: rechazo o repugnancia frente a alguien o algo: Si un estudiante se fastidia pronto con una pequeña redacción, ¿cómo no sentirá aversión con un escrito formal; por ejemplo, un ensayo académico, un informe, una sentencia judicial?
• Antemano: con anticipación o con anterioridad: si se supiera todo de antemano, ¿para qué molestarse en escribirlo?
• Logoterapia: esta palabra propuesta por Frankl hace referencia a una terapia sobre el sentido de la vida; este psicólogo sostiene que quien tiene una razón para vivir es capaz de soportar las situaciones límites de la vida: Escribir sobre sus problemas, una especie de terapia creativa o logoterapia.
• Inhibe: presente indicativo del verbo inhibir. La palabra viene del latín inhibire que significa mantener dentro, impedir. En la actualidad, su sentido hace referencia a impedir o reprimir la realización o el desarrollo de una acción: el ser demasiado lógicos nos llena de rigidez mental. A la larga, ello inhibe nuestras ideas.
• Exhaustiva: Es un adjetivo que significa hecho muy a fondo, o de una manera completa, total: No todos los temas necesitarán de una exhaustiva investigación.
• Ordenador: Esta palabra tomada del francés fue la primera que se usó para designar computadora (que viene, a su vez, del inglés). Hace referencia a orden, que es una posibilidad que la computadora nos permite, sobre todo cuando nos ejercitamos en la escritura: Ahora sí podemos sentarnos frente al ordenador o la hoja en blanco.
• Coulomb: Apellido de un físico francés del siglo XVIII. En el texto aparece como ejemplo de diptongo.

6. Para saber más…

- Cronopios que juegan a la rayuela
¿Sabes quién es Julio Cortázar? Se trata de un escritor argentino muy conocido, pues fue un renovador del género narrativo, especialmente del cuento breve, tanto en la estructura como en el uso del lenguaje. Sin embargo, fue su novela Rayuela la culpable en buena medida del reconocimiento que tuvo como escritor. Se trata de una obra peculiar, que puede leerse en dos claves: en orden normal, del capítulo 1 al 56; y también a través del tablero de dirección que se encuentra en la obra: se inicia con el capítulo 73, luego el 2, el 1, el 116, el 3, el 84 y así sucesivamente; el lector tiene la sensación de ir “brincando” de una página a otra. De allí proviene su nombre, pues rayuela es ese juego en el que se lanza un objeto a una serie de cuadros que se han hecho en el suelo, se brinca en un solo pie hasta tomar el objeto, para luego regresar de igual manera, sin tocar con el pie ninguna de las rayas, y empezar de nuevo hasta completar todos los cuadros. En nuestro país se conoce como peregrina o incluso “avioncito”, y es esa una forma de leer Rayuela. ¿Original e interesante, verdad?

Por si fuera poco, Julio Cortázar es el creador del glíglico: lenguaje musical que pretende comunicar un significado por medio del sonido de sus sílabas, sin que por ello deje de tener lógica. En el capítulo 20 de Rayuela se habla sobre el glíglico y el capítulo 68 está escrito de esta peculiar manera. ¿Sientes curiosidad? Búscalos y léelos. A ver si le encuentras el sentido al glíglico.

También es Julio Cortázar el autor de un libro único: Historia de famas y cronopios. ¿Sabías que a los cronopios les encantan los emparedados de queso y bailan tregua y catala? Parece un trabalengua, pero no lo es. Se trata de los originales personajes de este autor. Averigua más al respecto y aumenta así tus conocimientos literarios.

Otro escritor con una propuesta muy peculiar es el salvadoreño Salvador Salazar Arrué, mejor conocido como Salarrué. ¿Has leído cuentos que él ha escrito? Busca alguno y discute el uso del lenguaje que él trabaja.

- Más y más haikus
¿Quieres saber más sobre los haiku? Aquí hay unas direcciones que pueden aumentar tus conocimientos:

http://ttt.teleco.upv.es/~ossanji/: Esta página presume de tener los mejores haikus en la red. Nos recuerda que “haiku es simplemente lo que está sucediendo, en este lugar, en este momento”.

http://www.elrincondelhaiku.org/: Esta dirección nos ofrece un recorrido por esta forma poética. Se basa en el curso que el catedrático Fernando Rodríguez-Izquierdo dicta cada año en la carrera de filología en Sevilla, España.




IV. La última y nos vamos

1. Ventana hacia el sentido

Cuentan que un señor escribió un testamento sin signos de puntuación. ¿Desconocía cómo se usaban correctamente y prefirió dejar en blanco el documento? ¿Malicia? ¿Ganas de complicar? Dale un vistazo y saca tus propias conclusiones:

Dejo todos mis bienes a mi sobrina Sandra no a mi hermano Pedro tampoco jamás se pagará la cuenta al sastre nunca de ningún modo para los jesuitas todo lo dicho es mi deseo.

¿Qué opinas? Lo cierto es que el abogado a cargo dictaminó que el documento era completamente válido, pese a la ausencia total de puntuación. El problema era que, al carecer de puntos, comas y demás, el texto se prestaba a una múltiple interpretación entre los cuatro posibles herederos: su sobrina Sandra, su hermano Pedro, el sastre y los jesuitas. Después de leerlo, cada uno colocó los signos de puntuación a su conveniencia, para demostrar que tenían razón y que la herencia les correspondía.

La sobrina argumentó ser la heredera así: Dejo todos mis bienes a mi sobrina Sandra. No a mi hermano Pedro. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo.

El hermano argumentó ser el heredero así: Dejo todos mis bienes: ¿a mi sobrina Sandra? No. ¡A mi hermano Pedro! Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo.

El sastre argumentó ser el heredero así: Dejo todos mis bienes: ¿a mi sobrina Sandra? No ¿A mi hermano Pedro? Tampoco, jamás. Se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo.

Y los jesuitas argumentaron ser los herederos así: Dejo todos mis bienes: ¿a mi sobrina Sandra? No ¿A mi hermano Pedro? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para los jesuitas todo. Lo dicho es mi deseo.

La discusión, como puedes imaginar, fue tremenda. Cada uno alegaba tener la razón. Ante la imposibilidad de encontrar heredero, y después de varias horas sin llegar a ningún acuerdo, el abogado anunció: “Con el poder que me da mi investidura, reclamo esta herencia para el Estado. Además, existe la posibilidad de que el fallecido no le haya dejado herencia a ninguno de ustedes. Lean”:

Dejo todos mis bienes: ¿a mi sobrina Sandra? No ¿A mi hermano Pedro? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo.

Y sin decir más, tomó sus cosas y se marchó. La ausencia total de signos de puntuación en el testamento impidió que se cobrara la herencia. Peor aún, debido a ello jamás se conocerían cuáles habían sido los verdaderos deseos del difunto.

Es evidente cómo los signos de puntuación le proporcionan sentido a una frase, al texto completo. Si no se sabe utilizarlos, la lectura se vuelve incomprensible o incoherente para quien lee. ¿Todavía crees que se trata de omisiones intrascendentes? Fíjate que dicen por allí que la “insignificante” ausencia de una coma le costó la vida a una persona. Acá tienes la anécdota:

Un rey mandaba a decapitar a quienes él quería. Tenía la costumbre de conversar antes con la persona involucrada y después le comunicaba su decisión al verdugo: perdón o condena. Un día, el monarca habló con el acusado de turno y al final decidió su suerte. Como no encontró al ejecutor por ningún lado, le dejó una nota con la frase siguiente: Perdón imposible, que cumpla la condena. El verdugo llegó, leyó el papel y actuó en consecuencia: mató a la persona. Más tarde, el gobernante se encontró con él y le preguntó si había dejado libre al condenado. El verdugo se sorprendió y le dijo que no, que lo había decapitado ya que esas habían sido sus órdenes, y le mostró el papel. Su majestad tomó la nota y al instante empalideció: se había dado cuenta de su error, pues lo que él había querido expresar era Perdón, imposible que cumpla la condena. La incorrecta posición de la coma había ocasionado el fatal malentendido.

Creíble o no, la historia desea demostrarnos la tremenda importancia de los signos de puntuación. Se trata de una frase y de una “simple” coma, pero el cambio de sentido es evidente. ¿Qué sucede cuando los escritos son más largos y combinan varios signos de puntuación? ¿Qué pasa cuando somos nosotros quienes escribimos y deseamos comunicar ideas?

2. La oración

Antes de entrar de lleno al arte de puntuar, vale la pena recordar algunos conceptos que, de acuerdo al programa de estudio de Lenguaje y literatura, estudiaste en tu centro de estudios. El repaso es necesario, ya que de esta forma se facilitará la comprensión de cómo se utilizan los distintos signos de puntuación.

Como ya se vio en el capítulo I, existen distintas clases de palabras. Y como se estudió en el capítulo III, las palabras se clasifican, por su acento o lugar donde llevan la sílaba tónica, en agudas, graves o llanas, esdrújulas y sobresdrújulas. Ahora es el turno de la oración, esa unidad lingüística constituida por palabras, dotada de significación, que comunica un sentido completo.

¿Qué quiere decir que la oración comunica un sentido completo? Que la palabra necesita asociarse con otras palabras para constituir una oración que comunique un mensaje. Por ejemplo, los determinantes, los pronombres, las preposiciones o conjunciones no pueden aparecer aislados en oraciones como la taza, el libro, los payasos, se me hizo tarde, sus vacaciones, de día, en realidad, cuando lo tengas, para que sepas, con sinceridad.

Igual sucede con la palabra “taza”. Al leerla, reconocemos su significado (recipiente pequeño utilizado para tomar líquidos), pero desconocemos qué se quiere exponer, preguntar o expresar. Para que esta palabra comunique algo, para que cuente, debe hallarse dentro de una oración: la taza del profesor es azul; deberías lavar esa taza antes de verter allí la leche; ¿es esa tu taza nueva?

Así, la oración puede enunciar o exponer (los pericos siempre pasan por acá en las tardes), preguntar (¿sabes cuándo vendrá Tomás?; cuéntame qué sucedió), exclamar (¡también yo te quiero!), expresar un deseo (me gustaría comer sorbete), expresar una duda (no sé si es lo correcto), dar una orden a alguien (alcánzame las llaves). Así, la exclamación ven tiene sentido completo: es una frase con la que se le manda a alguien que se acerque o se presente. En cambio el volcán de Santa Ana carece de significado completo. ¿El volcán de Santa Ana qué? Le faltan elementos fundamentales o expresivos para adquirir sentido. Ejemplo: el volcán de Santa Ana luce imponente. ¿Notas la diferencia?

Por su forma o estructura básica, la oración consta de sujeto y predicado. Es decir, para que la oración comunique un sentido completo es necesario expresar algo acerca de algo o de alguien. Ese alguien o algo del que se dice algo es precisamente el sujeto de la oración. Y lo que se expresa del sujeto es el predicado. Fíjate en las oraciones siguientes:

- Él cantará esta noche en el bar.
(Sujeto: él; predicado: cantará esta noche en el bar)
- Es la prima de José.
(Sujeto tácito “ella”; “es la prima de José” predicado)
- Amparo leerá el discurso de agradecimiento. (Amparo es el sujeto; el resto, el predicado)
- Aquel simpático anciano es el abuelo de René. (El sujeto, como en este caso, puede estar formado por más de una palabra: aquel simpático anciano; sin embargo, anciano es la parte más importante y se le denomina núcleo del sujeto; aquel es un artículo que lo determina –determinante demostrativo–; y simpático un adjetivo, pues expresa una cualidad o característica que acompaña al sustantivo anciano).
Para aclarar aún más estas dos funciones de la oración, definamos qué es el verbo, palabra que teníamos pendiente desde el capítulo I. De acuerdo al significado gramatical, el verbo es la parte de la oración que designa estado, acción o pasión, y que puede tener variación de persona, número, tiempo, modo y aspecto. La función principal del verbo en la frase es la de afirmar algo acerca del sujeto. De allí que se diga que el verbo es el núcleo del predicado. En efecto: el verbo expresa los cambios, movimientos, alteraciones y comportamientos de los sujetos. Los verbos le dan vida y dinamismo a la oración. Mi hija ríe, camina, salta, juega, habla, duerme: las palabras en negrita son todas verbos que expresan movimiento, cambio.

Pues bien, si el verbo expresa lo que le pasa al sujeto, para saber cuál es el sujeto en una frase basta con preguntar al verbo “quién” o “qué cosa” realiza la acción. La respuesta nos dará el sujeto de la oración. Ejemplos:

- La vecina lavaba la ropa. ¿De quién se dice algo? De la vecina: sujeto de la oración. ¿Qué es lo que dice de ese sujeto? Que lavaba la ropa: el predicado. ¿Qué palabra expresa la acción, movimiento o dinamismo principal? lavaba: el verbo, núcleo del predicado.

- El hijo de mi hermano dejó los juguetes en la cama. ¿De quién se dice algo? De el hijo de mi hermano: sujeto de la oración, en donde el núcleo o palabra principal es hijo; el es determinante (artículo) y de mi hermano es un complemento del núcleo formado por una preposición, un determinante posesivo y un sustantivo. ¿Qué es lo que se dice de ese sujeto? Que dejó los juguetes en la cama: el predicado. ¿Qué palabra expresa la acción principal? dejó: el verbo, núcleo del predicado.

- En la calle, los niños juegan alegremente. Ojo con esta oración. ¿De quién se dice algo? De los niños: el sujeto, aunque no aparezca al principio de la oración. ¿Qué se dice del sujeto? Que juegan alegremente en la calle: el predicado, aunque en la calle se halle al inicio de la oración. ¿Qué palabra expresa la acción principal? juegan: el verbo, núcleo del predicado. Sin alterar su orden lógico, esta oración quedaría así: los niños juegan alegremente en la calle.

- En el diccionario encontré el significado de la palabra trapisonda. Otra oración interesante. ¿De quién se dice algo? De un alguien que halló algo. ¿Quién es ese alguien? Un yo tácito: no se halla nombrado explícitamente, pero se sobreentiende. ¿Qué se dice del sujeto? En el diccionario encontré el significado de la palabra trapisonda: el predicado. ¿Qué palabra expresa la acción principal? encontré: el verbo, núcleo del predicado. Acá también se ha alterado el orden lógico: encontré el significado de la palabra trapisonda en el diccionario.

Por otro lado, existe otra forma (más moderna) de ubicar el sujeto de la oración. Consiste en cambiar a plural o singular –según el caso– el sujeto en cuestión para ver si también el verbo cambia. Esta manera se conoce con el nombre de “prueba de concordancia”: si cambiamos el sujeto, el verbo también debe cambiar, obligatoriamente. Ejemplos:

- Estos estudiantes leerán dos libros este ciclo. Para comprobar que el sujeto de la oración es estos estudiantes, lo cambio al singular y compruebo si el verbo también cambia: Este estudiante leerá dos obras este ciclo. En efecto, estos estudiantes es el sujeto.

- El helicóptero aterrizó en la cancha de fútbol. Para saber si el sujeto de la oración es El helicóptero lo cambio al plural y verifico si el verbo también cambia: Los helicópteros aterrizaron en la cancha del fútbol. Ha quedado comprobado.

- Max bebe seis tazas de café en el día. Acá, para hacer la prueba digo ellos, que sería el plural de ese él llamado Max. Así, la oración queda Ellos beben seis tazas de café en el día, con lo que verifico que Max es el sujeto.

- Este domingo desayunaré en casa de mi mejor amiga. Ojo con esta oración. ¿Es posible creer que este domingo sea el sujeto de la oración? Si es así, pluralicemos, aunque la frase suene ilógica: Estos domingos desayunaré en casa de mi mejor amiga. Notamos que el verbo no sufre alteración. Por lo tanto, no es el sujeto. ¿Cuál puede ser? ¿Mi mejor amiga? Veamos: Este domingo desayunaré en casa de mis mejores amigas. Tampoco esta vez cambió el verbo. ¿Sujeto tácito “yo”? Comprobémoslo: Este domingo (ellos) desayunarán en casa de su mejor amiga. En efecto, el sujeto es un “yo” oculto en la frase que se sobreentiende.

Toma en cuenta que un sujeto no puede iniciar con la preposición “a” ni “con”. Ejemplo:
- Entrégale el dinero a él. ¿Sujeto a él? Veamos: entrégale el dinero a ellos. El verbo no cambia. ¿Sujeto el dinero? entrégale los dineros a él. Tampoco. ¿Entonces? Claro, sujeto tácito “tú”: entréguenles (ustedes) el dinero a él.

- Jugaremos ajedrez con él. ¿Sujeto con él? Veamos: jugaremos ajedrez con ellos. El verbo no se modifica. ¿Sujeto tácito “nosotros”? (yo) jugaré ajedrez con él.

Para practicar, identifica en las siguientes oraciones sujeto, verbo y predicado. Cuidado con el análisis de las tres últimas oraciones. Fíjate bien.

- Mirna planchó la ropa ayer.
- El teléfono sonó toda la noche.
- El helado de vainilla es para mamá.
- Las camisas manga larga están de moda.
- Después de clase, el estudiante expresó sus dudas.
- Comió pupusas todo el día.
- Lee el periódico con rapidez.
- Esa oración tiene un orden lógico.
- A las diez llegó la visita.
- El sábado trabajaremos en la oficina de Olga.
- A Claudia le negaron la visa norteamericana.

Simples y compuestas

Las oraciones pueden clasificarse en simples y compuestas. Simples cuando tienen un solo verbo y predicado; compuestas cuando tienen dos o más verbos y predicados. Ejemplos:
- Mi hermana estudiará una maestría en Chile. Oración simple.
- Silvia es tu hermana, así que llámala para despedirte. Oración compuesta.
- Ella dijo adiós. Simple.
- Ella dijo adiós y corrió hacia su casa. Compuesta.
- Ayer compré estos zapatos y regalé una camisa. Compuesta.
- Mi esposa trabaja y estudia una maestría. Compuesta.
- Si vos te tomás el fresco de carao, yo me como la pacaya. Compuesta.

Cada uno de los predicados constituye una proposición: un grupo de palabras que posee sujeto y predicado. La oración simple, por tanto, posee una sola proposición; la oración compuesta, en cambio, tiene dos o más proposiciones. Ejemplos:

Oraciones simples: un verbo y predicado, una sola proposición:
- Cantaré para ti.
- El bus venía lento.
- Mis amigos y yo veremos una película hoy.

Oraciones compuestas: dos verbos y predicados, dos proposiciones o más.
- Cantaré para ti, así sabrás cuánto te quiero.
Se ha definido proposición como grupo de palabras que poseen sujeto y predicado. Para que esta oración sea compuesta, deben existir dos proposiciones, cada una con dos sujetos, verbos y predicados:
Proposición 1 (P1): Cantaré para ti. Sujeto tácito “yo”, verbo cantaré, predicado para ti.
Proposición 2 (P2): Así sabrás cuánto te quiero. Sujeto tácito “tú”, verbo sabrás, predicado cuánto te quiero.

- El bus venía lento, por eso llegué tarde.
P1: El bus venía lento. Sujeto el bus, verbo venía, predicado lento.
P2: Por eso llegué tarde. Sujeto tácito “yo”, verbo llegué, predicado tarde.

- Mis amigos y yo veremos una película hoy, después cenaremos ensalada de atún.
P1: Mis amigos y yo veremos una película hoy. Sujeto mis amigos y yo, verbo veremos, predicado una película hoy.
P2: Después cenaremos ensalada de atún. Sujeto tácito “nosotros”, verbo cenaremos, predicado ensalada de atún.

Lee las siguientes oraciones e identifica sujeto, verbo y predicado. Toma en cuenta que el sujeto puede ser el mismo si se halla tácito. Además, di si la oración es simple o compuesta (distingue las dos proposiciones).

- Las instructoras calificaron los ejercicios ayer.
- Cenemos ya, porque tengo hambre.
- Nelly se irá con nosotros.
- Andrés vendrá tarde, pues se le arruinó el carro.
- Cerró la puerta con llave, aunque abrió más tarde.
- Habla con ella, así sabrá la verdad.
- Saldrá en una pastorela, por eso ensaya su parlamento.

Escribe tus propias oraciones y practica las veces que sea necesario. Sólo así estarás listo para el paso siguiente.
3. El arte de puntuar

Vamos, entonces, a estudiar los signos de puntuación. Al igual que la tilde, poseen enorme importancia. Y acá sí que no existen programas de computadora que nos den una mano. O se sabe en qué momento colocar una coma, punto y coma, punto u otro signo, o no hay forma de redactar con claridad.

En términos generales, los signos de puntuación nos sirven para indicar ciertos énfasis, realizar pausas necesarias y hacer más fácil la lectura. La puntuación varía de una lengua a otra y no todos los grandes escritores y escritoras la utilizan igual. José Saramago o Julio Cortázar, por ejemplo, han escrito novelas y cuentos en los que hacen un uso bastante libre de ciertos signos. Sin embargo, debemos reconocer que para llegar a hacer algo así se debe dominar con bastante propiedad la lengua en que se escribe. Es decir, no se trata de colocar los signos de manera anárquica, antojadiza: se parte de los conocimientos que los autores llegan a manejar a la perfección gracias a la constante práctica, para innovar y ser creativos. Así que aún cuando existen diferencias estilísticas, siempre hay unas normas que se cumplen y que aseguran la comprensión psicológica del escrito por parte de quien lee.

Uso del punto

El punto indica el final de una oración. Debe cuidarse que un punto mal colocado no interrumpa o corte el sentido de una oración (recordemos la característica de la oración: posee sentido completo). Ejemplo: Este domingo iré con mi familia a Apaneca, sitio ubicado en el departamento de Ahuachapán. Nos gusta allí porque es un lugar fresco, tranquilo, lleno de flores. La gente es muy amable y sonriente. Como puede verse, cada punto separa las ideas que se expresan en los enunciados: dónde se asistirá, por qué se prefiere ese lugar y cómo es la gente de allí.

Ahora lee la misma oración con los puntos incorrectamente escritos: Este domingo iré con mi familia. A Apaneca. Sitio ubicado en el departamento de Ahuachapán. Nos gusta allí porque es un lugar. Fresco, tranquilo, lleno de flores, la gente es muy amable y sonriente. Lo primero que debe notarse es la dificultad para entender el sentido del mensaje; las pausas se “sienten” mal hechas, hay algo que no cuadra con el resto de palabras. Luego, hay que reparar en que las oraciones A Apaneca. Sitio ubicado en el departamento de Ahuachapán, Nos gusta allí porque es un lugar… quedan por completo desligadas de otra idea. ¿A Apaneca qué? ¿Qué se ubica en el departamento de Ahuachapán? ¿Por qué les gusta allí, cómo es el lugar? Como el punto indica el final de una oración, tales frases carecen de sentido lógico en relación al resto de las palabras.

Por otra parte, se sabe que existen tres clases de punto: el punto y seguido, el punto y aparte y el punto final. Lee con atención:

La mujer de Andrés, la loca de la mujer de Andrés, compra dulces y los tira en la sopa. Pero para Andrés ese no es problema. De hecho, se ha acostumbrado ya al caldo de gallina india con dulce de menta y a la crema de hongos con dulce de coco.

A Andrés lo sorprenden más otras actitudes. Como lo que le pasó a Ramiro, su amigo de infancia, que se le olvidó para qué estaba en la vida y acabó como político en un partido que proponía acabar con los barros y espinillas de todo el pueblo. Le llamó PUS: Partido Unionista Salvadoreño. ¿Será que también él estaba loco?

Como puede apreciarse, el punto y seguido se utiliza para separar las oraciones que forman parte de un párrafo. Sirve para separar ideas que poseen relación directa entre sí. El punto y aparte, en cambio, separa dos párrafos distintos que suelen desarrollar contenidos diferentes dentro del texto. También se nota que después de punto y aparte se escribe en una línea diferente y que esa primera línea del nuevo párrafo tiene sangría; es decir, un mayor espacio que las demás. El punto final, por supuesto, es el que cierra un texto.

Toma un periódico y lee los títulos de las noticias y artículos. ¿Llevan punto al final? No lo necesitan, pues no se trata de oraciones que finalicen enunciados, ni hay otras frases que le sigan al título. Lo mismo sucede con los títulos y subtítulos de libros, capítulos, obras de arte; y fechas, nombres, portadas de trabajo… no llevan punto final. Ejemplo:

Cien años de soledad
La verdad sobre el cáncer de pulmón
Habrá segunda vuelta electoral
Literatura salvadoreña. Un estudio comparativo

En este último caso, como el título lo conforman dos oraciones, está más que justificado el punto después de salvadoreña. Pero no hay razón alguna para escribir punto en el título después de comparativo.

No olvidemos que el uso del punto está muy relacionado con el fraseo adecuado. Siempre es mejor separar ideas a través de punto y seguido, que una frase larga, confusa, con múltiples explicaciones que a la larga confunden al lector. Recuerda, también, que el punto se utiliza después de las abreviaturas: Lic., Dra., Sr.

Para finalizar, debe tomarse en cuenta cómo se utiliza el punto en combinación con otros signos. Fíjate en los ejemplos:

- El número de estudiantes inscritos para esa materia es ya de 30 (y lo más probable es que aumente).
- Me dijo: “Vos sabés a qué me refiero”.

Como puede apreciarse, el punto se ha colocado detrás de las comillas y del paréntesis. Para la Real Academia Española, el punto debe colocarse siempre después de los signos de cierre (incluidos corchetes).

Actividad
1. Para practicar, lee las oraciones siguientes y di si los puntos y seguidos se hallan bien colocados. En los casos que lo amerite, corrige y coloca el punto en el lugar correcto. También puede suceder que haga falta colocar punto. Así que fíjate bien.
- Esta mañana. No pudimos trabajar con tranquilidad. Martillazos y polvo nos obligaron a pasar con las puertas cerradas. Para evitar que el ruido se volviera inaguantable.
- “Moriré con las botas puestas”. Dice la canción de ese grupo de rock que a mi sobrino. Le gusta un resto a mí no me parece tan bueno, pero cada quien con sus gustos.
- Este sábado juega el Barcelona contra el Real Madrid muchos fanáticos estarán pendientes del resultado será el primer mano a mano que posibilitará despejar la duda de quién será el campeón de la liga.
- Esperé tu llamada. Toda la tarde. Quedamos en que. Me confirmarías la hora. Pero no lo hiciste. Hasta dejé de hacer unos mandados. Por estar pendiente. Explícame. ¿Qué te pasó?

2. Ahora elige un tema y escribe tres párrafos. Practica el correcto uso del punto y seguido y el del punto y aparte.

Usos de la coma y del punto y coma

La coma se utiliza para darle sentido lógico a la oración y para facilitarle a quien lee la comprensión de lo escrito. Además, ayuda a conseguir el ritmo, característica principal del fraseo y una de las cualidades más importantes para que el texto se vuelva atractivo al lector. Lee las oraciones siguientes, cada una con un ritmo particular:

- Me miró, desvió su vista y, como sin quererlo, sonrió.
- Me miró y desvió su vista. De pronto, como sin quererlo, sonrió.
- Me miró. Después, mientras veía hacia otro lado, ausente, como ajena a todo lo que le rodeaba, su sonrisa voló por los aires, como si se tratara de una mariposa multicolor.

De igual forma, la función principal del punto y coma es facilitar la lectura y auxiliar a la coma cuando sea necesario. Ejemplo: Todo el día limpió la casa para la cena de mañana, ya que desea dar una buena impresión a sus amigos y familiares; ellos, al igual que yo, celebraremos allí la Navidad.

Para facilitar la comprensión, se han agrupado los usos de estos signos de puntuación en siete casos: articulación de proposiciones coordinadas; enumeración; palabras de enlace, conectores o locuciones adverbiales en una oración; elipsis verbal; articulación de proposiciones con enlace, conectores o locuciones adverbiales en alguna de ellas; interrupción en la oración; vocativo.

- Articulación de proposiciones coordinadas

Como recordarás, las oraciones pueden ser simples, si constan de una sola proposición; y complejas, si constan de dos o más proposiciones. Ejemplos:
- Oración simple: el doctor le recetó medicina.
- Oración compuesta: el doctor le recetó medicina, pues está muy enfermo.

Como se aprecia, en la oración simple no se ha hecho uso de coma, pero en la compuesta sí. Por tanto: la coma sirve para separar una proposición de otra. Más ejemplos:

- Espero llegar a tiempo, aunque el tráfico a esa hora es bien pesado.
- Le duele la cabeza, porque apenas ha dormido unas cuantas horas.
- No podré asistir al evento, pero enviaré el documento solicitado.

Ahora bien, ¿qué sucede si la oración es extensa y consta de dos o más proposiciones? Fíjate en el ejemplo:

- La película muestra las relaciones de poder que se establecen entre los grupos sociales, la marginación que sufren las minorías y la desesperanza de las personas que apenas tienen forma de salir adelante; por si fuera poco, critica la corrupción policial y la indiferencia de los funcionarios del Gobierno.

¿Te imaginas esta oración sin el punto y coma? ¿Podría entenderse con facilidad? Nota que el punto y coma es necesario para articular la última proposición, pues ya la coma ha articulado antes tres proposiciones más. Más ejemplos:

- Los asesinatos en El Salvador han llegado a un punto alto una vez más, pues los diferentes medios informan diariamente de un nuevo homicidio, una nueva víctima de una actividad que aumenta cada vez más; es preocupante que ello sigua su rumbo a pesar de las medidas adoptadas por el Gobierno, como el publicitado plan “Supermano Dura”.

- La vigilia del XV aniversario de los mártires jesuitas de este año fue impresionante, pues asistió una enorme cantidad de personas y los mensajes y testimonios fueron de gran calidad; lamentablemente, siempre existen personas que se dedican a otras actividades que nada tienen que ver con la conmemoración.
Ahora bien, a más de alguno se le puede ocurrir preguntar: ¿es posible sustituir en las oraciones anteriores el punto y coma por un punto y seguido? La respuesta es sí. De acuerdo a lo estudiado, sería recomendable hacerlo; sobre todo cuando las proposiciones son de una extensión considerable. En seguida, puede surgir otra interrogante: ¿en qué casos se recomienda la sustitución? La Real Academia Española no ofrece una regla o solución categórica al respecto. Leamos qué sostiene en su Ortografía, página 66: “La elección del punto y seguido o del punto y coma depende de la vinculación semántica (significativa) que exista entre las oraciones o proposiciones. Si el vínculo es débil, se prefiere usar un punto y seguido; mientras que, si es más sólido, es conveniente optar por el punto y coma. La elección depende únicamente de la intencionalidad de quien escribe”. En otras palabras, tiene que ver con el sentido que se le quiere dar a las oraciones que conforman el párrafo. Nota, por ejemplo, cómo se han utilizado esos signos en el párrafo textual citado.

Elabora tres oraciones en las que las proposiciones se articulen sólo con una coma y tres más en las que sea necesario el uso del punto y coma.

- Enumeración en algún componente oracional

Como se sabe, enumerar es listar. Observa las oraciones siguientes:

- Juan, Rebeca, Sofía, Pedro y Paola asistirán a la fiesta de graduación.
- La joven bailó, se movió, cantó y saltó al ritmo del baile conocido como perreo.
- Mis amigos y yo fuimos a la playa, a escalar un volcán, a la Laguna de Alegría, a San José de Las Flores y a Suchitoto.

En la primera oración, la enumeración se ha hecho en el sujeto; en la segunda, en el verbo; y en la tercera, en el predicado. ¿Qué tiene que ver la coma en todo esto? Que, como es fácil notar, para separar los componentes de la enumeración se ha utilizado la coma. Nótala en dos ejemplos más:

- Esta mañana desayuné frijoles, chorizo, queso fresco, crema y pan francés. Quizá comí demasiado.
- He leído varias novelas este mes: “El coronel no tiene quien le escriba”, “Crónica de una muerte anunciada”, “El amor en los tiempos del cólera” y “Memoria de mis putas tristes”, todas de Gabriel García Márquez.

El último componente enumerado antes de la conjunción “y” ya no lleva coma en este caso. Esto no significa que “jamás se debe colocar coma antes de y”, como se suele afirmar. Fíjate en los ejemplos:

- Con este dinero le compraré un regalo a Marta para su cumpleaños, y también, si me alcanza, pagaré algunos recibos.
- Me acerqué a ella, y la miré a los ojos, y ella me sostuvo la mirada, y no tuve más remedio que volver a ver hacia otro lado.

Por otra parte, debe tomarse en cuenta que si la enumeración incluye comas en su puntuación interna, se utiliza el punto y coma entre las proposiciones. Fíjate en el ejemplo:

- Roberto enseña Literatura, sobre todo inglesa; Luisa imparte Estudios Sociales, específicamente historia precolombina; Francisca enseña Gramática, en concreto la parte que tiene que ver con las conjugaciones verbales.

¿Te imaginas esa oración sólo con comas? Sería muy difícil de entender, ya que no habría mayor claridad de dónde termina un elemento y comienza el otro. Acá tienes más ejemplos:

- El fin de semana renté varias películas que vi en casa: “El hijo de la novia”, una cinta que bien pudiera considerar un poema; “La habitación del hijo”, drama-comedia italiana; “Atrápame si puedes”, con la actuación de Tom Hanks y Leonardo Di Caprio; “Corre, Lola, corre”, excelente producción alemana, una película diferente.

- Cada grupo de estudiante hará una tarea diferente: el primero, dramatizará un cuento; el segundo, realizará un afiche; el tercero, elaborará una encuesta.

Escribe cuatro oraciones de este tipo, en donde se combine el uso de la coma y el del punto y coma.



- Palabras de enlace, conectores o locuciones adverbiales en una oración

Antes se ha afirmado que las palabras de enlace, también llamadas conectores, permiten relacionar las oraciones entre sí: en conclusión, por ejemplo, por supuesto, por decirlo así, en efecto, en todo caso, por último, además, por lo demás, después de todo, de todos modos, por cierto, sin duda, no obstante, por lo común, por otra parte, entre otras. En ocasiones, tales palabras también le proporcionan a la frase realce, fuerza o elegancia. Ejemplos:
Ella es, por supuesto, la mejor del equipo.
Por supuesto, ella es la mejor del equipo.
Ella es la mejor del equipo, por supuesto.

Se observa que si la palabra de enlace va al inicio o al final, se separa por una coma. Si va en el centro o en medio de la oración, se separa por dos comas. Más ejemplos (los conectores aparecen en negrita):

- En conclusión, ella es la mujer de mi vida.
- Por otra parte, debes leer más.
- Ha dicho, en todo caso, una mentira.
- Esa es, sin duda, la razón de su enojo.
- Vamos a ir a misa, de todos modos.

A veces, ciertos adverbios o locuciones como finalmente, posiblemente, seguramente, en definitiva, por regla general modifican la oración y se sigue la regla (recuerda que estudiamos estas palabras en el capítulo I). Ejemplos (los adverbios y la locución aparecen en negrita):

- Finalmente, haremos la tarea en mi casa.
- El informe refleja, en definitiva, una leve mejoría.
- Debido al tráfico vendrá tarde, seguramente.

Ahora es tu turno. Elabora al menos cinco oraciones de este tipo.

- Elipsis verbal

Elipsis significa suprimir. A veces se elimina el verbo en una oración pues se sobreentiende, ya que se ha mencionado antes. Un ejemplo lo aclarará todo:
- Ella es mi prima María; ella, mi sobrina Cecilia.

¿Qué verbo se ha omitido? En efecto, “es”. ¿Y qué tiene con ver esto con la coma y el punto y coma? Que para indicar la elipsis del verbo, se coloca una coma; ello obliga a separar las dos proposiciones a través de un punto y coma, y no sólo con una coma, como se estudió en el caso uno. Nota la diferencia:
- Ella es mi prima María, ella, mi sobrina Cecilia.

Si lo dejamos únicamente con la coma, puede haber peligro de confusión. Y como se viene estudiando, la puntuación está al servicio de quien lee, para facilitarle en todo momento la comprensión del texto. Por eso se necesita el punto y coma. Más ejemplos:

- Mi libro favorito es “Ensayo sobre la ceguera”, de José Saramago; el de Javier es “Luna caliente”, de Mempo Giardinelli. (Acá también se omite “libro favorito”, igual se sobreentiende).
- A Juan le gusta Andrea; a Andrea, Ernesto.

Practica y elabora tres oraciones similares.

- Articulación de proposiciones coordinadas intercaladas con palabras de enlace, adverbios o locuciones adverbiales

Se trata de la combinación del uso de la coma cuando articula dos proposiciones y se incrusta una palabra de enlace, adverbio o locución adverbial. Dejemos que el ejemplo nos lo aclare:
- Korn es un grupo musical que no acaba de gustarme; Sepultura, en cambio, es mi favorito.

Las proposiciones se separarán entre sí, en esta ocasión, por un punto y coma. La palabra de enlace, adverbio o locución adverbial, en cambio, quedará encerrada entre comas. Más ejemplos:

- Francisca verificará el contenido del trabajo; yo, por otra parte, revisaré el formato.
- Nadie supo con exactitud qué pasó entre ellos; Renata asegura, además, que suelen discutir por cualquier cosa.
- Prefiero la playa; iremos, sin embargo, a la montaña.
- Esa es, finalmente, la conclusión a la que llegamos; él, pese a todo, quedó inconforme.

Recuérdese que si la oración no es muy larga (no posee otra proposición con puntuación interna), se utiliza únicamente la coma:

- Comeré las pupusas, aunque hubiera preferido el chilate.
- Se hará a tu modo, pero no estoy de acuerdo.

Por el contrario, se prefiere el punto y seguido si las oraciones tienen una extensión considerable:

- La novela que escribe aborda una temática compleja, colmada de aspectos relevantes y elementos críticos, la mayoría polémicos. Por consiguiente, dudo mucho de que la termine en un mes.

Elabora al menos cuatro oraciones para practicar este caso.

- Interrupción en la oración

En ocasiones interrumpimos el sentido de una oración. Por ejemplo, cuando se cita o se menciona un sujeto u obra, o cuando se aclara o amplía una expresión. Ejemplo:
- Ronaldinho, jugador del Barcelona F.C., es uno de los mejores futbolistas en la actualidad.

Como puede apreciarse, las palabras “jugador del Barcelona F.C.” quedan encerradas entre comas. Está allí el uso de la coma en este caso. Más ejemplos:

- Jorge Luis Borges, escritor argentino, afirmó: “Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima intentaría cometer más errores”.
- Aquella mujer, la de pelo rojo y falda negra, desea conocerte.
- Vos sabrás, de acuerdo a tu experiencia, qué es lo conveniente.

También, la interrupción puede aparecer al inicio o al final de la oración:

- Según mi vecino, el vigilante cobró ayer por la noche.
- “La violencia es el miedo a los ideales de los demás”, afirmó Ghandi.

Acá también puede tomarse en cuenta la alteración del orden lógico de la oración. Se sabe que sujeto, verbo y predicado, con sus complementos, es el orden usual. Pero, por supuesto, también puede invertirse la disposición. Nota las oraciones siguientes:

- En la playa, mis amigos y yo celebramos el cumpleaños de Xiomara. (predicado, sujeto, verbo, predicado)
- Ayer en la noche, Rina y Fernando cantaron rancheras. (predicado, sujeto, verbo, predicado)

Practica y elabora cinco oraciones que te permitan dominar los distintos ejemplos de este caso.





- Vocativo

El vocativo se utiliza para llamar la atención o solicitar la presencia de alguien o sobre algo. Ejemplos (los vocativos aparecen en negrita):

- No sé quién, Andrea, tomó tu anillo.
- Ve a ver quién toca, amor.
- Amigos, lo repetirá una vez más.

¿Es el vocativo el mismo sujeto de la oración? No, no lo es. Por ejemplo, en la frase no sé quién, Andrea, tomó tu anillo, el sujeto es “yo”; en ve a ver quién toca, amor es “tú”; y en amigos, lo repetirá una vez más es “él” o “ella”, todos tácitos.

Notemos, además, que el vocativo puede ir al inicio, en medio o al final de la oración, siempre separado por una o dos comas. Más ejemplos:

- Señor Mejía, pase a retirar su cheque a administración.
- Ella sabe muy bien, Loida, a qué se refiere.
- No te preocupes más, Alfredo.

¿Cuáles son los sujetos de esas oraciones? Usted, ella y tú, en el orden. ¿Notas la diferencia?

Para comprender a cabalidad, elabora al menos siete oraciones de este tipo.


Uso incorrecto de la coma

Para finalizar este apartado, resta advertir sobre el uso incorrecto de la coma: no debe separarse sujeto de predicado mediante una coma. Ejemplos de uso incorrecto:
- Rosy y Brenda, comprarán las tortillas y el refresco.
- Los libros viejos de allá, me costaron una fortuna.
- En términos generales, esa estudiante, obtuvo una nota aceptable.
- Los niños que llegaron a buscarte, vinieron hoy a preguntar por mí.

Como se aprecia, la coma separa equivocadamente el sujeto del predicado. Fíjate en las mismas oraciones, esta vez con las comas correctas, y nota la diferencia:

- Rosy y Brenda, las primas de Boris, comprarán las tortillas y el refresco.
- Los libros viejos de allá, aquellos del rincón, me costaron una fortuna.
- En términos generales, esa estudiante, inscrita para la carrera de derecho, obtuvo una nota aceptable.
- Los niños que llegaron a buscarte, los hijos del vecino de enfrente, vinieron hoy a preguntar por mí.

Las palabras las primas de Boris, aquellos del rincón, inscrita para la carrera de derecho y los hijos del vecino de enfrente son interrupciones que aclaran o amplían el sentido de la oración; por tal razón, se encierran entre comas, tal y como se estudió en ese caso.
ACTIVIDADES
- Coloca coma y punto y coma en las oraciones siguientes, de acuerdo a lo estudiado. Además justifica su uso.

- Nunca imaginé no sé por qué la cantidad de personas agradecidas.
- Argentina una de las mejores selecciones del planeta no ganó el mundial.
- Quien tiene un porqué para vivir casi siempre encuentra un cómo.
- Señora ¿me sirve una taza de té?
- Quiero decirte Ivette que no me pareció tu reacción.
- Alcánzame esos cuadernos Miguel.
- Como no ha llegado aún no he podido hablar con ella.
- Jorge no estoy convencido de que decís la verdad trataré no obstante de creerte.
- Ayer tu hermana me juró que pese a que yo creí verla ella no había estado en la fiesta sin embargo todavía tengo mis dudas.
- Primero vio la sala luego la cocina después el comedor.
- Se sentía feliz eufórica excitada.

- Lee el siguiente artículo y aprecia cómo quien escribe ha utilizado los signos de puntuación. Coloca a la par cada caso, de acuerdo a lo estudiado.
Ángel viejo

“Hermoso lobo blanco, ángel viejo, mi padre”. Cuánto me hubiera gustado a mí escribir estos versos que pertenecen a Francisco Andrés Escobar, escritor nacional. Sin embargo, gracias a la universalidad de la literatura, estas palabras también son un poco mías: hablan de mi papá, del ser que, más que darme la vida, me ha dado una vida.
Mi padre es para mí un rostro de Dios en la tierra. Jamás me ha pegado. Sólo un par de veces, hace ya años, me levantó la voz para hacerme entender el error en el que me encontraba. Durante mi adolescencia, siempre prefirió la conversación y el diálogo a los golpes e insultos. El amor por la palabra tuvo allí una primaria razón. Me formó como ser humano, me enseñó la honestidad y la sencillez, me señaló mis posibilidades y, cuando tuve que enfrentarme con un cambio de carrera universitaria, creyó en mí y toleró mi indiferencia e indecisión. Cuando algunos me decían “nunca serás nada en la vida”, él callaba, prudente y solidario. Las palabras voluntad y disciplina me las ha modelado él con su ejemplo. Por ello las aprendí.
Siempre le he admirado su paciencia y esa actitud de pensar primero en la familia, alrededor de la cual siempre ha buscado la unidad y ha preferido la convivencia tolerante. Como todos, ha cometido errores en su vida y se ha equivocado en ciertas apreciaciones, enanos aspectos ante la grandeza de su carácter.
Mi padre me ha enseñado a disfrutar la vida. A cantar a viva voz cuando suena una canción que me gusta y a reír a carcajadas cuando el alma se siente cómoda y alegre, sin importar el gesto adusto de aquellos que viven eternamente serios y apresurados. Me ha enseñado a degustar el buen vino, el queso exquisito, y también siempre me ha animado a servir a los demás, a pensar en el otro como mi igual.
Ahora está enfermo, y me duele en el alma verlo así. Quisiera arrancarle el dolor, colocarme en su lugar. Ser alguien de luz, como el ángel viejo que es para mí. Pero hay cosas que no pueden ser... Lo que sí ha sido posible es compartir mi gratitud hacia él por darme una vida. Una vida.

- Elige un tema y elabora tres párrafos. Cuida la puntuación.

Uso de los dos puntos

La pausa que se hace con los dos puntos sirve para llamar la atención de quien lee sobre lo que sigue. Se utilizan para separar el vocativo; abrir una enumeración, cita textual o voz de alguien; unir proposiciones que se explican, complementan o contradicen entre ellas; y en los escritos jurídicos y administrativos. Ejemplos:

- Estimado amigo: voy a contarte la verdad.
- Este mes he leído varias obras: “Santa Evita”, de Tomás Eloy Martínez; “La ignorancia”, de Milán Kundera; y “Una cuestión personal”, de Kenzaburo Oé.
- Entonces mi novio gritó: “¡Un ratón, un ratón!”. Fue allí cuando empecé a sospecharlo.
- Se nota el porqué perdió el invicto el equipo: los delanteros desperdiciaron las oportunidades de gol.
- Si eso es verdad, no debes temer su reacción: lo comprenderá sin problema.
- El infrascrito Lic. José Armijo CERTIFICA: que el acusado no se presentó al tribunal el día y hora señalados en el proceso que se le sigue por…

En los ejemplos, también se puede apreciar el uso de las comas y el punto. Para practicar, construye al menos cinco oraciones.

Uso de los paréntesis

Los paréntesis aíslan información adicional relacionada con el tema principal sobre el que se escribe; también, los paréntesis encierran aclaraciones o ampliaciones. Ejemplos:

- Mi familia materna es de Armenia (Sonsonate).
- La época del escritor Leon Tolstói (siglo XIX) se caracterizó por…
- La Toma de La Bastilla (el 14 de julio de 1789) marcó una etapa histórica para…
- Vendrá tarde (probablemente a eso de las diez), porque tiene una reunión importante.
- Cuando tú vengas (si es que vienes), te trataremos como al mejor de los huéspedes. (Nota que en las dos últimas oraciones la coma separa proposiciones y el paréntesis amplía información; ambos signos se han utilizado como debe ser).

Aprovechemos esta última oración para notar la combinación de los paréntesis con otros signos:

- Cuando tú vengas, si es que vienes, te trataremos como al mejor de los huéspedes.
- Cuando tú vengas (si es que vienes, aunque no lo creo) te trataremos como al mejor de los huéspedes.
- Cuando tú vengas –mira que te lo hemos pedido varias veces– si es que vienes (honestamente, nadie acá lo cree), te trataremos como al mejor de los huéspedes.

Cuando se estudie el uso del guión largo o raya, te quedará aún más claro este último ejemplo. Por ahora agreguemos que también se utilizan paréntesis en la novela moderna, para indicar el llamado monólogo interior; y en las obras de teatro, para indicar acciones determinadas. Además, en la transcripción de textos se utilizan puntos suspensivos dentro del paréntesis para indicar que se ha omitido en la cita un fragmento del texto.

Como la práctica es siempre necesaria, ahora te toca a ti. Elabora cuatro oraciones y utiliza adecuadamente el paréntesis.

Uso del guión largo o raya

Este signo se usa, al igual que otros, para aislar una aclaración, una explicación o información adicional que por lo general interrumpe un enunciado. Ejemplos:

- El viernes nos reuniremos en mi casa para ver una película –“Memorias de Antonia” se llama– y conversar sobre el viaje a Morazán.
- El sábado iremos a casa de Carlos y su esposa –se casaron hace dos semanas– para recoger las plantas que nos prometieron.
Este signo se usa, además, para indicar las intervenciones de personajes en un diálogo y para mostrar la interrupción del narrador, y con ello aclarar de quién se trata. Ejemplos:

– ¡Pero qué hiciste, por Dios!
– No te pongas así, no es para tanto –respondió Dilsia con tranquilidad–. Ya verás que todo se solucionará.

Actividades
1. Una vez más, practica y elabora cinco oraciones como mínimo.
2. Investiga los usos de los siguientes signos de puntuación para complementar tus conocimientos:
puntos suspensivos,
interrogación y exclamación,
corchetes y guión.


4. Ejercicios

a) Acá tienes un caso similar al de “el testamento”. Cuentan que tres hermanas en edad de casarse –Soledad, Julia e Irene– conocieron a un apuesto joven, licenciado en letras, y las tres se enamoraron de él. Pero él no se atrevía a decidirse por una de ellas. Como no se declaraba a ninguna, las tres hermanas le rogaron que dijera claramente a cuál de las tres amaba. El joven escribió sus sentimientos en este poema (citado por Roberto Vilches Acuña en "Curiosidades literarias y malabarismos de la lengua". Editorial Nascimiento. Santiago de Chile, 1955):

Tres bellas que bellas son
me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón
si obedecer es razón
digo que amo a Soledad
no a Julia cuya bondad
persona humana no tiene
no aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad

Tu misión será ponerte en el lugar de las tres hermanas y, mediante la estratégica colocación de los signos de puntuación respectivos, demostrar que el joven apuesto amaba a Soledad, o a Julia, o a Irene, según se usen los signos a favor de una u otra persona.

Al final, ¿qué te parece si también le damos una mano al joven? Para ayudarlo a salir del embrollo, escribe los signos de tal forma que el poema refleje que, en realidad, fue una manera elegante de decirles que de ninguna de ellas se hallaba enamorado.

b) Acá tienes otro artículo para que aprecies cómo quien escribe ha utilizado los signos de puntuación y ha tildado las palabras. Coloca a la par cada caso, de acuerdo a lo estudiado. Intenta acá integrar todos los conocimientos hasta ahora adquiridos.
Carta a papá

El domingo fuimos a visitarte. Era una fecha especial y quisimos llevarte flores allí donde dicen que estás, aunque nosotros sabemos de sobra que no es... allí. Llegamos temprano. ¡Había tanta gente! Nunca imaginé, no sé por qué, que varios celebráramos de esa forma la presencia-ausencia de un ser amado. Como siempre, nos costó un poco encontrarte. Pero allí estabas, entre los abuelos y el tío aquel a quien nunca logré comprender.
Nos sentamos cerca de ti y te saludamos, cada uno en silencio y mal disimulando una tristeza que amenazaba lágrimas. Porque a veces es difícil, papá, muy difícil, acostumbrarnos a esta nueva forma de tenerte entre nosotros y de sentirte cerca. A veces es difícil estar en casa y ver la mecedora en la que te sentabas y la silla vacía del comedor, siempre a la cabecera. A veces es difícil recordar los abrazos que te daba cada vez que ayudaba a levantarte y los “te quiero” que te decía y los “también yo te quiero, hijo” que respondías. A veces es difícil recordar tus ojos llenos de vida y de tristeza ante la marcha adelantada, tu cabello revuelto sobre el que me gustaba pasar la mano, tu sonrisa, tu disciplina, tu esfuerzo por hacer ejercicio mientras repetías una y otra vez: “Voluntad, voluntad”.
Mientras colocábamos las flores, conversamos sobre nosotros y la familia, aunque nuestras mentes se empeñaban en traer los recuerdos. Platicamos y reímos también contigo, y te contamos, la mayor parte del tiempo en silencio, cómo nos sentimos y las indecisiones por las que estamos pasando. Luego, como es costumbre, me pidieron que hiciera la oración. A mí me gusta y no me gusta hacerla. No porque, de nuevo, es difícil controlar las emociones y a veces, como todo ser humano, también yo quisiera romperme en llanto. Pero al final lo hago, porque me permite hablar contigo en medio de otros.
Así, le di gracias al Dios de la Ternura por permitirnos estar allí, alegres aunque tristes, platicando contigo aunque lo hagamos todos los días de forma diversa en cualquier lugar. Porque si de algo estamos seguros, papá, es de que te has vuelto un ángel para nosotros, un ser de luz que nos cuida y protege y nos acompaña en forma constante, donde quiera que estemos. Recordé tu salmo favorito –“El Señor es compasivo y misericordioso”– y rezamos el Padrenuestro, que tanto te gustaba.
Luego nos fuimos entre bromas, con la intención de pasar a comer algo. “Podemos ir a donde fuimos con tu papá aquel día que…” Entonces sonreí al entender de una vez y para siempre que siempre vas con nosotros. Es verdad: la única muerte que existe es el olvido.


c) Explica qué uso de coma o punto y coma se ha utilizado en las siguientes oraciones.

- Mi hermana es alta; mi hermano, pequeño.
- Yo soy José María; él, José Manuel.
- Hágalo usted como le parezca, si así va a trabajar más a gusto; pero tenga en cuenta que, para mí, no es lo mejor.
- Ya terminé este texto; aquel, todavía no.
- Primero introduzca la moneda; luego, marque el número; por último, espere a que suene y realice la llamada.
- Al parecer se encuentra bastante bien después de la operación; sin embargo, yo le noto cierta tristeza.
- Llovía a mares, el camino estaba embarrado, la niebla nos desorientó y anduvimos varias horas sin rumbo fijo; no obstante, conseguimos llegar.
- Tomó el hacha y, de un solo golpe, partió el tronco.
- Ofrécele, querida, una taza de café a tu amigo.
- Respecto a esa cuestión, debo aclarar algo.
- Me alcanzas en la parada del bus, José.
- Mis tíos vendrán mañana, Patricia.
- Lupe, necesito mi cuaderno.
- Mi niña, Fernanda, sonrió con alegría.
- El terreno de granos finos se denomina arcilla; el de grano mediano, limo.
- En la montaña la paso bien; en el mar, regular.
- Su jefe, francamente, es un tipo insoportable.

d) Ahora coloca los signos de puntuación en el siguiente texto, tomado del cuento Historias de Ninguno, de Pilar Mateos.

Si ahora coges el diccionario y buscas la palabra NINGUNO en las páginas de la N leerás que ninguno significa nulo ni uno solo nadie sin embargo por esta vez le vamos a llevar la contraria al diccionario.
“Ninguno” existe de verdad yo lo he visto no estoy hablando en broma. “Ninguno” es un niño pelirrojo que tiene cara de sueño pero la cara nada más por dentro está muy despierto. Si lo conocieras te harías amigo suyo enseguida. Y no es difícil que te lo encuentres cualquier día por la calle porque va a un colegio que está cerca del tuyo.
“Ninguno” al principio cuando estaba todavía en primero de básica no se llamaba así. Ese nombre se lo pusieron después pero nadie se acuerda ya de cuál era el suyo verdadero. Tampoco tiene importancia. A lo mejor se llamaba como tú o como cualquiera de tus amigos.
El caso es que mientras sus compañeros y hermanos iban creciendo de día en día y había que sacarles a todo correr el dobladillo de los pantalones “Ninguno” se lo tomaba con mucha calma parecía que no tenía prisa en crecer y se quedaba tan pequeño que tenía que empinarse para alcanzarse las orejas.

5. A mí no me quedó claro

La claridad es un elemento importante en nuestros textos. Para conseguirla debemos utilizar de manera adecuada los signos de puntuación. Para ello es necesario tener claras unas nociones básicas de gramática, eso es lo que no debes olvidar en este capítulo. Si todavía tienes problema con este tema, puedes consultar algún libro de la bibliografía que te comentamos en nuestro siguiente apartado. Y para la puntuación, puedes revisar también distintos textos en los que se explican las reglas que te hemos comentado con otras palabras.

Y por si todavía no te quedó claro, te incluimos algunas palabras que en el texto principal encuentras subrayadas, y que pueden dificultar tu lectura por su significado, aquí van:


• Investidura: es la concesión que se hace a alguien de dignidad a partir de un cargo importante: con el poder que me da mi investidura, reclamo esta herencia para el Estado.
• Signos: su origen tiene que ver con señal. Esta palabra tiene muchos significados, pero tiene siempre que ver con un elemento que representa, sustituye o evoca algo. En el caso de los signos de puntuación, estos representan pausas y señales dentro de la escritura, que nos permiten ordenar las ideas y comunicarlas mejor: los signos de puntuación pueden combinarse en un escrito.
• Verter: derramar, vaciar en algo: deberías lavar esa taza antes de verter ahí la leche.
• Trapisonda: riña, batalla, bulla, embrollo: en el diccionario encontré el significado de la palabra trapisonda. Así, un trapisondista será una persona que arma trapisondas o anda en ellas.
• Anárquica: sin razón o sentido: los signos de puntuación no deben colocarse de manera anárquica.
• Desligadas: sin unión: si no usas bien la puntuación, las ideas y las frases pueden quedar desligadas unas de otras.
• Ritmo: en el lenguaje, se refiere a la combinación armoniosa de frases, palabras, acentos y pausas: la puntuación permite obtener un buen ritmo en el escrito.
• Fraseo: es un término prestado de la música, donde se refiere a la expresión correcta de las frases de una composición; en el lenguaje, hace referencia a la combinación de frases largas y cortas dentro de los párrafos para transmitir armonía: un buen fraseo es fundamental en el ritmo.
• Realce: acción de resaltar: las palabras de enlace pueden producir realce en un párrafo.

6. Para saber más…

- Oraciones impersonales
Todas las oraciones deben tener sujeto. Sin embargo, hay sólo una excepción a la regla: las oraciones impersonales, aquellas en las que es imposible imaginar un sujeto. Ejemplos: hace calor; casi no llovió este año; truena a lo lejos; amaneció lloviendo; se come acá; llaman a la puerta; se respira bien aquí; es tarde. ¿Se te ocurren otras? Busca más información y aumenta tus conocimientos.

- Dudas del idioma
A la hora de escribir nos asaltan con frecuencia interrogantes. ¿Acceder o accesar? ¿Concretizar o concretar? ¿”Con relación a” o “en relación con”? Las preguntas son varias y es normal que las tengamos. Lo malo es que muchas veces las dejamos pasar y cometemos el error, o tenemos suerte y le atinamos. Para ayudarte un poco en esa tarea, acá se te presentan algunas dudas que, con regular frecuencia, suelen presentarse a la hora de escribir.

- ¿Cuándo se utiliza acceder y cuándo accesar? ¿Uno es correcto y el otro no?
La Academia proporciona cuatro definiciones para la palabra acceder: consentir en lo que alguien solicita o quiere; ceder en el propio parecer, logrando un acuerdo con un dictamen o idea de otro; entrar en un lugar o pasar a él; tener acceso a una situación, condición o grado superiores. ¿Qué pasa con accesar? Esta palabra no aparece en el diccionario de la Real Academia Española, pero se ha popularizado tanto que su vigencia en la comunidad de hablantes le ha dado existencia, por lo que no se considera un error si se usa en un ambiente informático (todo lo relacionado con las computadoras). Es decir, su posible uso se refiere única y exclusivamente cuando nos refiramos a términos informáticos: debemos accesar a word para leer el documento.

Las palabras accesible y acceso sirven como excusa para el mal empleo de accesar, pero son palabras totalmente distintas. Lo apropiado es acceder.

Nota: tampoco debe confundirse accesible con otra palabra totalmente distinta: asequible (algo que puede conseguirse).

- ¿Concretizar o concretar? ¿Cuándo y cómo utilizar cuál?
El diccionario de la Real Academia 2001 ya recoge la palabra concretizar como sinónimo de concretar, por lo tanto, ambas son correctas. El uso común y frecuente de concretizar (sobre todo en periodismo) ha obligado a que ambas palabras sean equivalentes y aceptadas.

En la edición electrónica del diccionario, la palabra concretizar posee un vínculo que conduce directamente a la palabra concretar y a su significado; es decir, son sinónimos.

Cuatro son las definiciones que da el diccionario para concretar: hacer concreto; combinar, concordar algunas especies y cosas; reducir a lo más esencial y seguro la materia sobre la que se habla o escribe; reducirse a tratar o hablar de una sola cosa, con exclusión de otros asuntos

- ¿"Con relación a" o "en relación con"? ¿Ambas formas son válidas?
El Diccionario de dudas, de Manuel Seco, dice al respecto lo siguiente: “Con relación a, ‘con respecto a’, también puede decirse en relación con: no tengo nada que declarar en relación con el asunto, o con relación al asunto. Cualquiera de las dos es preferible a en relación a, cruce de una y otra, hoy usado a menudo en América y España”.

Todo esto significa que las dos opciones son correctas, aceptadas. Eso sí, habrá que ignorar la construcción en relación a por ser un cruce inapropiado de ambas, lo mismo que con relación en.

- ¿"En base a" o "con base en"? ¿Ambas formas son válidas?
Quizá esta sea un poco más compleja. Manuel Seco solo recoge la ejemplificación de en base a, pero no la de con base en. La locución prepositiva en base a tiene, en ese diccionario, el siguiente ejemplo: en base a estos hechos, la acusación pública desestimó… Además, habrá que aclarar que esta locución se usa más que todo en el lenguaje forense, de donde ha pasado a otros ámbitos.

Con base en no se menciona, pero la posibilidad de su existencia es lógica y correcta, por lo visto en la duda anterior. En ese sentido, nos atrevemos a decir que ambas son correctas.

De estas locuciones prepositivas los manuales dicen poco y únicamente se limitan a exponer el uso común en los hablantes y las construcciones indebidas. No hay una solución precisa, por lo que deben imponerse el criterio propio y la uniformidad en un texto.

- ¿Se puede utilizar la expresión "traer a cuento"? ¿O es "traer a cuenta"?
La construcción traer a cuento es la aceptada por la Academia. El diccionario proporciona la siguiente información: “Traer a algo: introducirlo en un discurso o conversación, con oportunidad o sin ella, o con particular interés”.

La otra construcción, por tanto, deberá ser rechazada, pues no tiene vigencia en cuanto a equivalente a la otra. A lo mejor es solo un vicio que se ha arraigado en ciertos ámbitos por la pronunciación equivocada.

- ¿Infligir o inflingir? ¿Inflingido o infligido?
En el diccionario sólo se recoge la palabra infligir. La otra, por tanto, es un error básicamente de pronunciación, pues no existe con esa “n”. Respecto a la segunda pregunta, pues lógicamente debería ser infligido.

Dos son los significados de Infligir: causar daño e imponer un castigo.
- ¿Súper inteligente o superinteligente? ¿Unido o separado?
Súper es un prefijo que debe ir unido a la palabra a la que "califica", al igual que mega, supra, ultra, mini, entre otras. Ejemplos: superinteligente (como ya vimos, súper pierde la tilde al unirse al sustantivo o adjetivo), suprasubordinada, megagoleada, miniespía, supermujer. Es un error bastante común ver a estos prefijos separados del sustantivo o adjetivo que preceden, pero debe corregirse.

- Lee y comenta el siguiente texto:

SUPERMANO DURA
(Vox populi)

El plan Mano Dura, a efectos ortográficos, no presenta retos significativos: aparte de decidir si escribir ‘plan’ con inicial mayúscula o minúscula (aquí preferimos la minúscula, debido al carácter genérico de ‘plan’) y de optar por entrecomillar o no entrecomillar Mano Dura (como es evidente, aquí nos ha parecido mejor la segunda posibilidad), es un nombre típico de los programas puestos en funcionamiento por la PNC para combatir el crimen y está apoyado en la definición académica que entiende ‘mano dura’ como “severidad en el mando o en el trato personal”. Semánticamente, pues, no hay problema alguno. Ahora bien, el plan Supermano Dura, como por el momento se ha llamado a la continuación ‘lógica’ del anterior, es un problema en sí mismo.
Una pequeñez es la inmediata duda que asalta cuando no sabemos si ‘súper-’ va pegado a ‘mano’, con lo que tendríamos ‘supermano’, o si va separado y, entonces, hay que escribir ‘súper mano’. Pero la vacilación desaparece cuando logramos conciencia de que ‘súper-’ es un elemento compositivo con cuatro acepciones: “encima de (superestructura)”, “preeminencia o excelencia (superhombre)”, “en grado sumo (superfino)” y “exceso (superproducción)”. ‘Súper’ solo es forma independiente, por el momento, cuando nos referimos al tipo de gasolina o como acortamiento de ‘supermercado’. Por tanto, es ‘supermano’. ¿Dónde está el verdadero problema? ¿El que nos ha provocado noches sin dormir y días sin comer? No en ‘supermano’, obviamente, pero sí en Supermano Dura.
¿Alguien se ha puesto a pensar que no es lo mismo Supermano Dura que Mano Superdura? Porque confundir una cosa con otra es como no distinguir entre un ‘superniño necio’, aquel niño con unas dotes excepcionales de cualquier índole y que además es normalmente terco, y un ‘niño supernecio’, el normal y corriente pero con una necedad de tal calibre que podría hacer de él, por ejemplo, un brillante político nacional. Para terminar de aclarar: ¿distinguimos entre una ‘leche superdulce’ y una ‘superleche dulce’?, ¿y entre un ‘tomate superverde’ y un ‘supertomate verde’? Pues es lo mismo. Lo gramaticalmente correcto es Mano Superdura y no, como lo oímos y vemos todos los días en todas partes, Supermano Dura.
Si alguien tiene todavía alguna duda, puede consultar el séptimo de los programas presidenciales del documento “País Seguro: Plan de Gobierno 2004-2009” en el sitio web http://www.tonysacapresidente.com/documentos/Plan_de_Gobierno.doc. Pero, cuidado, que ahí también está mal escrito, porque no citan Mano Superdura, como ya hemos explicado que debe ser, sino Mano Súper Dura, el ya señalado primer error.
Entonces, si entre los lectores de esta columna hay algún amigo de don Tony, valdría la pena que tomara nota y le dijera que ya va siendo hora de que nuestros señores presidentes también se preocupen del buen uso del español y así lo salven del ridículo del que otros, lamentablemente, hacen gala a diario.

- Para ampliar tus conocimientos sobre los temas que aquí hemos discutido, queremos recomendarte algunos libros. No para agotar en ellos tu proceso de aprendizaje, sino apenas como puertas que te llevarán a nuevos cuartos donde a su vez te esperan nuevos descubrimientos, y nuevas preguntas que tendrás que continuar resolviendo.
• La Gramática de la Lengua Española, de Emilio Alarcos Llorach, editada por la Real Academia Española en 1999 es la versión oficial y más reciente de lo que hace muchos años fue apenas un Esbozo de gramática que la Real Academia editó. La nueva versión tiene un apartado de fonología y después se detiene de forma extensa en las unidades de la oración, su forma y su función. Es un manual de referencia útil para quienes nos iniciamos en los caminos del lenguaje.
• Un texto más cercano, pero no por ello menos riguroso y detallado, es el de Idioma Nacional Tercer Ciclo, escrito por Ana María Nafría, una de las conocedoras y estudiosas más importantes de la gramática en nuestro país. El libro fue editado por UCA Editores, por primera vez, en 1991; y a partir de ahí no ha dejado de tener múltiples reimpresiones y ediciones. Aunque el libro fue escrito para el Tercer Ciclo, nos parece que es una puerta de entrada que no podemos obviar si queremos volvernos expertos en el arte de escribir.
• Una de las mejores gramáticas que puedes encontrar en las bibliotecas es la Gramática española de Juan Alcina Franch y José Manuel Blecua. El libro se editó en 1975, y pretende situarse como un libro de consulta detallado, descriptivo y con una rigurosidad probada. Como buen libro de consulta no necesita ser leído de inicio a fin, sino que puede ser abordado desde cualquier temática que al estudiante le interese profundizar.
• La escritura, una terapia creativa, es un texto de Natalie Goldberg (http://www.nataliegoldberg.com) que compila una serie de textos, ejercicios y sugerencias creativas para perder el terror a la página en blanco y aprender a escribir con un estilo propio.
• Un libro clásico y que se mejora en cada nueva edición es el Curso de redacción. Teoría práctica de la composición y del estilo de Gonzalo Martín Vivaldi, editado una y otra vez por Paraninfo. Escrito a la manera de un curso, siguiendo una serie de lecciones con explicaciones y ejercicios (que se encuentran resueltos al final del libro), este texto es una referencia obligada para cualquiera que se ejercita en los caminos de una escritura correcta, pero que además desea comunicar.
• Un libro difícil de conseguir, pero que vale la pena para aquellos que deseen convertirse en profesionales, es El libro y sus orillas, de Roberto Zavala Ruiz, un editor de libros que ofrece a sus lectores un itinerario por los proceso de tipografía, trabajo con escritos originales, redacción, corrección de estilo y de pruebas. Es decir, el largo proceso que se sigue para publicar un libro. El autor tiene más de veinte años de experiencia dedicados a la producción de libros como corrector de estilo, como editor y coordinador de una editorial en México.


Anexo: Para hacer un buen trabajo
Algunas técnicas y herramientas necesarias para la investigación

1. Ventana hacia los datos

Con seguridad, más de alguna vez te tocó elaborar, en el lugar donde estudiaste, un trabajo largo donde tenías que consultar en varios libros, y no solo en uno. Todo porque el “profe” hacía las preguntas de tal manera que no lo encontrabas todo junto en ninguna parte. Cuando ni al buscar en varios libros hallabas las respuestas, tocaba ir con algún experto –o a veces no tan experto, pero sí con alguien que sabía algo más que nosotros– y hacíamos unas cuantas preguntas para entender el tema y ya. Y es muy probable, también, que te haya sucedido que no encontrabas nada, pero nada, en ninguna parte, y terminabas en un “cyber” café, o en la casa del amigo que tiene “compu” e internet; buscabas un trabajo que ya estaba hecho y listo. Copiar y pegar. Sea lo mejor o no, sean formas cuestionables o no, siempre hay muchas maneras de investigar sobre un tema y encontrar información.

Ahora empiezas un proceso nuevo de formación y te será de mucha utilidad tener claras algunas reglas básicas que pueden servirte a la hora de hacer un trabajo académico, de esos que suelen dejar al fin de ciclo o, según la materia lo exige, en muchos otros momentos. Por ejemplo, ¿es válido copiar algo de un texto?, ¿para qué lo voy a poner con mis propias palabras si ya otro lo dijo mucho mejor y ya está ahí?, ¿qué puedo copiar y qué no?, ¿dónde busco?, ¿cómo sé que eso que he encontrando tiene datos reales y no es algo que otra persona se inventó? Sobre estos temas e interrogantes, y algunos más que surgirán en el camino, trabajaremos en este apartado.

2. El famoso tema

Cuando te piden elaborar un trabajo pueden suceder dos cosas: una, que te dejen desde el principio muy claro un tema; el profesor solicita “escribir un ensayo sobre las implicaciones que el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos tendrá para la economía salvadoreña actual”. Y entonces ya sabemos cómo situarnos, o al menos tenemos la claridad de cuáles son los primeros datos que tendremos que buscar: por un lado, qué es el Tratado de Libre Comercio, cómo andan las negociaciones en este tema, en qué estado se encuentra la economía, cuando digo economía de qué rubros estoy hablando y a qué tengo que hacer referencia. O por ejemplo una profesora dice “quiero un recuento de los principales hechos violentos que sucedieron en San Salvador durante la pasada guerra”. Y entonces sabemos que tenemos que buscar en diarios de ese tiempo, leer artículos de revistas que comenten el tema, quizás entrevistar a una persona que haya vivido de cerca acontecimientos violentos en la capital. Pero otra es que se nos diga: “bueno, escriban de algo que a ustedes les interesa”.

Si es este el caso, el primer problema que debemos resolver para realizar un buen trabajo es la delimitación de nuestro tema. Ya vimos anteriormente algunas estrategias para decidirnos por un tema. Pero para mejorar nuestras habilidades, nos seguiremos ejercitando y te propondremos otras estrategias más, siempre relacionadas con temas de investigación académica.
Antes de entrar en detalles te pedimos que hagas una lista de ocho temas posibles sobre los que te gustaría trabajar, o discutir, o escribir un poco, y que los anotes en tu cuaderno.

¬Para decidirnos por un tema es bueno hacernos algunas preguntas previas: ¿Sabemos algo sobre este tema? ¿Conocemos escritos que nos puedan dar más información? ¿El tema es general o particular? ¿Se refiere a un período de tiempo específico, por ejemplo, un análisis de los anuncios de una campaña política –que duran el tiempo de la campaña y no más–; o el tema no tiene delimitación temporal, por ejemplo, la maternidad, que existe desde que el ser humano está en la tierra y que continúa hasta nuestros días? ¿Tiene el tema alguna delimitación espacial, es decir, se refiera a una región, a una ciudad, a un país específico o más bien se puede enfocar y encontrar en cualquier parte del mundo?

Clarificar estas preguntas es importante. De los ocho temas que anotaste, marca aquellos que, a tu parecer, tienen una delimitación en el tiempo (se refieren a un período específico) y en el espacio (se refieren a algo que sucede en una región, o que yo los reflexionaré desde un lugar determinado). Si no tienes ningún tema delimitado desde estos dos elementos básicos, toma aquellos que te resulten más interesantes y delimítalos.

Para obtener un buen tema para un trabajo de investigación, debemos tomar en cuenta que este no sea tan general, pues entonces nos encontraremos con el problema de poseer mucha información y no saber a cuál específicamente recurrir. Pero también hay que cuidar que no sea tan específico y tan reciente, que no encontremos casi ninguna información y no podamos presentar nada en las fechas que se nos ha pedido. Existen varias estrategias para llegar a un buen tema, aquí te recomendamos las siguientes:

a) Piensa en la delimitación en el tiempo y en el espacio. Busca un tema del que conozcas algunos elementos y redáctalo en forma de pregunta para que esto sea tu guía: tu trabajo intentará responder a la pregunta que te hagas. ¿Podemos afirmar que El Salvador se ha vuelto un país con altos niveles de violencia después de los Acuerdos de Paz? La pregunta está delimitada en el espacio: queremos saber solamente sobre El Salvador y no si en Afganistán o en España existe en estos momentos procesos violentos. Y también está delimitada en el tiempo, pues me pregunto por lo que sucede con la violencia, no durante todo el tiempo que tiene El Salvador de existencia –pues desde 1821 para acá es un tiempo bastante largo, durante el que han ocurrido sucesos muy diversos–, sino desde la firma de los acuerdos de paz, es decir, de 1992 hasta nuestros días. Aún así nos puede parecer mucho tiempo y mejor optamos por realizar un trabajo en el que pensemos los niveles de violencia en los últimos cinco años. Estas son delimitaciones importantes. Recordemos que es fundamental hacer un sondeo rápido de quién nos puede dar información sobre el tema o en qué lugares es posible encontrarla, aunque aún no vayamos a redactar nuestro texto. La aproximación inicial antes del tema, donde se hace uno la idea aproximada de lo que se va a decir, es un paso importante.

b) Escribe tu tema y piensa otros temas relacionados con él. Por ejemplo, si continuamos con el tema de la violencia en nuestro país, a partir de la firma de los acuerdos de paz, hay temas que son más generales que ese, que podrían complementar, temas más específicos. Se puede hacer un diagrama, con cuadros, para poder ubicarlos de forma más clara.











c) Escribimos el tema y nos imaginamos cómo sería un índice de nuestro trabajo, qué partes llevaría. Siempre es bueno considerar una introducción en la que explicamos nuestros objetivos, y luego lo que sería el cuerpo del trabajo donde desarrollo los contenidos que voy a tratar:








Existen muchas otras formas de delimitar un tema, si conoces otra estrategia que te funciona muy bien puedes continuar utilizándola. Poco a poco irás mejorando en ello. Y, además, este es solo el comienzo, una vez que ubicamos el tema de investigación nos debemos poner manos a la obra y buscar en distintas fuentes aquella información que queremos.

3. La información, las fuentes y la confianza

Cuando tenemos el tema ya definido, entonces viene el paso siguiente en nuestro trabajo: buscar la información necesaria y ordenarla de manera clara. Pero vamos por pasos. Lo primero es el tema de la información, los datos que tenemos que obtener.

Información y datos son dos términos que vamos a manejar constantemente cuando hacemos un trabajo e investigamos. Son complementarios, pero diferentes. La palabra dato viene del latín datum, que quiere decir lo que se da y se refiere a la “información previa, necesaria para llegar a un conocimiento exacto o para deducir conclusiones acertadas” (SM, 1999, p. 541). El dato es, en este sentido, el fundamento de lo que organizamos, y una vez que le hemos dado un orden obtenemos la información, que implica un conjunto de datos dispuestos de tal forma que resulten algo significativo para quien lee o recibe el texto. Una vez que la persona ha recibido la información, procesa todos los datos y los asimila, el cerebro los compara con otros, cuestiona, toma nota, y entonces se produce el conocimiento, que implica esta “apropiación que el usuario hace” (Orozco, 2000, p. 2).

En el trabajo académico contamos con dos fuentes para obtener la información (Orozco, 2000, p. 5). Por un lado, las fuentes humanas, esto es las personas, ya sea especialistas o ciudadanos comunes que nos pueden proporcionar datos sobre algún tema que nos interesa. Para recabar información de fuentes humanas de manera adecuada, existen una serie de técnicas que pasan por la entrevista, pero también por las encuestas, los grupos de discusión y otras posibilidades que no desarrollaremos en este anexo. Ya las irás trabajando con más calma posteriormente.

Pero debes recordar que el recurrir a las fuentes humanas puede parecernos fácil, sin embargo debemos asegurarnos que los datos que mis informantes manejen no estén alterados ni sean falsos . Para ello es bueno recurrir al otro camino: la fuente física. Este tipo de fuente tiene que ver con todos los documentos escritos a los cuales podemos recurrir. Sobre estas fuentes físicas trabajaremos en este apartado.

Hay muchos tipos de fuentes físicas, pero para el objetivo de nuestro curso vamos a discutir y trabajar con cuatro que son muy útiles y, quizás en nuestro caso, las más utilizadas:
a) Diccionarios, generales y especializados
b) Enciclopedias
c) Libros, revistas y periódicos
d) Internet

Veamos de forma rápida el funcionamiento de cada uno de estos, y algunos elementos que nos serán de utilidad.

a) Los diccionarios
El 2 de agosto de 1799, un desconocido soldado napoleónico que realizaba trabajos de fortificación a 7 kilómetros al noroeste de Rosette, en el delta del Nilo, tropezó con una piedra pulimentada de basalto negro. Era tan grande, como un tablero de mesa, finamente granulada y extraordinariamente dura. Además, estaba cubierta de signos y esto la convirtió en una de las piedras más famosas del mundo. El soldado no podía imaginar el tesoro que había encontrado. Informó a sus superiores. La cuestión siguió su curso por vía oficial. Un general napoleónico, buen conocedor de Grecia, vio de cerca la piedra y pudo comprobar que los signos estaban grabados en tres lenguas. Una de ellas era la griega. El general también descubrió que el texto griego era una dedicatoria de los sacerdotes de Memfis que enaltecía a Ptolomeo V, en el año 196 antes de Cristo, por beneficios recibidos. Esto ya causó una verdadera sensación. Pero ¿qué ocurría con los demás signos? Junto a una columna ocupada por 54 líneas de letras griegas, la piedra contenía otra columna con 32 líneas de escritura demótica y 14 líneas con jeroglíficos. ¿Se trataba del mismo texto? Desde el principio se creyó en esta hipótesis. Sin embargo, no se consiguió el desciframiento. Muchos se esforzaron inútilmente para encontrar una solución al problema, que no se conseguía con la repetida comparación de los textos. Por fin, el arqueólogo y sabio Jean-Françcois Champollion consiguió en el año 1822 identificar los jeroglíficos como signos plurigráficos (símbolos, letras y signos auxiliares) del antiguo Egipto, consiguiendo también leerlos.
(Ferrer, 2003)

La piedra de la Rosette es el diccionario más antiguo que se conoce y que contiene varias lenguas. Los diccionarios son compilaciones de palabras ordenadas alfabéticamente. Para cada término incluyen las definiciones que este puede tener, más otra información complementaria que puede ser de utilidad para el correcto uso. Los diccionarios pueden ser generales o especializados, y referirse a un idioma o a varios. Por lo general se usan para consultas rápidas sobre determinado significado o para saber la manera correcta de escribir una palabra.

Es importante que sepas que existen muchos tipos de diccionarios. Así podrás buscar en ellos lo que necesites y hacer un uso adecuado de lo que te pueden brindar. En la biblioteca de la UCA tenemos más de 654 diccionarios distintos.

Los diccionarios pueden ser filológicos. Estos explican los significados de las palabras de uso de un idioma en particular. El Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, es un ejemplo. Este diccionario lo puedes consultar en la página de esta institución: http://www.rae.es/. La desventaja de este diccionario es que muchas palabras de uso cotidiano que no están aprobadas por la Real Academia no aparecen. Sin embargo, es bueno consultarlo cuando estamos escribiendo documentos muy académicos o de carácter oficial. Los diccionarios de uso no solamente nos presentan las palabras que son aprobadas por la Academia, sino todas aquellas que los hablantes del castellano utilizamos en las distintas regiones de América. Otros diccionarios útiles y más especializados en nuestra lengua son el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española de Manuel Seco y el Diccionario Crítico-Etimológico de la Lengua Castellana de J. Corominas y J. A. Pascual.

Los diccionarios pueden ser también etimológicos. Estos explican el origen de las palabras. Dos buenos ejemplos son el Diccionario etimológico latino-español de Segura y el ya citado de Corominas y Pascual.

En internet es posible hacer consultas de diccionarios, otras páginas que te recomendamos son:

- Un sitio, en inglés, con vínculos a muchos diccionarios de diverso tipo y en más de 200 idiomas: www.yourdictionary.com
- En castellano está la compilación de la página web del Instituto Cervantes: www.el-castellano.com/diccio.html
- Para traducciones de términos y combinaciones entre distintas lenguas, la página electrónica de “Dictsearch” (http://www.foreignword.com/es/Tools/dictsrch.htm) permite realizar búsquedas en 230 diccionarios diferentes (bilingües y monolingües) disponibles en Internet. Se pueden hacer un total de más de 400 combinaciones posibles con 69 lenguas fuente, y un total de 73 lenguas de destino.

b) Enciclopedias
Muchas veces entendemos la enciclopedia como un diccionario más profundo y especializado. El nombre de enciclopedia surge durante la época de la Ilustración, en Francia. Era la primera mitad del siglo XVIII y se quería reunir, en una sola publicación, todos los conocimientos que se tenían sobre el ser humano y la naturaleza. Ya sabemos que eso es prácticamente imposible, pero aún así, en la actualidad, las enciclopedias nos permiten consultas más profundas que el diccionario sobre temas y palabras básicas, y un conocimiento aproximado, como para hacernos una idea de un trabajo más extenso que queremos realizar.

La enciclopedia más completa en la actualidad, y la más utilizada por los investigadores, es la Encyclopaedia Britannica. Su primera edición se publicó en 1771 y hasta ahora se continúa publicando.

La Encyclopaedia Britannica consta de tres partes: la micropaedia, que es como un diccionario enciclopédico; la macropaedia, que está formada por textos más extensos sobre temas específicos con un esquema al inicio de cada uno; y la propaedia, que consiste en un compendio breve de todos los avances más importantes del conocimiento humano actual, agrupados en torno a diez grandes temas.

Desde hace algunos años existen otras versiones de la Britannica en CD ROM, DVD y por Internet. La Enciclopaedia Britannica por Internet se consulta en www.britannica.com. Hay dos opciones: el servicio normal que tiene acceso limitado y gratuito, y el servicio Premium con acceso a todos los recursos en línea de la Británica que cuesta aproximadamente 50 dólares al año. En la biblioteca de la Universidad, la Enciclopaedia Britannica se encuentra en los libros de referencia, en la sección de enciclopedias y diccionarios.



c) Libros, revistas y periódicos

Estas publicaciones impresas han sido las más comunes, al menos hasta hace algunos años, cuando la irrupción del formato electrónico ha permitido almacenar una mayor cantidad de información de manera más adecuada. Las revistas y los periódicos son publicaciones periódicas y se hallan en hemerotecas y otros sitios especializados. En nuestra Universidad, contamos con el CIDAI (Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación), además de la hemeroteca, dentro del edificio de la biblioteca.

Los libros nos pueden proporcionar información actual o histórica sobre los temas. Siempre es mejor si consultamos los más actualizados. Si citamos en nuestro apoyo un texto de 1960, puede que algunos datos que ahí se manejan se hayan corregido. Esto es especialmente importante en textos científicos y académicos. También es fundamental fijarnos en las editoriales que han publicado los textos. Algunas son más profesionales y aseguran que lo publicado ha pasado por distintas revisiones y correcciones; otras, en cambio, pueden proporcionarnos datos erróneos. ¿Qué editoriales conoces tú que publican buenos libros?

En cuanto a las revistas es bueno recordar que hay algunas que son académicas y muchas otras que lo que buscan es el entretenimiento de los lectores. Las revistas y los diarios son publicaciones periódicas. En nuestro país, la producción de textos periódicos es más bien limitada. Tenemos cuatro diarios principales, y las revistas y publicaciones suelen desaparecer casi tan pronto como aparecen. Son pocas las publicaciones periódicas que logran pasar el año continuo.

La cultura de la revista no está muy difundida en nuestro país y, en todo caso, contamos con una mínima oferta de revistas extranjeras para los requerimientos de quienes lo necesiten. En la Universidad, la hemeroteca cuenta con suscripciones a revistas de muchas especialidades. En ellas se puede encontrar información más actualizada que en los libros, puesto que la publicación es periódica y los debates permanentes. Si estamos haciendo un trabajo y tenemos un buen libro como base, las revistas nos pueden proporcionar anécdotas, datos curiosos e interesantes, con los cuales complementar la información.

d) Internet

Aunque ya hemos mencionado y recomendado varias direcciones de internet, nos detendremos un instante más en esta fuente de información tan importante. Esta red de redes, que empezó a funcionar en los años noventa, es ahora un elemento indispensable de nuestra sociedad hipercomunicada e hiperconectada.

En ciertas partes de este libro, nos hemos detenido a apreciar las consecuencias que tiene como lenguaje específico, con su gramática que combina muchas posibilidades. En estos momentos nos interesa hacer énfasis en la función que cumple la famosa función de www (“world wide web”). La “web” es un espacio donde encontramos disponible una cantidad enorme de información que de ninguna otra forma se podría obtener. La ventaja del anonimato y el libre acceso de información que desde internet se obtiene se vuelve también su principal debilidad cuando usamos esta herramienta en un trabajo académico. ¿Cómo sabemos cuando la información que ahí aparece nos da datos reales y cuándo es la página de un loco que lo que quiere es justamente confundir y dejar datos falsos?

En el cyberespacio todo es posible. Para tomar algunas precauciones podemos fijarnos en el tipo de dirección de la página que utilizamos. En la red hay sitios académicos, normalmente de universidades o revistas periódicas, en los que los artículos aparecen claramente identificados por su autor, y nos proporcionan además la fecha en que han sido escritos. La gran mayoría de estos artículos académicos tienen, a su vez, citas de otros libros y otros investigadores y académicos, elementos que añaden confiabilidad a la fuente.

Ya las terminaciones de la dirección de internet nos dice algo sobre la finalidad de la página que consultamos:
- Las direcciones que terminan en .com tienen un carácter empresarial.
- Las direcciones que terminan en .org son organizaciones no lucrativas, ONG e instituciones de servicio público.
- Las direcciones que terminan en .gov en inglés y .gob en español son páginas de instituciones de los gobiernos de distintos países y presentarán siempre datos oficiales del tema que buscamos.
- Las direcciones que terminan en .edu se refieren a instituciones educativas, sobre todo universidades o institutos de educación a distancia.
- Las direcciones que terminan en .net son aquellas que ofrecen servicios de internet.
- También tenemos direcciones con terminaciones que nos remiten al país de origen: .mx es México; .sv es El Salvador; .es, España; .co, Colombia; .de, Alemania; etc.

Puesto que en internet hay mucha información disponible y no hay todavía muchos directorios actualizados para tener las direcciones impresas e ir a buscarlas, existen unos programas denominados “buscadores”, que a partir de palabras-clave y de operadores ordenan la información disponible. El más utilizado de todos ellos es Google, que funciona de una manera mucho más rápida y eficiente que todos los otros buscadores que tenemos disponibles hasta el momento.

Aquí tienes una clasificación de los siete buscadores más usados por porcentaje a nivel mundial, según el último estudio (octubre de 2002) de la empresa OneStat.

1. Buscador Google 54.7%: http://www.google.com
2. Buscador Yahoo 22.1% : http://www.yahoo.es
3. Buscador MSN Search 9.5% http://search.msn.es
4. Buscador AOL Search 3.7% http://search.aol.com
5. Buscador Terra Lycos 2.8% http://buscador.terra.es
6. Buscador Altavista 2.5% http://www.altavista.es
7. Buscador Askjeeves 1.5% http://www.askjeeves.com
(Era Binaria, 2003)

Puede tomarse en cuenta algunas reglas simples que nos permiten mejorar la capacidad de los buscadores. En general, todos ellos trabajan a partir de operadores lógicos. Los operadores lógicos más comunes son las palabras and, or, and not y near, junto con el signo de * ó $, que funcionan como comodines y permiten buscar palabras cuando no estamos seguros de la escritura: voy a buscar por ejemplo la palabra cielo, y no sé si se escribe con s o c, así que escribo *ielo (en otros casos $ielo), y el buscador me dará todos los términos y palabras que terminen con las letras que he tecleado: hielo, rascacielo, cielo, etc. Esta herramienta puede ser muy útil cuando no tenemos mucha seguridad de cómo escribimos el apellido de un autor extranjero. Los operadores que mencionamos primero nos permiten hacer búsquedas más complejas. Por ejemplo, quiero buscar artículos sobre el tema de violencia urbana para mi investigación sobre la violencia en San Salvador. Si tecleo en un buscador estas dos palabras me dará un listado de todos los artículos, libros, ensayos, estudios donde aparezcan cualquiera de los dos términos (en Google, por ejemplo, aparecen 125,000 direcciones con el tema); en cambio, si utilizo mi operador lógico y escribo violencia and urbana el buscador me marcará solo aquellos textos donde aparezcan ambos términos. Para obtener todos los textos tecleo violencia or urbana y me aparecerán indistintamente aquellos que contienen ambos términos.

Estos operadores lógicos funcionan para hacer búsquedas en programas de computadora para bibliotecas y en los buscadores de internet, con excepción de Google. En este buscador los operadores and y or pueden ser sustituidos por los signos – y +. Esto se explica en la página de ayuda de Google. También podemos teclear nuestro tema entre comillas y nos dará solamente los textos donde las palabras solicitadas aparezcan juntas “violencia urbana” (si tecleamos en Google el tema entre comillas se disminuye de 125,000 direcciones a 23,900).

De esta manera podemos mejorar nuestra búsqueda. Otro ejemplo: quiero todos aquellos textos de violencia urbana, pero donde se hable de Centroamérica y no se hable de México D.F., pues con que es la ciudad más grande del mundo hay muchos textos de este tema y no quiero utilizarlos. Entonces tecleo “violencia urbana” + “Centroamérica” - “México D.F.”. Al hacerlo, Google nos da 29 direcciones, que es ya un número más apropiado para poder revisar cada artículo con calma. Ricardo Soca (2003) recoge en un artículo otros usos de Google, para revisar la ortografía, para traducir textos breves –aunque a nosotros este uso no nos parece muy recomendable–, y para realizar cálculos o cuentas –aunque para eso tienes que introducir el cálculo en inglés, o conocer los signos correspondientes–.

4. Para no caer en plagio: las citas

Al inicio de este capítulo comentábamos que una de las formas comunes de obtener información para hacer un trabajo es sólo copiar y pegar –si estamos trabajando en internet–, o sencillamente copiar literal todo lo que aparece en un libro de texto. Si copiamos una oración tal y como aparece en otro lado y no ponemos el texto entre comillas, ni indicamos quién es el autor original del enunciado, cometemos un plagio.

El término plagio viene del latín plagium y originalmente se refería a la apropiación de esclavos ajenos. En la actualidad se aplica para señalar la copia o presentación de una obra, un texto, una idea de otros como si fueran propias. No necesariamente se refiere a una copia exacta, pueden ser solamente las ideas básicas, el boceto de un dibujo o la estructura de un texto sin mencionar al autor original del texto en el que nos basamos (SM, 1999, p. 1431). Cometer plagio en un trabajo académico es una falta grave. De acuerdo al Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, incurrir en plagio implica faltas que se comenten dentro y fuera del salón de clase, como copiar en un examen; pero también “copiar tareas, trabajos o proyectos; sustituir una persona por otra en un examen para que lo haga a su nombre, falsificar documentos o datos, presentar trabajos o proyectos elaborados por terceros”.

Muchas veces se cree que no es posible que se nos descubra; sin embargo, en la época de Internet es mucho más fácil saber cuándo un estudiante comete plagio, sobre todo si es de la “web”. Basta con teclear en un buen buscador algunas frases de las escritas en el trabajo y aparecerán las posibles direcciones de donde del estudiante ha tomado la información; incluso si han sido extraídas de un libro, muchas veces pueden encontrarse en estos buscadores. Para evitar explicaciones vergonzosas, una mala nota o el descrédito, es bueno acostumbrarnos a decir e informar de dónde hemos tomado la información. Existen sitios, libros o autores que te piden que los cites si vas a mencionar una idea pequeña, pero que insisten en que, por distintos compromisos editoriales, no pueden permitirte la reproducción de un material extenso, sobre todo si tú harás uso público del mismo. Es el caso de los vídeos de algunas películas. Muchas veces vamos a un renta vídeos, sacamos una cinta que nos interesa, y al llegar a la casa nos encontramos con que lo primero que aparece es un texto que dice: “esta película no podrá ser utilizada para ningún fin comercial, es para exhibición casera únicamente”. Esto quiere decir que el renta vídeos no está respetando los derechos de autor, que en los textos impresos, en imágenes y en otras formas de creación se indica con el signo ©.

De acuerdo con José Luis Caivano (1995, pp. 74-80), todo escritor que hace una investigación necesita recurrir a la referencia de otros, pues es muy difícil que todas las afirmaciones que contenga el trabajo sean elaboraciones propias. Siempre trabajamos a partir del conocimiento de otros. Caivano encuentra tres formas para incorporar a un escrito los conocimientos que tomamos de otros: la cita, la paráfrasis y el resumen. Ahora explicamos cada una de forma rápida.

a) La cita: una cita es “una incorporación textual de un material ajeno a nuestro trabajo” (Caivano, 1995, p. 75). Se copia exactamente igual y sin cambios al texto original, la misma puntuación, las palabras exactas. Es importante hacer una cita cuando la información que citamos se relaciona con nuestro tema o confirma algo que estamos diciendo en nuestro texto. Por ejemplo, no es lo mismo que diga que San Salvador es una ciudad violenta, a que lo confirme con una cita que da el Informe del Desarrollo Humano del PNUD. Algunas veces ponemos una cita porque el autor expresa determinada idea de manera llamativa, con un uso muy original del lenguaje, y nos interesa destacar esto más que contarlo con nuestras palabras.

Otra razón para citar es cuando tengo un dato realmente extraño o que puede parecer desproporcionado, y la mejor manera de legitimarlo es citar una fuente oficial o reconocida para que se vea que no es algo inventado o falso: “De acuerdo al informe de noviembre del 2002 de la Comisión Económica para América Latina, CEPAL, en El Salvador existe un 49.9% de personas pobres. El Salvador es uno de los ocho países que encabezan los índices de países más pobres para América Latina”.

Una razón más para hacer una cita textual es cuando no estamos de acuerdo con la afirmación que se cita y se quiere criticar expresamente: “El politólogo Giovanni Sartori afirma en su libro Homo Videns (1998) que el ser humano ha perdido su capacidad simbólica a partir del consumo indiscriminado de la televisión, puesto que la imagen no es capaz de simbolizar tanto como la palabra; particularmente nos parece que tal afirmación es una exageración, ya que existen estudios que demuestran cómo la creatividad puede ser desarrollada a partir de la exposición a ciertos programas audiovisuales”.

No es bueno utilizar una cita directa cuando repetimos información que ya hemos proporcionado. Tampoco cuando es posible expresar la información con nuestras propias palabras sin que se pierda riqueza, o cuando el significado original de la frase es muy complejo y no estamos seguros de que podamos descifrar lo que quiere decir.

Hay citas que son irrelevantes, por ejemplo:
Como cualquier creyente en Cristo, nosotros creemos en la Biblia: “Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde está traducida correctamente” (Smith, 1978) .

¿Cuál es el sentido de citar la frase de Smith de esa manera? Parece irrelevante. La primera afirmación expresa casi todo lo que se quiere decir. Y la otra afirmación añade sobre la traducción correcta. Queda más claro si se contextualiza mejor y se afirma:

Los mormones creemos que: “La Biblia es la palabra de Dios hasta donde está traducida correctamente” (Smith, 1978), hecho que puede ser común para cualquier cristiano, y que en nosotros contiene el valor angular de significación de las enseñanzas de Cristo.

Tampoco es correcto escribir una serie de citas sin ningún comentario personal entre una y otra, de tal manera que lo único que estamos haciendo es una especie de edición, corte y pega de un texto mayor. Esto también es considerado como plagio, aunque se coloque el autor. No hay ningún comentario ni producción nuestra real:

“He aquí, pues, un suplicio y un empleo del tiempo. No sancionan los mismos delitos, no castigan el mismo género de delincuentes. Pero definen bien, cada uno, un estilo penal determinado” (Foucault, 1998, p. 15). “Tenemos un hecho: en unas cuantas décadas, ha desaparecido el cuero supliciado, descuartizado, amputado, marcado simbólicamente en el rostro o en el hombro, expuesto vivo o muerto, ofrecido en espectáculo. Ha desaparecido el cuerpo como blanco mayor de la represión penal”. (Foucault, 1998, p. 16). “El castigo tenderá, pues, a convertirse en la parte más oculta del proceso penal” (Foucault, 1998, p. 17).

Para no cometer plagio, además de citar y entrecomillar, es necesario que trabajemos las citas de tal manera que en nuestro trabajo se aprecie el aporte personal, la reflexión que hacemos:

“He aquí, pues, un suplicio y un empleo del tiempo. No sancionan los mismos delitos, no castigan el mismo género de delincuentes. Pero definen bien, cada uno, un estilo penal determinado” (Foucault, 1998, p. 15). Esta realidad de la tipificación de delitos cuyos castigos se encontraban muy diferenciados se mantiene incluso hasta nuestros días y llega a la sociedad salvadoreña. Tal y como Foucault afirmaba en relación con el paso al renacimiento, en nuestros días, a partir de la firma de los acuerdos de paz “tenemos un hecho: en unas cuantas décadas, ha desaparecido el cuero supliciado, descuartizado, amputado, marcado simbólicamente en el rostro o en el hombro, expuesto vivo o muerto, ofrecido en espectáculo. Ha desaparecido el cuerpo como blanco mayor de la represión penal”. (Foucault, 1998, p. 16). Aunque aquí bien vale la pena preguntarse qué sucede con los procesos de violencia de los que somos testigos, ajusticiamientos en muchos casos, desapariciones, denuncias de intimidaciones, tal parece que como en los viejos tiempos, “el castigo tenderá, pues, a convertirse en la parte más oculta del proceso penal” (Foucault, 1998, p. 17).
b) El resumen y la paráfrasis: estas dos otras estrategias para incorporar la opinión o los datos de un autor en nuestro texto no requieren de la copia exacta de las palabras, ni el mantenimiento de los giros y construcciones gramaticales. Escribimos la idea que queremos utilizar con nuestras propias palabras. El resumen, como su palabra lo indica, implica una reducción de un texto extenso o incluso de un libro completo en una frase o frases breves que comentan las ideas fundamentales. La paráfrasis expresará una idea determinada y será más específica. Por lo general, si usamos un resumen haremos alusión a varias páginas de un texto, mientras que en una paráfrasis contamos con nuestras palabras una idea y desarrollamos los detalles que el autor nos proporciona; para ello utilizamos sinónimos, alteramos el orden gramatical porque nos interesa resaltar cierto elemento, o buscamos palabras más cotidianas, pues nos parece que el autor enreda el tema que nosotros intentamos clarificar.

El único tema que nos falta desarrollar es cómo disponemos los datos de la bibliografía que hemos consultado. Es decir, tenemos revistas, diccionarios, libros y entrevistas. Tenemos textos de un CD, una consulta por correo electrónico y una tesis... ¿cómo hago las citas?, ¿en medio del texto?, ¿en nota al pie de mi página o al final de mi texto?, ¿entre paréntesis?, ¿en qué me tengo que fijar y cómo dispongo los datos? Existen muchas formas de citar y ninguna es mejor que otra, si tú conoces una y quieres seguir usando esa no hay problema. Nada más no olvides que es importante que al menos guardes unidad en todas tus citas, es decir, que lo hagas de la misma manera. Un libro clásico que te muestra distintas formas de citar y que te analiza de forma breve las ventajas y desventajas de cada uno de estos formatos es el de Umberto Eco, Cómo se hace una tesis, (2001) que es ya bastante viejo en su edición original (es de 1977), pero todavía tiene muchos consejos útiles sobre el tema.

Haz una pausa y fíjate la manera como en este libro que estamos trabajando te has encontrado con varias citas y alusiones. La forma como hemos citado aquí es una de las más conocidas y avaladas. Aquí te proporcionamos un resumen de las principales políticas para citar de la “American Psychological Association”, mejor conocida como APA, que es una de las formas de citar más usada en las ciencias sociales y es la forma que hemos utilizado en nuestro texto. El resumen está disponible en: http://www.coneicc.org.mx/convocatorias/apa.html.

5. Resumen de las políticas para citas y referencias bibliográficas

Lo primero son las citas textuales; pueden ser citas de menos de 40 palabras que van dentro del párrafo y se les añaden comillas al principio y al final. Pero también pueden ser citas más amplias, pues me interesa un comentario largo de algún autor; entonces lo que se hace es poner el texto en párrafo aparte, sin comillas y con sangría del lado izquierdo. Se dejan las citas con un espaciado igual que el texto normal. La primera línea de la cita textual no lleva ninguna sangría adicional. En ocasiones se usan tres puntos suspensivos (sin poner entre paréntesis) dentro de una cita para indicar que se ha omitido material de la oración original. Se usan cuatro puntos suspensivos (sin poner entre paréntesis) para indicar cualquier omisión entre dos oraciones de la fuente original.
La APA recomienda no utilizar los puntos suspensivos al principio ni al final de una cita, aún en caso de que se haya omitido material. En cambio, sí se pide que se usen corchetes, no paréntesis, para incluir agregados o explicaciones.

Para los resúmenes y paráfrasis, que son citas donde, como dijimos, escribimos las ideas con nuestras palabras, tenemos que recordar que deben ser fieles al sentido, idea y contexto originales.

Hay que identificar la fuente antes o después de cualquier cita que hagamos, sea cita directa, resumen o paráfrasis. Para ello debemos incluir el apellido o apellidos del autor o autores, el año en que se publicó la obra donde encontramos la información y la página o páginas donde aparece la cita o la paráfrasis (en el caso de un resumen se omite la página). Ejemplo: (Sagan, 1996, p. 8).

Es importante respetar la puntuación. Después del apellido sigue una coma, luego un espacio, luego el año, luego coma, luego espacio, luego p. (en caso de una página) o pp. (en caso de dos o más páginas). No se debe incluir el nombre propio de los autores ni el nombre de la obra citada.

Si incorporamos el apellido del autor en nuestra redacción, entonces se omite del paréntesis y se deja el resto de los elementos. Ejemplo: De acuerdo con Sagan (1996, p. 8)...

En el estilo de la APA no se utilizan los recursos de ibid., ibidem., op. cit., etc. No hay por qué incluirlos. Cuando se requiera repetir la identificación de una fuente, hay que volver a señalar el año y la página de la obra referenciada, o solamente la página en caso de que sea una nueva cita de la última obra mencionada.

Tampoco se aceptan las notas de pie de página para indicar la referencia bibliográfica; solamente se podrán utilizar para proporcionar aclaraciones (que en el original deberán aparecer al final del artículo, en hoja aparte).

Al final de nuestro artículo o texto va una sección de referencias bibliográficas. Se deben listar por estricto orden alfabético solamente las obras citadas en el texto (es muy importante no incluir bibliografía consultada, pero no mencionada). Te desglosamos a continuación ejemplos de cada una de las citas que hay que hacer y en algunos casos incluimos la explicación:

Libros
Murciano, M. (1992). Estructura y dinámica de la comunicación internacional (2a. ed.). Barcelona: Bosch Comunicación.
Ciespal. (1967). Dos semanas en la prensa de América Latina. Quito, Ecuador.

Capítulos en libros
Bailey, J. (1989). México en los medios de comunicación estadounidenses. En J. Coatsworth y C. Rico (Eds.), Imágenes de México en Estados Unidos (pp. 37-78). México: Fondo de Cultura Económica.
Cooper, A. (1984). Comparative study of Third World elite newspapers. En R. L. Stevenson y D. L. Shaw (Eds.), Foreign news and the New World Information Order (pp. 106-116). Ames, Iowa: The Iowa State University Press.
Artículos en revistas académicas
En revistas donde la numeración de las páginas es progresiva en las diferentes ediciones que componen un volumen, se escribe solamente el número de este último (en caracteres arábigos). Para saber si la numeración es progresiva, te vas al inicio de la revista y ves si la numeración inicia en uno o si viene del número anterior. En la Universidad, la revista ECA tiene una numeración progresiva.
Biltereyst, D. (1992). Language and culture as ultimate barriers? an analysis of the circulation, consumption and popularity of fiction in small European countries. European Journal of Communication, 7, 517-540.

En revistas cuya numeración inicia con la página 1 en cada uno de los números que componen un volumen, debe agregarse el número del ejemplar entre paréntesis, después de señalar el volumen:
Emery, M. (1989). An endangered species: the international newshole. Gannett Center Journal, 3 (4), 151-164.

En revistas donde no se señala el volumen, pero sí el número del ejemplar, poner éste entre paréntesis:
Pérez, M. (1997). El caso de los balseros cubanos desde la óptica del periódico El Norte de Monterrey. Revista de Humanidades, (2), 191-212.

En ediciones que tienen doble número de revistas y además sin volumen, sigue el siguiente ejemplo:
Trejo Delarbre, R. (1995/96). Prensa y gobierno: las relaciones perversas. Comunicación y Sociedad, (25/26), 35-56.
Tesis
De la Garza, Y. (1996). Patrones de exposición y preferencias programáticas de los jóvenes de preparatoria de Monterrey y su área urbana. Tesis de Maestría, Tecnológico de Monterrey, Monterrey, México.

Revistas no académicas y de divulgación
A diferencia de las revistas académicas, para las que sólo se reporta el año de edición y no los meses, en las revistas comerciales o de divulgación se incluye el mes (en caso de periodicidad mensual) y el día (en caso de revistas quincenales, semanales o de periódicos diarios). En estas revistas el año equivale al volumen y se consigna de la misma manera ya vista.

El número de la página o páginas se trata igual que en las referencias anteriores, excepto en el caso de diarios, donde se debe incluir las abreviaturas p. o pp. antes de la numeración (que a su vez incluye la letra en mayúscula de la sección en que se encuentra el artículo referenciado).

Si se señala el autor del artículo, seguir este ejemplo:
Carro, N. (1991, mayo). 1990: un año de cine. Dicine, 8, 2-5.

Cuando se omite el autor del artículo se inicia con el nombre del artículo:
Inversión Blockbuster. (1995, julio). Adcebra, 6, 10. Se asocia Televisión Azteca con canal de Guatemala. (1997, octubre 15). Excélsior, pp. F7, F12.


Reseñas de libros y revistas
González, L. (1997). La teoría literaria a fin de siglo [Reseña del libro La teoría literaria contemporánea]. Revista de Humanidades, (2), 243-248.

Corliss, R. (1992, abril 13). Critic picks slick flick pic [Reseña de la película The player]. Time, 139, 70.

Mensajes de e-mail y grupos de discusión
Se trata igual que la "comunicación personal", que es lo que se escribe en el caso de las entrevistas o clases. Se cita sólo dentro del texto y no se incluye en la bibliografía. Ejemplo:
Existen actualmente alrededor de 130 escuelas de comunicación en el país (R. Fuentes, comunicación personal, 15 de febrero de 1998).

Revista académica en la WWW
Se usa la fecha que aparezca en la página o sitio (si está fechada). Si no aparece fecha en la página, escribes entre paréntesis la del momento en que se consultó.
López, J. R. (1997). Tecnologías de comunicación e identidad: Interfaz, metáfora y virtualidad. Razón y Palabra [Revista electrónica], 2 (7). Disponible en: http://www.razónypalabra.org.mx

Sitios no académicos en la WWW sin autor
DIRECTV Questions & Answers (1997, octubre). Disponible en: http://www.directv.com/


Cd Rom
Corliss, R. (1992, septiembre 21). Sleepwalking into a mess [Reseña de la película Husbands and wives] [CD Rom]. Time Almanac. Washington, DC: Compact Publishing Inc.

¿Crees que puedes ensayar citas? ¡Vamos a poner manos a la obra!

Bibliografía consultada

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Alcina, Juan y Blecua, José Manuel. (1975). Gramática española. Barcelona: Ariel.

Caivano, J. (1995). Guía para realizar, escribir y publicar trabajos de investigación. Buenos Aires: Arquim. Disponible en: http://www.fadu.uba.ar/sicyt/color/1995tecn.pdf

Cassany, Daniel. (1994). Enseñar lengua. Barcelona: GRAÓ.

Cassany, Daniel. (1996). La cocina de la escritura. Barcelona: Anagrama.

Díez Losada, Fernando. (1996). Lenguaje y periodismo. México D.F.: Trillas.

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Goldberg Natalia. (2001). La escritura, una terapia creativa. Barcelona: Paidós.

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Nafría, Ana María. (1997). Idioma nacional. Tercer ciclo. (5ª ed.) San Salvador: UCA editores.

Orozco, Carlos Enrique. (2000). Documentación científica y cultural. Nota 1. Información y confiabilidad. Guadalajara: mimeo.

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Zavala Ruiz, Roberto. (2002). El libro y sus orillas. Tipografía, originales, redacción, corrección de estilo y de pruebas. (3ª ed.) México D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México.

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